Yetzirah
Dentro del dominio de Yetzirá, las Sefirot emergen no como meros puntos cósmicos de energía, sino como poderes o agentes formativos activos. Intrínsecamente pluralistas, reflejan la naturaleza de Yetzirá como un plano de diversificación—un reino que, en su despliegue continuo, da lugar a un grado intensificado de individuación y diferenciación.
Estos poderes formativos reciben el título de Coros Angelicales. Consistente con la estructura lógica del árbol Sefirótico, cada sefirá—cada uno un nodo único de energía divina—posee un orden correspondiente de ángeles. Este orden angelical tiene la responsabilidad de materializar el arquetipo sefirótico respectivo, dándole forma definida, una manifestación corpórea de su esencia que de otro modo sería abstracta.
Como hemos explorado previamente, cada arquetipo sefirótico toma una forma tangible a través de su arcángel. Este ser celestial sirve como la encarnación del arquetipo, simbolizando la creación, vehículo o modo de existencia de la esencia sefirótica. Esta esencia, o luz divina, está simbolizada además por el Nombre Divino afiliado a la sefirá.
La relación de Atzilut con Beriá puede compararse metafóricamente con la de un pensador y sus pensamientos. Si Atzilut es la mente cósmica que concibe ideas divinas, entonces Beriá es el reino donde estas ideas toman forma—donde los pensamientos abstractos reciben forma y sustancia. Siguiendo esta secuencia, Yetzirá representa la verbalización o, más apropiadamente, la categorización de estos pensamientos formados. El reino de Yetzirá es donde estas ideas sefiróticas se clasifican y organizan, preparadas para una realización posterior.
Finalmente, Asiyá significa el contenido semántico de estos pensamientos clasificados, encarnando su concreción, externalización y realización. Este reino es donde las ideas divinas, habiendo viajado desde la mente de Atzilut, a través de las fuerzas formativas de Beriá, la categorización de Yetzirá, finalmente encuentran su manifestación en la realidad concreta. Por eso los ángeles son a menudo metafóricamente referidos como las "palabras divinas" o los portadores del mensaje divino.
La nomenclatura en estos reinos no es incidental, sino profundamente intencional. Los nombres sirven como llaves para abrir las puertas a estas fuerzas celestiales. Se convierten en los vehículos a través de los cuales la fuerza divina atraviesa los reinos del árbol Sefirótico. El conocimiento de un nombre es el punto de acceso, la frecuencia vibracional que nos permite sintonizar con la energía que representa. Al conocer un nombre, nos alineamos con su fuerza asociada y nos abrimos a la posibilidad de su influencia divina.
Kéter de Yetzirá:
Jayot , Jayot.
Habitando la esfera de Kéter dentro del reino de Yetzirá están las entidades celestiales conocidas como Jayot, cuyo nombre se traduce como Las Santas Criaturas Vivientes. Elevadas por su asociación con Kéter, la esfera más alta del Árbol de la Vida, las Jayot son una parte integral de las manifestaciones divinas directas. Su presencia está simbolizada a través de la representación de los cuatro animales que constituyen la Merkabá, o el carro divino. Estas cuatro criaturas—el león, el toro, el águila y el hombre—son descritas vívidamente en las visiones teofánicas registradas por el profeta Ezequiel en los capítulos primero y décimo de su libro.
A pesar de la mención de cuatro Jayot distintas, son en esencia una entidad singular. Ezequiel 1:22 se refiere a las Jayot en forma singular, resaltando la unidad de estos seres: "Y sobre las cabezas de las Jayot había una semejanza de firmamento...". Las Jayot no operan independientemente sino que siempre se mueven sincrónicamente, según lo guiado por el Espíritu. Sus alas se tocan unas a otras, simbolizando la unidad del Espíritu que reside dentro de ellas. De esta unidad emergen cuatro puntos radiantes de luz, cada uno simbolizando la fuente y semilla de vida, luz, amor y ley. Estos se manifiestan a través de las cuatro Jayot, enfatizando nuevamente que las cuatro son verdaderamente una.
Como los seres que dirigen el carro divino, las Jayot representan la encarnación activa y tangible de la Presencia Divina, según lo expresado por el Nombre Adonai. Sirven como el enlace al Maljut de Atzilut, una encarnación metafórica del Cuerpo de Dios—una entidad que todo lo abarca y que contiene todo dentro de sí misma. Además, funcionan como instrumentos de la acción del Espíritu (representado por Shadai, el Nombre Divino en Yesod) y su manifestación sustancial.
Las Jayot son la encarnación vibrante del Tetragrama, el Nombre de Dios de cuatro letras. Las Jayot son los correspondientes espirituales de la estructura cuaternaria—simbolizando los cuatro mundos, los cuatro elementos, los cuatro ríos del Edén, las cuatro funciones de orientación psicológica y los cuatro puntos cardinales de vida, luz, amor y ley. Esta asociación vincula a las Jayot con las esencias arquetípicas de los cuatro elementos. Se puede decir que todas estas categorizaciones son sus emanaciones (a veces descritas metafóricamente como su sudor).
Simbólicamente, las Jayot están representadas por los cuatro signos fijos del Zodíaco. Esto incluye al águila, que significa la libido transmutada y toma el lugar del escorpión, subrayando su conexión con la esencia estabilizada de los elementos. Estas representaciones zodiacales aclaran aún más los diversos aspectos de vida, luz, amor y ley que las Jayot manifiestan en su existencia única pero unificada.
Jojmá de Yetzirá:
Ofanim, Ofanim.
Ofanim, derivado de la palabra hebrea que significa 'Ruedas', es una entidad que encontramos por primera vez en las visiones místicas articuladas por el profeta Ezequiel. Estos seres están explícitamente conectados con las Jayot, otro conjunto de seres celestiales, y son reconocidos como las ruedas sobre las cuales se propulsa el carro divino. La visión impresionante de Ezequiel elucida la función distinta de las cuatro Jayot: cada criatura es capaz de movimiento en cuatro direcciones simultáneamente, y están intrínsecamente vinculadas a las ruedas del carro divino. Estas ruedas están pintadas con detalles vívidos, casi aterradores, como ruedas anidadas dentro de ruedas, con toda su circunferencia pulsando con miríadas de ojos vigilantes.
Los Ofanim simbolizan los movimientos cíclicos incesantes del cosmos—vibraciones que resuenan a través de cada aspecto de la existencia, pulsando a través del espacio y el tiempo. El simbolismo de ruedas dentro de ruedas resuena con nuestra comprensión de ciclos dentro de ciclos. Desde lo individual a lo colectivo, desde el minúsculo átomo hasta el vasto cosmos, cada ciclo, girando dentro del siguiente, culmina en una rueda monumental. Esta inmensa rueda encarna todos los mundos, en una danza de unidad que corresponde al concepto de infinito—un ciclo sin fin cuya circunferencia es omnipresente y cuyo centro es esquivo.
Cada ojo reluciente dentro de los Ofanim representa las miríadas de posibilidades de vida y conciencia, cada destello un testimonio del potencial ilimitado dentro del cosmos. En este sentido, estas entidades angélicas asociadas con Jojmá aportan un dinamismo cósmico profundo a la maquinaria divina de la existencia.
El concepto de la circunferencia dividida en segmentos evoca imágenes de progresión, sucesión. Cada parte es una manifestación de un proceso, una encarnación del tiempo que fluye inevitablemente, en un ciclo inherente. Esta noción prefigura el concepto del Zodíaco, que es, en esencia, la representación física de Jojmá en el reino de Asiyá—el Mundo de la Acción.
De hecho, los Ofanim sirven como el latido de cada ciclo que impregna la existencia—ya sea mental, natural, temporal o vital. Detrás de la pulsación rítmica de cada ciclo, está la influencia inconfundible de un Ofán. Son las ruedas invisibles que ponen en movimiento el cosmos, la encarnación de los ciclos eternos que gobiernan todas las formas de existencia y conciencia. En efecto, entender a los Ofanim es captar el dinamismo del cosmos mismo y los ciclos infinitos que impulsan la danza de la vida y el tiempo.
Biná de Yetzirá:
Erelim, Erelim.
Situados en Biná dentro del mundo de Yetzirá, encontramos a los seres divinos conocidos como Erelim. En hebreo, su nombre se traduce como los Fuertes, los Grandes, los Robustos. En ciertos textos, también se les conoce como Tronos, una asociación extraída del libro de Daniel (7:9) y más adelante reflejada en la imaginería del Trono Divino de la visión de Ezequiel. Independientemente de la terminología, la idea inherente permanece consistente: los Erelim se erigen como una base o fundamento inamovible, encarnando la sustancia y estabilidad que caracterizan la forma.
En este contexto, es crucial entender a los Erelim como agentes formativos, o Formas en el sentido platónico del término. No son meramente entidades celestiales sino más bien figuras arquetípicas—Ideas Platónicas, para ser precisos. Sirven como los prototipos o modelos, las manifestaciones formales primordiales en el arco más alto de la esencia espiritual. En esencia, son las Ideas Ejemplares o ideales hacia las cuales todas las cosas en existencia están compelidas a esforzarse. Además, juegan un papel vital en la formación de la neshamá, el alma espiritual humana. Este alma espiritual, a su vez, actúa como el trono o vehículo de su propia chispa divina.
El camino hacia la iluminación espiritual es raramente suave. El viaje está plagado de desafíos, a menudo presentados por los Erelim mismos. En ocasiones, pueden parecer fuerzas de limitación u obstrucción. Sin embargo, su verdadero propósito radica en dar forma y perfeccionar el viaje del alma. Son los ángeles del Tikún, portadores del plano de nuestra arquitectura y destino espiritual. Nos envían experiencias, a veces duras y difíciles, que son vitales para nuestro cumplimiento espiritual completo.
Como agentes de la Providencia Divina, encarnan la Inteligencia Divina operando activamente en el mundo formativo de Yetzirá. En este gran esquema cósmico, no existe entidad sin su arquetipo celestial. Cada uno de estos arquetipos actúa como un átomo semilla, dando origen a su ser respectivo en el camino exterior de la creación. Por el contrario, en el camino de retorno, funcionan como el modelo—el ideal de su estado último, el más alto potencial que cada entidad está destinada a alcanzar.
Así, los Erelim se erigen como pilares de fuerza, marcando el paisaje de nuestro viaje espiritual. Proporcionan estabilidad en medio de la fluidez inherente de la existencia, guiándonos hacia nuestro destino divino. En su robustez, encapsulan las complejidades de nuestro viaje—ya sean nuestras luchas, nuestras aspiraciones o nuestra trascendencia última. Son los centinelas silenciosos, los portadores de la forma, ayudándonos a navegar los caminos sinuosos hacia nuestro verdadero hogar espiritual.
Jésed de Yetzirá:
Hashmallim, Hashmallim.
Situados en Jésed en el plano formativo de Yetzirá, encontramos a las entidades radiantes conocidas como los Hashmallim. Su nombre se traduce como los Brillantes, un apodo adecuado para su papel como los ángeles de energías expansivas y dadoras. Los Hashmallim representan energías psíquicas positivas, manifestándose vívidamente en forma de luz. Encarnan un optimismo eterno, irradiando constantemente energía que es constructiva, afirmativa y entusiasta. Su influencia es el epítome de la energía psíquica en su estado más exaltado, menos entrópico—una sustancia efervescente y resplandeciente que alimenta todas las manifestaciones psíquicas.
Un estudio profundo del término 'Hashmal' revela sus fascinantes complejidades. El Talmud descompone la palabra en "Hash" (silencio) y "Mal" (palabra), denominándola como 'silencio que habla' o Conciencia pura. Esta dualidad encapsula la naturaleza paradójica de lo divino—un silencio que habla volúmenes, un conocimiento inexpresable expresado a través de su misma inexpresabilidad.
La visión profética de Ezequiel proporciona otra capa de entendimiento a los Hashmallim. El término 'Hashmal' aparece como el umbral final antes de la visión profética real. "La visión de Hashmal dentro del fuego y desde su mismo centro surge la apariencia de las cuatro criaturas vivientes", describe la escritura. El Hashmal encapsula además la porción superior de la figura humana, "desde los lomos hacia arriba", simbolizando el arco más alto de la energía psíquica. Por debajo de este punto, el profeta percibe una manifestación diferente de luz, vinculada con el arcoíris—un símbolo del septenario, que representa una expresión más tangible de la energía espiritual.
Por lo tanto, el Hashmal representa un estado límite, un espacio liminal que hace eco de la posición de Jésed en oposición a Daat (las tres sefirot supremas). Sirve como la barrera final que uno debe cruzar para alcanzar la visión de la Merkabá y escuchar la Voz Divina (profecía). Además, el valor numérico de la palabra 'Hashmal' es 378 (חשמל), idéntico al del término 'Malbush' (מלבוש), que se traduce como vestidura. Esta conexión alude a la vestidura luminosa y energética que lo espiritual adopta en su manifestación—un manto radiante de espiritualidad que simultáneamente oculta y revela.
Como un orden celestial, la influencia de los Hashmallim es innatamente positiva y benevolente. Sirven como agentes de juicio misericordioso, negándose a abandonar cualquier situación. Imparten lecciones de positividad, alentándonos a percibir el lado más brillante de las situaciones. Infunden nuestras tareas con el optimismo y entusiasmo necesarios, reforzando el espíritu de esperanza. Su naturaleza intrínseca gira en torno a la virtud de la generosidad, reflejando su manifestación luminosa, dan luz sin reservas. Así, los Hashmallim simbolizan el brillo inquebrantable de la energía espiritual, encarnando la belleza de la entrega y el optimismo sin límites.
Gevurá de Yetzirá:
Serafim, Serafim.
Existiendo dentro de la Gevurá de Yetzirá están los Serafim, entidades celestiales conocidas por su juicio, temor y severidad. El origen de su nombre está profundamente conectado con la raíz palabra "Saraf", que significa quemar o arder. Por lo tanto, los Serafim son los Ardientes, a veces interpretados alternativamente como las Serpientes de Fuego. Su esencia es compleja, abarcando los reinos de la divinidad, el juicio y la transformación, sus atributos profundamente entretejidos con el tema del fuego y las serpientes.
Su papel en el reino celestial se vuelve más vívido en la visión de Adonai, como se describe en el sexto capítulo de Isaías: "Vi al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban...". Son vistos como centinelas divinos, atendiendo a la santidad del Altísimo, un testimonio de su papel como los guardianes divinos de la rectitud y la pureza.
Sin embargo, los Serafim sirven un propósito más alto más allá de la mera servidumbre celestial. Funcionan como la negación de la negación de Dios, afirmando Su santidad y Su separación de todas las demás entidades. Son el Santo Shem HaMeforash en medio de las multitudes, venerados y santificados a través de los tres mundos creados, haciendo eco de la declaración: "Toda la tierra está llena de su gloria". Su existencia articula la gloria divina, la presencia omnipresente y resplandeciente del Altísimo que impregna la tierra.
La función de los Serafim se extiende a roles purificadores y santificadores, un aspecto vívidamente retratado en el texto: "Entonces voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocó con él mi boca, y dijo: He aquí que esto ha tocado tus labios; y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado". Este acto simboliza su autoridad divina para purgar la iniquidad y el pecado, su poder para impartir purificación a través del fuego celestial que poseen.
Su asociación con la desolación es pivotal, portando la pregunta: "¿Hasta cuándo?" hasta que sean "como el terebinto y la encina, de los cuales al ser cortados queda el tronco; de su tronco saldrá semilla santa". Esto sugiere su papel potencial en la destrucción de Gevurá, para demoler con el fin de construir de nuevo. El fuego, como simbolizado por los Serafim, tanto quema como consume, pero también tiene el poder de transmutar y sublimar.
Referenciando Números 21, se nos presenta el episodio de las serpientes ardientes. Los israelitas son representados anhelando el mundo de los deseos saciados. El deseo intenso, un fuego consumidor, deja al alma anhelante, atada al objeto de su deseo. La energía se mueve horizontalmente como una serpiente en el suelo. Los Serafim están vinculados con este símbolo de la serpiente, emblemático de energías transformadoras.
El mandato de Dios a Moisés en Números 21:8 subraya aún más el poder transformador de los Serafim: "Hazte una serpiente ardiente (Saraf) y ponla sobre un asta, y sucederá que todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá". Esto representa la sublimación de la energía, la elevación de la serpiente ardiente, subrayando la idea de que la energía, en su singularidad, puede ser sublimada.
Los Serafim, encarnando el celo de los ardientes, asisten significativamente en la autodisciplina y el autocontrol requeridos para resistir nuestro lado negativo u oscuro. Nos enseñan una lección profunda: que la búsqueda del poder debe ir siempre acompañada de la búsqueda de la santidad. Así, los Serafim no son solo entidades divinas de juicio, sino también guías invaluables en el camino del crecimiento espiritual y la transformación.
Tiferet de Yetzirá:
Malajim, Malajim.
Situados en el reino de Yetzirá, la Sefirá de Tiferet tiene su propia banda representativa de entidades angélicas conocidas como los Malajim. El término 'Malajim' encierra un significado dual. En su esencia, 'Malajim' se traduce como 'Reyes'. Sin embargo, al integrar una 'Alef' silenciosa dentro de la estructura del término, el término 'Malajim' se transforma en 'Melajim', que es el término general para 'ángeles'. Ambas interpretaciones tienen validez dentro de sus respectivos contextos y contribuyen a la comprensión holística del papel que desempeñan estos seres angélicos.
El término 'Malaj', un derivado de 'Melajim', es una palabra que significa 'mensajero'. El papel subyacente de un mensajero hace eco de la función central de Tiferet, que se erige como el mediador simbólico. Dada esta alineación fundamental, los Melajim están intrínsecamente conectados con la misión de Tiferet—transmitir las bendiciones divinas de los reinos superiores.
La naturaleza real de los Malajim se establece a través de su vínculo con el 'Yo', la esencia del ser, donde operan como los maestros artesanos. Siendo los ángeles solares, son regios, radiantes y rebosantes de energía y vitalidad. Su presencia a menudo se vincula con la infusión de alegría, iluminación, altruismo y unidad.
Como los ángeles del 'Yo' o el 'verdadero ser', los Malajim poseen profundos conocimientos sobre el viaje espiritual de un individuo, una comprensión de sus responsabilidades espirituales y la inspiración requerida para alcanzar esas alturas divinas. Este papel particular realza su función como ángeles guardianes, guiando y apoyando a los individuos hasta que puedan pararse en su viaje espiritual de manera independiente.
Siendo integrales para el desarrollo armonioso y equilibrado de un individuo, los Malajim promueven la belleza, la armonía y la integración. Aseguran la conexión entre la conciencia espiritual a través de todas las dimensiones y dominios, extendiéndose mucho más allá del reino de los humanos. A través de los Malajim, cada existencia, fuerza o forma dentro del mundo de Asiyá forja un vínculo con su arquetipo espiritual.
Su estatus como 'reyes' es otorgado por su autoridad sobre su propio reino o esfera de manifestación. Sus huestes incluyen a los gobernantes de los reinos elementales y ángeles asociados con naciones. Encarnan su principio espiritual a través de todos los reinos de la realidad.
Su presencia divina está encapsulada en el Salmo 68:17, donde se declara: "Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares; el Señor viene del Sinaí a su santuario". Como tales, son reconocidos como la encarnación directa de la Shejiná. Sirven como los embajadores celestiales de lo divino, funcionando como un puente entre lo espiritual y lo mundano, guiando, inspirando y ayudando a los seres en su camino espiritual. Su realeza es un testimonio de su estatura espiritual y su función como portadores de la energía divina, aportando armonía e integración.
Netzaj de Yetzirá:
Elohim, Elohim.
Situado dentro del mundo de Yetzirá, Netzaj está presidido por una clase única de ángeles, identificados por el término hebreo Elohim. 'Elohim', como su definición más simple sugiere, se traduce como 'dioses', un término que encarna una variedad de interpretaciones y roles que estas entidades celestiales han cumplido a lo largo de la historia.
Los Elohim han sido vistos frecuentemente como los agentes celestiales que operan detrás de las fuerzas de la naturaleza. Históricamente, han sido personificados como el diverso panteón de dioses y diosas que pueblan varias mitologías. Como tales, son los orquestadores divinos de los fenómenos naturales, su influencia manifestándose en los elementos que moldean el mundo que habitamos.
Existe una conexión inherente que puede trazarse entre los Elohim y otras dos clases de ángeles, a saber, los Hashmallim y los Tarshishim, que se traducen como 'Brillantes' y 'Resplandecientes', respectivamente. Esta conexión está respaldada por su asociación mutua con la luz, aunque en diferentes formas. La radiancia celestial de Jésed, que es el hogar de los Hashmallim, es una luz espiritual, blanca pura. En contraste, la luz que emana de Netzaj, el reino de los Elohim, es astral y multicolor.
La luz de Netzaj puede compararse con un prisma que difracta un haz de luz blanca en los diversos colores del arcoíris. Estos colores representan las frecuencias cromáticas básicas que interactúan entre sí, conduciendo a la increíble variedad del mundo manifestado. Esto demuestra la verdad fundamental de nuestra existencia—que todo es vibración, la danza perpetua de la energía que constituye el tejido del cosmos.
Sirviendo como entidades astrales, los Elohim son arquetipos distintivamente definidos, cada uno buscando expresar sus características únicas. Todos estos son manifestaciones del principio de fuerza sin forma, que está presidido por el principio de vibración simpática personificado por Janiel, el alma de la naturaleza, y representado por el nombre divino HaVaYaH Tzevaot en Netzaj.
La esfera de influencia de los Elohim es vasta, extendiéndose no solo sobre dioses arquetípicos en relación con grupos humanos, sino también sobre los poderes naturales de manantiales, ríos, montañas y similares. Guían las mentes grupales de otras evoluciones, como los animales, y supervisan a los espíritus de la naturaleza en general.
Sin embargo, el plano primario de manifestación de los Elohim es el reino emocional, dentro de la esfera de la polaridad. Esto se debe a que los 'dioses', o los Elohim, no son meramente conceptos intelectuales para ser pensados; más bien, son fuerzas profundas para ser sentidas. Son, de hecho, los custodios de nuestras emociones, guiando sutilmente nuestros sentimientos, despertando nuestras pasiones y moldeando nuestros deseos, ya que presiden el amplio espectro de emociones y reacciones humanas.
Hod de Yetzirá:
Bene Elohim, Bene Elohim.
Estacionado dentro de las profundas capas del mundo de Yetzirá está Hod, que es el hogar de un intrigante grupo de ángeles conocidos como los Bene Elohim. 'Bene Elohim', en hebreo, se traduce directamente como 'hijos de los dioses'. Estos seres celestiales representan un orden complementario a los Elohim, reflejando la relación entre forma y fuerza, encapsulando los poderes de la mente, el intelecto y la cognición.
Los Bene Elohim están profundamente entrelazados con la construcción y evolución del mundo físico, una relación que se transmite sucintamente en el libro bíblico de Job, capítulos 38:4-7. En estos versículos, Dios plantea preguntas retóricas a Job sobre la creación de la tierra, destacando el proceso intrincado y oculto detrás de su formación:
"¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Declara si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios (Bene Elohim)?"
Hod, presidido por el ángel Rafael, representa el reino del intelecto. Como tal, los Bene Elohim encarnan las diversas formas de la mente y el funcionamiento cognitivo. Su influencia es indispensable en la creación y elaboración de sistemas complejos de pensamiento y conocimiento concreto. Pueden describirse acertadamente como civilizadores, ya que desempeñan un papel integral en el desarrollo de artes y técnicas, y están profundamente involucrados en la inteligencia aplicada que gobierna la interacción del pensamiento con la materia.
Este orden angélico comparte una relación particularmente cercana con la raza humana, dada nuestra naturaleza inherentemente mental, especialmente observada en nuestro estado evolutivo actual. Esta relación simbiótica se ilumina aún más en Génesis capítulo 6, donde se hace referencia específica a los Bene Elohim. Este pasaje, interpretado de numerosas maneras a lo largo del tiempo, sugiere una interpretación alegórica en alineación con la naturaleza angélica de los Hijos de Dios:
"Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra y les nacieron hijas, viendo los hijos de Dios (Bene Elohim) que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas."
Este pasaje puede percibirse como la esencia espiritual fundiéndose con la carne material. Esto se hace eco en la subsiguiente declaración de Dios: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne." La subsiguiente transición de la humanidad a vidas finitas—mortalidad alegórica simbolizada por los "120 años"—significa la encarnación de la muerte física.
Folclores como el Libro de Enoc proponen que estos Hijos de Dios son ángeles caídos que imparten conocimientos de ciencias y artes a los humanos. Su influencia civilizadora, ya sea constructiva o destructiva, es innegablemente impactante. El mito de Prometeo también, donde es castigado por proporcionar a la humanidad con poder divino, comparte temas similares. Es la facultad mental, y sus derivados como el lenguaje, lo que distingue a la humanidad, al tiempo que la hace potencialmente amenazante para sí misma y otras formas de vida en la Tierra.
Un desarrollo desproporcionado del poder mental puede alejar a la humanidad de sus raíces instintivas y emocionales, conduciendo a tendencias violentas, lo que requiere la creación de códigos morales. Sin embargo, no son los Bene Elohim los que dirigen a la humanidad hacia la maldad, sino las propias predisposiciones de la humanidad, como se ilustra en Génesis 6:5.
Por el contrario, los Bene Elohim ayudan en la realización de la verdadera naturaleza intelectual de la humanidad, facilitando la formulación de conceptos que aumentan, en lugar de obstaculizar, la luz divina. Este orden incluye a algunos de los grandes maestros y sanadores de la humanidad, que han buscado expresar su naturaleza, reflejando la visión de la Esplendor Divino de Hod.
Yesod de Yetzirá:
Querubim, Querubim.
Consagrado dentro de las profundidades del mundo de Yetzirá, en Yesod, reside un grupo imponente de ángeles conocidos como los Querubim. El término 'Querubim' se traduce como 'los Poderosos' o 'Vigorosos', un término arraigado en la palabra 'Jabir'. Curiosamente, es concebible que esta nomenclatura tenga sus raíces en los 'Karubi', las esfinges o toros alados que eran centrales en la antigua cultura mesopotámica. Estas representaciones escultóricas, simbolizando tanto protección como autoridad, se posicionaban habitualmente en la entrada de templos y palacios, simbolizando el papel de los Querubim como Guardianes de las Puertas.
Este papel de guardián se acentúa en el relato bíblico de la caída de la humanidad en Génesis 3:24: "Expulsó, pues, al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida." En esta representación arquetípica del exilio de la humanidad al plano de Asiyá, el Árbol de la Vida, situado en el corazón del jardín, se contextualiza para representar el Tiferet de Yetzirá, donde se revela el reino del ser puro, o Beriá.
La espada flamígera simboliza el camino entre Hod y Netzaj—una barrera de la psique inferior que debe ser trascendida. Los Querubim, como formadores del subconsciente, son instrumentales en esta trascendencia. Su vínculo directo con la vida instintiva se refleja en sus representaciones parcialmente animalísticas.
A medida que las narrativas bíblicas evolucionan, el término 'Querub' se utiliza para denotar prácticamente cualquier manifestación angélica perceptible, o más específicamente, la representación de una manifestación angélica a través de una imagen. Esto se ejemplifica en la representación de los dos Querubines del Arca de la Alianza, Metatrón y Sandalfón, entre los cuales la Presencia Divina se concentraba espacial y temporalmente. Así, hablamos del rayo Querub de estos dos arcángeles—su manifestación en la Fundación de Yetzirá, el receptáculo de todos los planos internos.
En otra instancia bíblica, el profeta Ezequiel percibe manifestaciones del Querub de las Jayot, el orden angélico de Kéter, reflejado en las aguas giroscopicas del río Quebar. Se les representa en forma zodiacal como el rostro de hombre, águila, toro y león—similar al antiguo Karibu. De manera similar, se dice que HaVaYaH también cabalga sobre un Querub, lo que significa que la manifestación cuádruple de la Deidad es sostenida por estas manifestaciones querúbicas.
Los Querubim actúan como agentes dentro del plano de Yetzirá, influyendo en las manifestaciones físicas de la energía. Sirven como porteros, controlando el flujo de energía en direcciones tanto ascendentes como descendentes. Todo lo que se manifiesta en Maljut, el reino más bajo, se filtra primero a través de Yesod, la esfera de los Querubim.
Notablemente, los Querubim son a menudo referidos como 'Regentes de los elementos', trabajando dentro de las contrapartes astrales de estos elementos y manteniendo un vínculo directo con el subconsciente. Moldean la sustancia astral (de ensueño) en representaciones simbólicas, funcionando como los arquitectos de la imaginación creativa. Controlan los instintos y son fuerzas poderosas de fertilización y proliferación.
Además, dan forma al andamiaje de la personalidad, y son de invaluable ayuda en varias formas de procesos terapéuticos. Después de todo, los complejos son esencialmente elementales artificiales de fuerza etérica. En todos sus roles, los Querubim facilitan la transformación, transmutación y trascendencia de la energía, y así son vitales para el funcionamiento de las esferas y los reinos que habitan.
Maljut de Yetzirá:
Ishim, Ishim.
La esfera de Maljut en el mundo de Yetzirá está asociada con los Ishim. El término Ishim, cuando se traduce, significa 'Fuegos', enfatizando su naturaleza y función característica en el plano Yetzirático. Para subrayar aún más esta identidad, también se les conoce como 'Almas de Fuego'.
Este orden angélico se insinúa en la frase bíblica: "El que hace a sus ángeles espíritus, a sus ministros llama de fuego" (Salmo 104:4). Esta alusión comunica sutilmente su naturaleza ígnea esencial y su papel como ministros divinos.
Conceptualmente, los Querubim son vistos como los guardianes de la forma astral, sirviendo para sostenerla como una estructura de tensiones o como un marco esquelético para el reino físico. Operando dentro de esta matriz, los Ishim se alinean a lo largo de las líneas de fuerza de los Querubim, dotando así a este marco con un cuerpo corpóreo. Su denominación como 'fuegos' significa que su esencia está entrelazada con la conciencia y la energía.
Estos ángeles tienen la tarea de lograr la convergencia de la psique y la materia, o en otras palabras, de la forma y la materia. Antes de convertirse en materia, lo físico es primordialmente energía. Por lo tanto, los Ishim pueden considerarse el alma interior de la materia, encargados de gobernar los intercambios energéticos que componen las actividades físicas, químicas y biológicas del mundo material. Representan la conciencia natural de la materia, atribuyéndole sus propiedades definitorias.
Estas "Vidas Ígneas", las cargas eléctricas diminutas, tejen incansablemente el tejido de la existencia material, estableciendo su estructura fundamental. Todo lo que comprendemos como materia se construye sobre esta subestructura. Este entendimiento permanece válido, a pesar de los avances significativos en la física subatómica desde su concepción inicial.
Los Ishim también desempeñan un papel integral en la relación entre el doble etérico y el sistema nervioso. Arreglan las corrientes eléctricas que convierten los estímulos en percepciones tangibles. En consecuencia, son las manos invisibles detrás de la conciencia corporal (también conocida como propiocepción) y la interacción sensorial con el mundo externo. Su influencia se extiende al ámbito psicosomático, ya que son responsables de facilitar la amalgama de lo psíquico y lo físico.
Dada su función significativa, los Ishim no son simplemente agentes de manifestación; también son los arquitectos de la realidad, entretejiendo intrincadamente la energía, la materia y la conciencia que definen nuestra existencia física. Su trabajo incesante proporciona la estructura básica para todo lo que es tangible, haciéndolos fundamentales para nuestra comprensión del universo y nuestro lugar dentro de él. Son los custodios de los intercambios energéticos que gobiernan el mundo material, y como tales, su presencia y actividad resuenan a través del mismo tejido de la realidad.
Within the domain of Yetzirah, the Sephiroth emerge not as mere cosmic points of energy, but as active formative powers or agents. Intrinsically pluralistic, they reflect Yetzirah's nature as a plane of diversification—a realm that, upon its continuous unfolding, gives rise to an intensified degree of individuation and differentiation.
These formative powers are bestowed with the title of Angelic Choirs. Consistent with the logical structure of the Sephirotic tree, every sephira—each a unique node of divine energy—possesses a corresponding order of angels. This angelic order holds the responsibility of materializing the respective sephirotic archetype, shaping it into a defined form, a corporeal manifestation of its otherwise abstract essence.
As we have previously explored, each sephirotic archetype takes on a tangible form through its archangel. This celestial being serves as the incarnation of the archetype, symbolizing the creation, vehicle, or manner of existence of the sephirotic essence. This essence, or divine light, is further symbolized by the Divine Name affiliated with the sephira.
Atziluth's relationship to Beriyah can be metaphorically compared to that of a thinker and his thoughts. If Atziluth is the cosmic mind conceiving divine ideas, then Beriyah is the realm where these ideas take shape—where abstract thoughts are given form and substance. Following this sequence, Yetzirah represents the verbalization or, more appropriately, the categorization of these shaped thoughts. The realm of Yetzirah is where these sephirotic ideas are classified and organized, prepared for further realization.
Lastly, Assiah signifies the semantic content of these classified thoughts, embodying their concreteness, externalization, and actualization. This realm is where the divine ideas, having journeyed from the mind of Atziluth, through the shaping forces of Beriyah, the categorization of Yetzirah, finally find their manifestation in concrete reality. This is why angels are often metaphorically referred to as the "divine words" or the conveyors of the divine message.
The nomenclature in these realms is not incidental, but deeply intentional. Names serve as keys to unlock the doors to these celestial forces. They become the vehicles through which divine force traverses the realms of the Sephirotic tree. The knowledge of a name is the access point, the vibrational frequency that enables us to tune into the energy it represents. By knowing a name, we align with its associated force and open ourselves to the possibility of its divine influence.
Kether of Yetzirah:
חיות , Chayot.
Inhabiting the sphere of Kether within the realm of Yetzirah are the celestial entities known as Chayot, whose name translates to The Holy Living Creatures. Elevated by their association with Kether, the highest sphere on the Tree of Life, the Chayot are an integral part of direct divine manifestations. Their presence is symbolized through the depiction of the four animals that constitute the Merkabah, or the divine chariot. These four creatures—the lion, the bull, the eagle, and man—are vividly described in the theophanic visions recorded by the prophet Ezekiel in the first and tenth chapters of his book.
Despite the mention of four distinct Chayot, they are in essence a singular entity. Ezekiel 1:22 refers to the Chayot in the singular form, highlighting the unity of these beings: "And over the heads of the Chayot a likeness of a firmament..." The Chayot do not operate independently but always move synchronously, as guided by the Spirit. Their wings touch one another, symbolizing the unity of the Spirit that resides within them. From this unity emerges four radiant points of light, each symbolizing the source and seed of life, light, love, and law. These are manifested through the four Chayot, emphasizing again that the four are truly one.
As the beings steering the divine chariot, the Chayot represent the active, tangible embodiment of the Divine Presence, as expressed by the Name Adonai. They serve as the link to the Malkuth of Atziluth, a metaphorical embodiment of the Body of G'd—an all-encompassing entity that contains everything within itself. Additionally, they function as instruments of the Spirit's action (portrayed by Shadai, the Divine Name in Yesod) and its substantial manifestation.
The Chayot are the vibrant embodiment of the Tetragram, the four-lettered Name of G'd. The Chayot are the spiritual correspondents of the quaternary structure—symbolizing the four worlds, the four elements, the four rivers of Eden, the four functions of psychological orientation, and the four cardinal points of life, light, love, and law. This association links the Chayot to the archetypal essences of the four elements. It can be said that all these categorizations are their emanations (sometimes metaphorically described as their sweat).
Symbolically, the Chayot are represented by the four fixed signs of the Zodiac. This includes the eagle, which signifies the transmuted libido and takes the place of the scorpion, underlining their connection with the stabilized essence of the elements. These zodiacal representations further elucidate the diverse aspects of life, light, love, and law that the Chayot manifest in their unique but unified existence.
Chokmah of Yetzirah:
אופנים, Ofanim.
Ofanim, derived from the Hebrew word meaning 'Wheels,' is an entity that we first encounter in the mystical visions articulated by the prophet Ezekiel. These beings are explicitly connected with the Chayot, another set of celestial beings, and are recognized as the wheels upon which the divine chariot is propelled. Ezekiel's awe-inspiring vision elucidates the distinct function of the four Chayot: each creature is capable of movement in four directions concurrently, and they are intrinsically linked to the divine chariot's wheels. These wheels are painted in vivid, almost terrifying detail, as wheels nested within wheels, their entire circumference pulsating with myriad watchful eyes.
The Ofanim symbolize the ceaseless, cyclical movements of the cosmos – vibrations that resonate through every aspect of existence, pulsing through space and time. The symbolism of wheels within wheels resonates with our understanding of cycles within cycles. From the individual to the collective, from the minuscule atom to the vast cosmos, every cycle, each revolving within the next, culminates into one monumental wheel. This immense wheel embodies all the worlds, in a dance of unity that corresponds to the concept of infinity – an endless cycle whose circumference is omnipresent, and whose center is elusive.
Every glinting eye within the Ofanim represents the myriad possibilities of life and consciousness, each twinkle a testament to the boundless potential within the cosmos. In this sense, these angelic entities associated with Chokmah bring a profound cosmic dynamism to the divine machinery of existence.
The concept of the circumference divided into segments conjures images of progression, succession. Each part is a manifestation of a process, an embodiment of time flowing inevitably, in an inherent cycle. This notion prefigures the concept of the Zodiac, which is, in essence, the physical representation of Chokmah in the realm of Assiah – the World of Action.
In fact, the Ofanim serve as the heartbeat of every cycle that permeates existence – be it mental, natural, temporal, or vital. Behind the rhythmic pulsation of each cycle, there is the unmistakable influence of an Ofan. They are the unseen wheels that set the cosmos into motion, the embodiment of the eternal cycles that govern all forms of existence and consciousness. Indeed, to understand the Ofanim is to grasp the dynamism of the cosmos itself and the infinite cycles that propel the dance of life and time.
Binah of Yetzirah:
אראלים, Erelim.
Situated in Binah within the world of Yetzirah, we find the divine beings known as Erelim. In Hebrew, their name translates to the Strong, the Great, the Robust Ones. In certain texts, they are also referred to as Thrones, an association drawn from the book of Daniel (7:9) and further echoed in the Divine Throne imagery from Ezekiel's vision. Regardless of the terminology, the inherent idea remains consistent: the Erelim stand as an immovable base or foundation, embodying the substance and stability that characterize form.
In this context, it is crucial to understand the Erelim as formative agents, or Forms in the Platonic sense of the term. They are not merely celestial entities but rather archetypal figures—Platonic Ideas, to be precise. They serve as the prototypes or models, the prime, formal manifestations on the highest arc of spiritual essence. In essence, they are the Exemplary Ideas or ideals towards which all things in existence are compelled to strive. Furthermore, they play a vital role in shaping the neshamah, the human spiritual soul. This spiritual soul, in turn, acts as the throne or vehicle of its own divine spark.
The path towards spiritual enlightenment is seldom smooth. The journey is riddled with challenges, often presented by the Erelim themselves. At times, they might appear to be forces of limitation or obstruction. However, their true purpose lies in shaping and perfecting the soul's journey. They are the angels of the Tikkun, bearers of the blueprint of our spiritual architecture and destiny. They send us experiences, sometimes harsh and difficult, that are vital for our complete spiritual fulfillment.
As agents of Divine Providence, they embody the Divine Intelligence actively operating in the formative world of Yetzirah. In this grand cosmic scheme, there exists no entity without its celestial archetype. Each of these archetypes acts as a seed atom, birthing its respective being on the outward path of creation. Conversely, on the path of return, they function as the model—the ideal of its ultimate state, the highest potential that each entity is destined to reach.
Thus, the Erelim stand as pillars of strength, marking the landscape of our spiritual journey. They provide stability amidst the inherent fluidity of existence, guiding us towards our divine destiny. In their robustness, they encapsulate the complexities of our journey—be it our struggles, our aspirations, or our ultimate transcendence. They are the silent sentinels, the bearers of form, helping us navigate the winding paths towards our true spiritual home.
Chesed of Yetzirah:
חשמלים, Hasmallim.
Situated in Chesed in the formative plane of Yetzirah, we find the radiant entities known as the Hashmallim. Their name translates to the Bright Ones, a moniker fitting for their role as the angels of expansive, giving energies. The Hashmallim represent positive psychic energies, vividly manifesting in the form of light. They embody an eternal optimism, constantly radiating energy that is constructive, affirmative, and enthusiastic. Their influence is the epitome of psychic energy in its most exalted, least entropic state – an effervescent, glowing substance that fuels all psychic manifestations.
A deep study of the term 'Hashmal' unveils its fascinating intricacies. The Talmud deconstructs the word into "Hash" (silence) and "Mal" (word), denoting it as 'speaking silence' or pure Consciousness. This duality encapsulates the paradoxical nature of the divine – a silence that speaks volumes, an unutterable knowledge expressed through its very unutterability.
Ezekiel's prophetic vision provides another layer of understanding to the Hashmallim. The term 'Hashmal' appears as the final threshold prior to the actual prophetic vision. "The vision of Hashmal within the fire and from its very center springs the appearance of the four living creatures," the scripture describes. The Hashmal further encapsulates the upper portion of the human figure, "from the loins upwards", symbolizing the highest arc of psychic energy. Below this point, the prophet perceives a different manifestation of light, linked with the rainbow – a symbol of the septenary, which represents a more tangible expression of spiritual energy.
Therefore, the Hashmal represents a boundary state, a liminal space that echoes the positioning of Chesed in opposition to Daat (the three supreme sefirot). It serves as the final barrier one must cross to reach the vision of the Merkabah and to hear the Divine Voice (prophecy). Furthermore, the numeric value of the word 'Hashmal' is 378 (חשמל), identical to that of the term 'Malbush' (מלבוש), which translates to vesture. This connection alludes to the luminescent, energetic vesture that the spiritual adopts in its manifestation – a radiant garment of spirituality that simultaneously conceals and reveals.
As a celestial order, the Hashmallim's influence is innately positive and benevolent. They serve as agents of merciful judgment, refusing to abandon any situation. They impart lessons of positivity, encouraging us to perceive the brighter side of situations. They infuse our tasks with necessary optimism and enthusiasm, reinforcing the spirit of hope. Their intrinsic nature revolves around the virtue of generosity, mirroring their luminous manifestation, they give light unreservedly. Thus, the Hashmallim symbolize the unyielding brightness of spiritual energy, embodying the beauty of boundless giving and optimism.
Gevurah of Yetzirah:
שרפים, Serafim.
Existing within the Gevurah of Yetzirah are the Serafim, celestial entities known for their judgement, fear, and severity. The origin of their name is deeply connected to the root word "Saraf," meaning to burn or to blaze. Hence, the Serafim are the Fiery Ones, sometimes alternatively interpreted as the Serpents of Fire. Their essence is complex, straddling the realms of divinity, judgement, and transformation, their attributes deeply interwoven with the theme of fire and serpents.
Their role in the celestial realm becomes more vivid in the vision of Adonai, as described in the sixth chapter of Isaiah: "I saw also Adonai sitting upon a throne, high and lifted up, and His train filled the temple. Above it stood the seraphim; each one had six wings: with two he covered his face, and with two he covered his feet, and with two he flew..." They are seen as divine sentinels, attending to the holiness of the Most High, a testament to their role as the divine guardians of righteousness and purity.
Yet the Serafim serve a higher purpose beyond mere celestial servitude. They function as the negation of G'd's negation, affirming His holiness and His separateness from all other entities. They are the Holy Shem HaMeforash amidst the multitudes, revered and sanctified across the three created worlds, echoing the declaration: "The whole earth is filled with his glory." Their existence articulates the divine glory, the pervasive, effulgent presence of the Most High that permeates the earth.
The Seraphim’s function extends to purifying and sanctifying roles, an aspect vividly portrayed in the text: "Then flew to me one of the seraphim who had in his hand an ember which you had taken from upon the altar with tongs, and touched my mouth with it, and said, Behold, this has touched your lips, and your iniquity is gone, and your sin is atoned for." This act symbolizes their divine authority to purge iniquity and sin, their power to deliver purification through the celestial fire they hold.
Their association with desolation is pivotal, bearing the question, "How long?" until they are "as the terebinth and the oak, of which when they are cut down the stump is left; out of their stump shall come forth holy seed." This suggests their potential role in the destruction of Gevurah, to demolish in order to construct anew. Fire, as symbolized by the Serafim, both burns and consumes, yet it also has the power to transmute and sublimate.
Referencing Numbers 21, we are presented with the episode of the fiery serpents. The Israelites are depicted yearning for the world of satiated desires. Intense desire, a consuming fire, leaves the soul yearning, bound to the object of its desire. The energy moves horizontally like a serpent on the ground. The Serafim are linked with this symbol of the serpent, emblematic of transformative energies.
G'd’s command to Moses in Numbers 21:8 further underscores the Serafim's transformative power: "Make yourself a fiery serpent (Saraf) and put it on a pole, and it shall come to pass that everyone who has been bitten and looks at it shall live." This represents the sublimation of energy, the elevation of the fiery serpent, underscoring the idea that energy, in its singularity, can be sublimated.
The Seraphim, embodying the zeal of the fiery ones, assist significantly in the self-discipline and self-mastery required for resisting our negative or darker side. They teach us a profound lesson: that the quest for power must always be coupled with the pursuit of holiness. Thus, the Serafim are not just divine entities of judgement, but also invaluable guides in the path of spiritual growth and transformation.
Tiferet of Yetzirah:
מלאכים, Malachim.
Situated in the realm of Yetzirah, the Sephira of Tiferet has its own representative band of angelic entities known as the מלאכים, or the Malachim. The term 'Malachim' embodies a dual significance. At its core, 'Malachim' translates to 'Kings'. However, by integrating a silent 'Alef' within the confines of the term's structure, the term 'Malachim' transforms into 'Melachim' which is the general term for 'angels'. Both interpretations hold validity within their respective contexts, and they contribute to the holistic understanding of the role these angelic beings perform.
The term 'Malach', a derivative of 'Melachim', is a word that stands for 'messenger'. The underlying role of a messenger echoes the core function of Tiferet, which stands as the symbolic mediator. Given this fundamental alignment, the Melachim are intrinsically connected to the mission of Tiferet - to relay the divine blessings from higher realms.
The royal nature of the Malachim is established through their link with the 'I', the essence of self, where they operate as the master craftsmen. Being the Solar angels, they are regal, radiant, and brimming with energy and vitality. Their presence is often linked to the infusion of joy, enlightenment, altruism, and unity.
As the angels of the 'I' or the 'true self', the Malachim possess deep insights into the spiritual journey of an individual, an understanding of their spiritual responsibilities, and the inspiration required to reach those divine heights. This particular role enhances their function as guardian angels, guiding and supporting individuals until they are able to stand on their spiritual journey independently.
Being integral to the harmonious and balanced development of an individual, the Malachim promote beauty, harmony, and integration. They ensure the connection between spiritual consciousness across all dimensions and domains, extending far beyond the realm of humans. Through the Malachim, every existence, force, or form within the world of Assiah forges a bond with its spiritual archetype.
Their status as 'kings' is granted by their authority over their individual realm or sphere of manifestation. Their hosts include the rulers of elemental kingdoms and angels associated with nations. They embody their spiritual principle across all realms of reality.
Their divine presence is encapsulated in Psalm 68:17, where it is stated: "The chariots of G'd are twenty thousand, even thousands of angels; the Lord is among them as in Sinai, in the holy place." As such, they are recognized as the direct embodiment of the Shekhinah. They serve as the celestial ambassadors of the divine, functioning as a bridge between the spiritual and the mundane, guiding, inspiring, and aiding beings on their spiritual path. Their royalty is a testament to their spiritual stature and their function as conveyors of divine energy, bringing forth harmony and integration.
Netzach of Yetzirah:
א’’ל’’ה’’י’’ם, Elokim.
Situated within the world of Yetzirah, Netzach is presided over by a unique class of angels, identified by the Hebrew term א’’ל’’ה’’י’’ם, or 'Elokim'. 'Elokim', as its simplest definition suggests, translates to 'gods', a term that embodies an array of interpretations and roles that these celestial entities have fulfilled throughout the course of history.
The Elokim have frequently been viewed as the celestial agents operating behind the forces of nature. Historically, they have been personified as the diverse pantheon of gods and goddesses that populate various mythologies. As such, they are the divine orchestrators of natural phenomena, their influence manifesting in the elements that shape the world we inhabit.
There is an inherent connection that can be drawn between the Elokim and two other classes of angels, namely the Hashmallim and the Tarshishim, which translate to 'Bright' and 'Shining', respectively. This connection is underpinned by their mutual association with light, albeit in different forms. The celestial radiance of Chesed, which is home to the Hashmallim, is a spiritual, pure white light. In contrast, the light emanating from Netzach, the realm of the Elokim, is astral and multicolored.
Netzach's light can be likened to a prism that diffracts a beam of white light into the various colors of the rainbow. These colors represent the basic chromatic frequencies which interact with each other, leading to the incredible variety of the manifested world. This demonstrates the fundamental truth of our existence – that all is vibration, the perpetual dance of energy that constitutes the fabric of the cosmos.
Serving as astral entities, the Elokim are distinctly defined archetypes, each seeking to express its unique characteristics. All of these are manifestations of the principle of formless force, which is presided over by the sympathetic vibration principle personified by Hanael, the soul of nature, and represented by the divine name HaVaYaH Tzevaot in Netzach.
The sphere of influence of the Elokim is vast, extending not only over archetypal gods in relation to human groups, but also over the natural powers of springs, rivers, mountains, and the like. They guide the group minds of other evolutions, such as animals, and oversee nature spirits in general.
However, the primary plane of the Elokim's manifestation is the emotional realm, within the sphere of polarity. This is because the 'gods', or the Elokim, are not merely intellectual concepts to be thought about; rather, they are profound forces to be felt. They are indeed the custodians of our emotions, subtly guiding our feelings, stirring our passions, and shaping our desires, as they preside over the wide spectrum of human emotions and reactions.
Hod of Yetzirah:
בני-האלהים, Bene Elokim.
Stationed within the profound layers of the world of Yetzirah is Hod, which is home to an intriguing group of angels known as the בני-האלהים, or Bene Elokim. 'Bene Elokim', in Hebrew, directly translates to 'sons of the gods'. These celestial beings represent a complementary order to the Elokim, reflecting the relationship between form and force, encapsulating the powers of the mind, intellect, and cognition.
The Bene Elokim are profoundly entwined with the construction and evolution of the physical world, a relationship that is succinctly conveyed in the biblical book of Job, chapters 38:4-7. In these verses, G'd poses rhetorical questions to Job about the creation of the earth, highlighting the unseen, intricate process behind its formation:
"Where wast thou when I laid the foundations of the earth? Declare, if thou hast understanding. Who hath laid the measures thereof, if thou knowest? Or who hath stretched the line upon it? Whereupon are the foundations thereof fastened? Or who laid the cornerstone thereof, when the morning stars sang together, and all the sons of G'd (Bene Elokim) shouted for joy?"
Hod, presided over by the angel Rafael, represents the realm of the intellect. As such, the Bene Elokim embody the various forms of the mind and cognitive functioning. Their influence is indispensable in the creation and elaboration of complex systems of thought and concrete knowledge. They can be aptly described as civilizers, as they play an integral role in the development of crafts and techniques, and are deeply involved in the applied intelligence that governs the interaction of thought with matter.
This angelic order shares a particularly close relationship with the human race, given our inherently mental nature, especially as observed in our current evolutionary state. This symbiotic relationship is further illuminated in Genesis chapter 6, where the Bene Elokim are specifically referred to. This passage, interpreted in numerous ways across time, suggests an allegorical interpretation in alignment with the angelic nature of the Sons of G'd:
"And it came to pass, when men began to multiply on the face of the earth and daughters were born unto them, that the sons of G'd saw the daughters of men, that they were fair; and they took for themselves wives of all whom they chose."
This passage can be perceived as the spiritual essence melding with the material flesh. This is echoed in G'd's subsequent statement, "My spirit shall not always strive with man because it is also flesh." Mankind's subsequent transition to finite lives – allegorical mortality symbolized by the "120 years" – signifies the embodiment of physical death.
Folklore such as the Book of Enoch propose these Sons of G'd to be fallen angels who impart knowledge of sciences and crafts to humans. Their civilizing influence, be it constructive or destructive, is undeniably impactful. The Prometheus myth too, where he is punished for providing mankind with divine power, shares similar themes. It's the mental faculty, and its derivatives like language, that distinguish humanity, while also making it potentially threatening to itself and other life forms on Earth.
A disproportionate development of mental power can estrange humanity from its instinctive and emotional roots, leading to violent tendencies, necessitating the creation of moral codes. However, it is not the Bene Elokim that steer humanity towards malevolence, but humanity's own predispositions, as illustrated in Genesis 6:5.
Contrarily, the Bene Elokim aid in the realization of humanity's true intellectual nature, facilitating the formulation of concepts that augment, rather than hinder, the divine light. This order includes some of the great teachers and healers of humanity, who have sought to express their nature, mirroring Hod's vision of the Divine Splendor.
Yesod of Yetzirah:
כרובים, Cherubim.
Enshrined within the depths of the world of Yetzirah, in Yesod, resides a commanding group of angels known as the כרובים, or Cherubim. The term 'Cherubim' translates to 'the Mighty Ones' or 'Potent Ones', a term rooted in the word 'Chabir'. Interestingly, it's conceivable that this nomenclature has its roots in the 'Charubi', the winged sphinxes or bulls that were central to ancient Mesopotamian culture. These statuesque representations, symbolizing both protection and authority, were customarily positioned at the entrance of temples and palaces, symbolizing the Cherubim's role as the Guardians of the Gates.
This guardian role is accentuated in the biblical account of the fall of mankind in Genesis 3:24: "So He drove out the man; and He placed at the east of the Garden of Eden cherubims and a flaming sword which turned every way, to keep the way of the tree of life." In this archetypal depiction of mankind's exile to the plane of Assiah, the Tree of Life, situated at the heart of the garden, is contextualized to represent the Tiferet of Yetzirah, where the realm of pure being, or Beriyah, is revealed.
The flaming sword symbolizes the pathway between Hod and Netzach - a barrier of the lower psyche that must be transcended. The Cherubim, as formers of the subconscious, are instrumental in this transcendence. Their direct linkage with instinctual life is reflected in their partly animalistic representations.
As biblical narratives evolve, the term 'Cherub' is used to denote virtually any perceptible angelic manifestation, or more specifically, the representation of an angelic manifestation through an image. This is exemplified in the depiction of the two Cherubim of the Ark of the Covenant, Metatron and Sandalfon, amidst which the Divine Presence was spatially and temporally concentrated. Thus, we talk about the Cherub ray of these two archangels - their manifestation in the Foundation of Yetzirah, the receptacle of all inner planes.
In another biblical instance, prophet Ezekiel perceives manifestations of the Cherub of the Chayot, the angelic order of Kether, reflected in the gypsodic waters of the river Quebar. They are depicted in zodiacal form as the face of man, eagle, bull, and lion - akin to the ancient Karibu. Similarly, HaVaYaH is also said to ride upon a Cherub, which signifies that the fourfold manifestation of Deity is upheld by these cherubic manifestations.
The Cherubim act as agents within the plane of Yetzirah, influencing the physical manifestations of energy. They serve as gatekeepers, controlling the flow of energy in both ascending and descending directions. Everything that manifests in Malkuth, the lowest realm, first filters through Yesod, the sphere of the Cherubim.
Notably, the Cherubim are often referred to as 'Rulers of the elements', working within the astral counterparts of these elements and maintaining a direct link with the subconscious. They mold the astral (dream) substance into symbolic representations, functioning as the architects of creative imagination. They control instincts and are potent forces of fertilization and proliferation.
Moreover, they shape the scaffolding of the personality, and are of invaluable assistance in various forms of therapeutic processes. After all, complexes are essentially artificial elementals of etheric force. In all their roles, the Cherubim facilitate the transformation, transmutation, and transcendence of energy, and thus are vital to the functioning of the spheres and the realms they inhabit.
Malkuth of Yetzirah:
אישים, Ishim.
The sphere of Malkuth in the world of Yetzirah is associated with the אישים, or Ishim. The term Ishim, when translated, means 'Fires', emphasizing their characteristic nature and function in the Yetzirahtic plane. To underscore this identity further, they are also referred to as 'Souls of Fire'.
This angelic order is hinted at in the biblical phrase: "who maketh His angels spirits, His ministers a flaming fire" (Psalm 104:4). This allusion subtly communicates their quintessential fiery nature and their role as divine ministers.
Conceptually, the Cherubim are seen as the keepers of the astral form, serving to uphold it as a structure of tensions or as a skeletal framework for the physical realm. Operating within this matrix, the Ishim align themselves along the Cherubim's lines of force, thereby bestowing this framework with a corporeal body. Their denomination as 'fires' signifies that their essence is intertwined with consciousness and energy.
These angels are tasked with achieving the convergence of the psyche and matter, or in other words, of form and matter. Prior to becoming matter, the physical is primarily energy. Thus, the Ishim can be considered the inner soul of matter, in charge of governing the energetic exchanges that compose the physical, chemical, and biological activities of the material world. They represent the natural consciousness of matter, attributing to it its defining properties.
These "Igneous Lives", the minute electric charges, tirelessly weave the fabric of material existence, establishing its fundamental structure. Everything we comprehend as matter is constructed upon this substructure. This understanding remains valid, despite significant advancements in subatomic physics since its initial conception.
The Ishim also play an integral role in the relation between the etheric double and the nervous system. They arrange the electric currents that convert stimuli into tangible perceptions. Consequently, they are the invisible hands behind bodily consciousness (also known as proprioception) and sensory interaction with the external world. Their influence extends to the psychosomatic realm, as they are responsible for facilitating the amalgamation of the psychic and the physical.
Given their significant role, the Ishim are not simply agents of manifestation; they are also the architects of reality, intricately weaving together the energy, matter, and consciousness that define our physical existence. Their ceaseless work provides the basic structure for all that is tangible, making them fundamental to our understanding of the universe and our place within it. They are the custodians of the energetic exchanges that govern the material world, and as such, their presence and activity resonate throughout the very fabric of reality.
イェツィラーの領域内では、セフィロトは単なる宇宙的なエネルギーの点としてではなく、活発な形成力やエージェントとして現れる。本質的に多元的であり、彼らはイェツィラーの性質である多様化の平面—連続的な展開によって、個別化と差異化の度合いを強化する領域—を反映している。
これらの形成力は天使の隊列という称号を与えられている。セフィロティック・ツリーの論理的構造に一致して、各セフィラ—それぞれが独自の神のエネルギーのノード—は対応する天使の秩序を持つ。この天使の秩序は、それぞれのセフィラの原型を具現化し、明確な形、つまり抽象的な本質を具体的な形にする責任を持っている。
以前に探求したように、各セフィラの原型は、その大天使を通じて具体的な形を取る。この天上的な存在は原型の化身として機能し、セフィラの本質の創造、乗り物、または存在の方法を象徴する。この本質、つまり神の光は、セフィラに関連付けられた神の名前によってさらに象徴される。
アツィルトのベリアーへの関係は、思考者とその思考の関係に比喩的に例えられる。もしアツィルトが神聖なアイデアを考案する宇宙の心であるならば、ベリアーはこれらのアイデアが形を取る領域—抽象的な思考が形と実体を与えられる場所—である。この連続に従って、イェツィラーはこれらの形成された思考の言語化、またはより適切には分類を表す。イェツィラーの領域は、これらのセフィラのアイデアが分類され組織化され、さらなる実現のために準備される場所である。
最後に、アッシアはこれらの分類された思考の意味的内容を示し、それらの具体化、外在化、そして実現を体現する。この領域は、神のアイデアがアツィルトの心から、ベリアーの形成力、イェツィラーの分類を経て、最終的に具体的な現実に現れる場所である。だからこそ、天使たちはしばしば比喩的に「神の言葉」や神のメッセージの伝達者と呼ばれる。
これらの領域での命名法は偶然ではなく、深く意図的である。名前はこれらの天上的な力への扉を開く鍵として機能する。彼らは、神の力がセフィロティック・ツリーの領域を通過するための乗り物となる。名前を知ることはアクセス・ポイントであり、それが表すエネルギーに同調することを可能にする振動数である。名前を知ることで、その関連する力と一致し、その神の影響の可能性に自分を開くことになる。
イェツィラーのケテル:
ハヨット , ハヨット。
イェツィラーのケテルの領域に存在するのは、ハヨットと呼ばれる天上的な存在であり、その名前は聖なる生き物を意味する。生命の木の最も高いセフィラであるケテルと関連付けられることで高められたハヨットは、直接的な神の顕現の不可欠な部分である。彼らの存在は、メルカバー、つまり神の戦車を構成する四つの動物の描写を通して象徴される。これらの四つの生き物—ライオン、雄牛、鷲、人間—は、エゼキエル書の第1章と第10章で預言者エゼキエルが記録した神現のビジョンで鮮明に描写されている。
四つの異なるハヨットの言及にもかかわらず、彼らは本質的に一つの存在である。エゼキエル書1:22はハヨットを単数形で言及し、これらの存在の統一性を強調している:「ハヨットの頭上には、大空のようなものがあった...」。ハヨットは独立して動作するのではなく、常に霊によって導かれた同期的な動きをする。彼らの翼は互いに触れ合い、彼らの中に宿る霊の統一性を象徴している。この統一から、生命、光、愛、法の源と種を象徴する四つの輝く光の点が現れる。これらは四つのハヨットを通じて具現化され、四つが真に一つであることを再び強調している。
神の戦車を操縦する存在として、ハヨットはアドナイという名前で表される神の臨在の活動的で具体的な体現を表す。彼らはアツィルトのマルクトへのリンクとして機能し、すべてを自分自身に含む包括的な存在である神の身体の比喩的な具現化である。さらに、彼らは霊の行動(イェソドの神の名前であるシャダイによって描かれる)とその実質的な顕現の道具として機能する。
ハヨットは四文字の神の名前であるテトラグラムの生き生きとした具現化である。ハヨットは四元構造の精神的な対応物であり、四つの世界、四つの元素、エデンの四つの川、心理的な指向の四つの機能、そして生命、光、愛、法の四つの基本点を象徴している。この関連性は、ハヨットを四元素の原型的な本質と結びつける。これらの分類はすべて彼らの放出物(時には比喩的に彼らの汗と表現される)であると言える。
象徴的に、ハヨットは黄道帯の四つの不動宮で表される。これは、蠍座の代わりに変容されたリビドーを象徴する鷲を含み、元素の安定した本質とのつながりを強調している。これらの黄道帯の表現は、ハヨットが独自でありながら統一された存在で表現する生命、光、愛、法の多様な側面をさらに解明する。
イェツィラーのホクマー:
オファニム, オファニム。
オファニムは、ヘブライ語で「車輪」を意味する言葉に由来し、預言者エゼキエルが表現した神秘的なビジョンで初めて出会う存在である。これらの存在はハヨットと明示的に関連付けられ、神の戦車を推進する車輪として認識されている。エゼキエルの驚異的なビジョンは、四つのハヨットの明確な機能を明らかにする:各生き物は同時に四方向への移動が可能であり、彼らは神の戦車の車輪と本質的に結びついている。これらの車輪は鮮やかで、ほとんど恐ろしいほど詳細に描かれ、輪の中に輪があり、その全周が無数の見張る目で脈動している。
オファニムは宇宙の絶え間ない循環的な動きを象徴している—存在のあらゆる側面を通じて共鳴し、空間と時間を脈打つ振動である。輪の中の輪という象徴は、サイクルの中のサイクルという理解と共鳴する。個から集合体へ、微小な原子から広大な宇宙まで、各サイクルが次のサイクルの中で回転し、一つの巨大な輪に culminate する。この巨大な輪はすべての世界を具現化し、無限という概念に対応する統一のダンスである—その円周は偏在し、その中心は捉えどころがない終わりのないサイクルである。
オファニムの中の輝く各目は、生命と意識の無数の可能性を表し、各きらめきは宇宙内の無限の可能性の証である。この意味で、ホクマーに関連するこれらの天使的存在は、存在の神聖な機械に深い宇宙的ダイナミズムをもたらす。
円周をセグメントに分割するという概念は、進行、継承のイメージを呼び起こす。各部分はプロセスの具現化であり、固有のサイクルで不可避に流れる時間の具現化である。この概念は黄道帯の概念を予見し、これは本質的にアッシアの領域におけるホクマーの物理的な表現である。
実際、オファニムは存在を貫く各サイクルの心拍として機能する—それが精神的、自然的、時間的、あるいは生命的であろうと。各サイクルのリズミカルな脈動の背後には、オファンの明確な影響がある。彼らは宇宙を動かす見えない車輪であり、存在と意識のあらゆる形態を支配する永遠のサイクルの具現化である。確かに、オファニムを理解することは、宇宙そのもののダイナミズムと生命と時間のダンスを推進する無限のサイクルを把握することである。
イェツィラーのビナー:
エレリム, エレリム。
イェツィラーの世界のビナーに位置するのは、エレリムとして知られる神聖な存在である。ヘブライ語で彼らの名前は強い者、大いなる者、強壮な者を意味する。あるテキストでは、彼らは「玉座」とも呼ばれ、ダニエル書(7:9)から引き出された関連性であり、エゼキエルのビジョンからの神の玉座のイメージでも反映されている。用語に関係なく、内在する考えは一貫している:エレリムは動かない基盤や土台として立ち、形を特徴づける物質性と安定性を体現している。
この文脈で、エレリムを形成的なエージェント、あるいはプラトン的な意味での形態として理解することが重要である。彼らは単なる天上的な存在ではなく、むしろ原型的な人物—正確にはプラトンのイデアである。彼らはプロトタイプやモデルとして機能し、精神的な本質の最も高いアークでの最初の、正式な顕現である。本質的に、彼らは存在するすべてのものが努力することを強いられる模範的なイデアや理想である。さらに、彼らは人間の霊的な魂であるネシャマーの形成において重要な役割を果たす。この霊的な魂は、自身の神聖な火花の玉座や乗り物として機能する。
霊的な啓発への道はなめらかではない。その旅はエレリム自身によってしばしば提示される挑戦に満ちている。時には、彼らは制限や妨害の力のように見えるかもしれない。しかし、彼らの真の目的は魂の旅を形作り、完璧にすることにある。彼らはティクンの天使であり、我々の霊的な構造と運命の設計図の運び手である。彼らは我々に、時には厳しく困難な経験を送り、我々の完全な霊的な完成のために重要である。
神の摂理のエージェントとして、彼らはイェツィラーの形成的な世界で積極的に働く神の知性を体現している。この大宇宙の計画では、その天上的な原型を持たない存在はない。これらの原型の各々は種子原子として機能し、創造の外側の道でそれぞれの存在を生み出す。逆に、帰還の道では、彼らはモデルとして機能し、その究極の状態の理想、各存在が達成する運命にある最高の可能性である。
このように、エレリムは強さの柱として立ち、我々の霊的な旅の風景を形作る。彼らは存在の本質的な流動性の中で安定性を提供し、我々を神の運命へと導く。その強壮さの中で、彼らは我々の旅の複雑さ—我々の闘争、我々の願望、あるいは我々の究極の超越—を包含する。彼らは静かな哨兵であり、形の運び手であり、我々が真の霊的な家へと向かう曲がりくねった道をナビゲートするのを助ける。
イェツィラーのヘセド:
ハシュマリム, ハシュマリム。
イェツィラーの形成的な平面のヘセドに位置するのは、ハシュマリムとして知られる輝く存在である。彼らの名前は「輝く者たち」と訳され、拡大し与えるエネルギーの天使としての役割にふさわしい称号である。ハシュマリムはポジティブな精神的エネルギーを表し、鮮やかに光の形で現れる。彼らは永遠の楽観主義を体現し、常に建設的で肯定的で熱狂的なエネルギーを放射している。彼らの影響は、精神的なエネルギーが最も高尚で、最もエントロピーが低い状態の典型であり、すべての精神的な顕現を燃料とする活気に満ちた輝く物質である。
「ハシュマル」という用語を深く研究すると、その魅力的な複雑さが明らかになる。タルムードはこの言葉を「ハシュ」(沈黙)と「マル」(言葉)に分解し、「語る沈黙」または純粋な意識と呼んでいる。この二重性は、神の逆説的な性質—多くを語る沈黙、表現不可能な知識がその表現不可能性を通じて表現される—を包含している。
エゼキエルの預言的なビジョンは、ハシュマリムへの別の理解の層を提供する。「ハシュマル」という用語は、実際の預言的なビジョンの直前の最後のしきい値として現れる。聖書は「火の中のハシュマルのビジョンがあり、その中心から四つの生き物の姿が現れる」と述べている。ハシュマルはさらに人間の姿の上半分、「腰から上」を包含し、精神的なエネルギーの最も高いアークを象徴している。この点より下では、預言者は虹に関連する異なる光の顕現を知覚し、これは精神的なエネルギーのより具体的な表現を表すセプタナリーのシンボルである。
したがって、ハシュマルは境界状態、すなわちケセドがダアト(上位三つのセフィラ)に対抗する位置を反映するリミナルな空間を表している。それはメルカバーのビジョンに到達し、神の声(預言)を聞くために越えなければならない最後の障壁として機能する。さらに、「ハシュマル」という言葉の数値は378(חשמל)であり、「マルブーシュ」(מלבוש)という「衣服」を意味する用語の数値と同一である。この関連性は、顕現において霊的なものが採用する光り輝くエネルギー的な衣装—同時に隠し、明らかにする霊性の輝くガーメント—を示唆している。
天上的な秩序として、ハシュマリムの影響は生来ポジティブで慈悲深い。彼らは慈悲深い審判のエージェントとして機能し、どんな状況でも見捨てることを拒む。彼らはポジティブさの教訓を伝え、状況のより明るい側面を知覚するように促す。彼らは我々のタスクに必要な楽観主義と熱意を注入し、希望の精神を強化する。彼らの内在する性質は、寛大さの美徳を中心に展開し、彼らの輝く顕現を反映して、惜しみなく光を与える。したがって、ハシュマリムは霊的なエネルギーの揺るぎない輝きを象徴し、限りない与えることと楽観主義の美しさを体現している。
イェツィラーのゲブラー:
セラフィム, セラフィム。
イェツィラーのゲブラーに存在するのは、裁き、恐れ、厳しさで知られるセラフィムである。彼らの名前の起源は「サラフ」という「燃やす」または「炎上する」を意味する語根と深く関連している。したがって、セラフィムは「炎の者たち」であり、時には「炎の蛇」として解釈されることもある。彼らの本質は複雑で、神性、裁き、変容の領域をまたぎ、その属性は火と蛇のテーマと深く織り交ぜられている。
彼らの天上的な領域での役割は、イザヤ書第6章で描かれるアドナイのビジョンでより鮮明になる:「わたしは高く上げられた御座に座しておられる主を見た。その裾は神殿に満ち、セラフィムがその上に立っていた。彼らはそれぞれ六つの翼を持ち、二つで顔を覆い、二つで足を覆い、二つで飛んでいた...」。彼らは神聖な見張り人として見られ、至高の聖さに仕え、正義と純粋さの神の守護者としての役割を証明している。
しかし、セラフィムは単なる天上的な奉仕を超えた高い目的を持っている。彼らは神の否定の否定として機能し、神の聖さと他のすべての存在からの分離を肯定している。彼らは無数の中の聖なるシェム・ハ・メフォラシュであり、「全地はその栄光で満たされている」との宣言を反響し、三つの創造された世界を通じて崇拝され、聖別されている。彼らの存在は神の栄光、地球に浸透する至高の輝かしい存在を表現している。
セラフィムの機能は、浄化と聖別の役割にまで及び、その側面はテキストで鮮やかに描かれている:「すると、セラフィムの一人が私のところに飛んできた。その手には、祭壇から火ばさみで取った燃える石があった。それを私の口に触れさせて言った、『見よ、これがあなたの唇に触れたので、あなたの咎は取り去られ、あなたの罪は赦された』」。この行為は、彼らが不義と罪を浄化する神の権威を持ち、彼らが持つ天上的な火を通じて浄化をもたらす力を象徴している。
彼らの荒廃との関連は重要であり、「いつまでですか?」という質問を抱え、「切り倒されてもその切り株が残る樫と楢のように、その切り株から聖なる種が出るまで」となる。これは、彼らがゲブラーの破壊における潜在的な役割を示唆しており、新たに構築するために破壊することを意味している。火はセラフィムによって象徴され、燃やし消費するだけでなく、変換し昇華させる力も持っている。
民数記21章を参照すると、我々は炎の蛇のエピソードに出会う。イスラエル人は満たされた欲望の世界を渇望していると描かれている。強烈な欲望は、魂を渇望させ、その欲望の対象に縛りつける燃える火である。エネルギーは地面の上を蛇のように水平に移動する。セラフィムはこの変容的なエネルギーの象徴である蛇と関連付けられている。
民数記21:8での神のモーセへの命令は、セラフィムの変容力をさらに強調している:「あなたのために炎の蛇(サラフ)を作り、それを柱の上に掛けなさい。噛まれた者は皆、それを見れば生きるであろう」。これはエネルギーの昇華、炎の蛇の昇華を表し、エネルギーがその単一性において昇華できるという考えを強調している。
炎の者たちの熱意を体現するセラフィムは、我々の否定的または暗い側面に抵抗するために必要な自己規律と自己統制に大いに役立つ。彼らは我々に深い教訓を教える:力の探求は常に聖さの追求と結びつけなければならないと。したがって、セラフィムは裁きの神聖な存在であるだけでなく、霊的な成長と変容の道における貴重なガイドでもある。
イェツィラーのティフェレト:
マラキム, マラキム。
イェツィラーの領域に位置するティフェレトのセフィラには、マラキムとして知られる天使的な存在の代表的な集団がいる。「マラキム」という用語は二重の意味を持っている。本質的には、「マラキム」は「王たち」と訳される。しかし、この用語の構造に無音の「アレフ」を組み込むことで、「マラキム」は「メラキム」となり、これは「天使」の一般的な用語である。両方の解釈はそれぞれの文脈で有効であり、これらの天使的な存在が果たす役割の全体的な理解に貢献している。
「マラフ」という「メラキム」の派生語は「使者」を意味する言葉である。使者の根底にある役割は、象徴的な仲介者として立つティフェレトの中心的な機能を反映している。この基本的な整合性を考えると、メラキムはティフェレトの使命—高次の領域からの神の祝福を伝えること—と本質的に結びついている。
マラキムの王室的な性質は、「私」、つまり自己の本質とのつながりを通じて確立され、彼らは熟練の工匠として機能する。太陽の天使である彼らは、王者らしく、輝かしく、エネルギーと活力に満ちている。彼らの存在はしばしば喜び、啓発、利他主義、統一の注入と結びつけられる。
「私」または「真の自己」の天使として、マラキムは個人の霊的な旅について深い洞察を持ち、彼らの霊的な責任の理解とそれらの神聖な高みを達成するために必要なインスピレーションを持っている。この特定の役割は、彼らの守護天使としての機能を強化し、個人が独立して霊的な旅を進めることができるまで導き、サポートする。
個人の調和のとれたバランスのとれた発達に不可欠であるため、マラキムは美、調和、統合を促進する。彼らは人間の領域をはるかに超えて、あらゆる次元と領域を通じて霊的な意識のつながりを確保する。マラキムを通じて、アッシアの世界内のあらゆる存在、力、または形は、その霊的な原型と結びつく。
彼らの「王」としての地位は、彼らの個々の領域または顕現の領域に対する権威によって与えられる。彼らの軍勢には、元素の王国の支配者や国家に関連する天使が含まれる。彼らは現実のすべての領域を通じて、その霊的な原則を具現化する。
彼らの神聖な存在は詩篇68:17に要約されている:「神の戦車は幾万、幾千もの天使たちであり、主はシナイにおられるように彼らの中におられる」。このように、彼らはシェキナーの直接的な具現化として認識されている。彼らは神の天上的な大使として機能し、霊的なものと世俗的なものの間の橋渡しとして機能し、霊的な道を進む存在を導き、鼓舞し、助ける。彼らの王者としての地位は、彼らの霊的な地位と、神のエネルギーを伝達する役割、調和と統合をもたらす役割の証である。
イェツィラーのネツァク:
エロヒム, エロヒム。
イェツィラーの世界内に位置するネツァクは、エロヒムと識別される独特のクラスの天使によって司られている。「エロヒム」は、その最も単純な定義が示すように、「神々」と訳され、これらの天上的な存在が歴史を通じて果たしてきた解釈と役割の配列を体現している。
エロヒムはしばしば自然の力の背後で働く天上的なエージェントと見なされてきた。歴史的に、彼らは様々な神話を満たす多様な神々や女神として擬人化されてきた。このように、彼らは自然現象の神の指揮者であり、その影響は我々が住む世界を形作る元素に現れている。
エロヒムと他の二つの天使のクラス、すなわち「輝く者たち」を意味するハシュマリムと「輝く者たち」を意味するタルシシムとの間には内在するつながりがあると言える。このつながりは、彼らが互いに異なる形で光と関連していることによって裏付けられている。ヘセドの天上的な輝きであるハシュマリムの本拠地の光は、精神的で純白の光である。対照的に、ネツァク、エロヒムの領域から放たれる光は、アストラルで多色である。
ネツァクの光は、白色光のビームを虹の様々な色に屈折させるプリズムに例えられる。これらの色は基本的な色彩の周波数を表し、互いに相互作用し、現れた世界の驚くべき多様性をもたらす。これは我々の存在の基本的な真実—すべては振動であり、宇宙の構造を成すエネルギーの永遠のダンス—を示している。
アストラルな存在として機能するエロヒムは、それぞれが独自の特性を表現しようとする明確に定義された原型である。これらはすべて、無形の力の原則の顕現であり、同情的な振動の原則によって統治され、自然の魂であるハナエルによって人格化され、ネツァクの神の名前ハヴァヤー・ツェバオトによって表される。
エロヒムの影響の領域は広大であり、人間の集団に関連する原型的な神々だけでなく、泉、川、山などの自然の力にも及ぶ。彼らは動物などの他の進化の集合的な心を導き、一般的に自然の精霊を監督する。
しかし、エロヒムの主要な顕現の平面は、感情の領域であり、極性の領域内である。これは、「神々」、つまりエロヒムが単に考えられる知的な概念ではなく、むしろ深い力であり、感じられるべきものであるためである。彼らは実際に我々の感情の守護者であり、微妙に我々の感情を導き、我々の情熱をかき立て、我々の欲望を形作り、人間の感情と反応の広いスペクトルを司っている。
イェツィラーのホド:
ベネ・エロヒム, ベネ・エロヒム。
イェツィラーの深遠な層内に配置されているのはホドであり、ベネ・エロヒムとして知られる興味深い天使の集団の本拠地である。ヘブライ語で「ベネ・エロヒム」は「神々の息子たち」と直接翻訳される。これらの天上的な存在は、形と力の関係を反映し、心、知性、認知の力を包含するエロヒムの補完的な秩序を表している。
ベネ・エロヒムは物質世界の構築と進化に深く絡み合っており、その関係はヨブ記38章4-7節の聖書で簡潔に伝えられている。これらの節で、神はヨブに地球の創造について修辞的な質問を投げかけ、その形成の背後にある見えない精巧なプロセスを強調している:
「あなたは私が地の基を据えたとき、どこにいたのか。もし知っているなら、言ってみよ。誰がその寸法を定めたのか、もしあなたが知っているなら。誰がその上に測り縄を張ったのか。その基礎は何に据えられたのか。誰がその礎石を置いたのか。朝の星たちが共に歌い、すべての神の子たち(ベネ・エロヒム)が喜び叫んだときに。」
ホドは天使ラファエルによって司られ、知性の領域を表している。したがって、ベネ・エロヒムは心と認知機能の様々な形態を具現化している。彼らの影響は、複雑な思考システムと具体的な知識の創造と精緻化に不可欠である。彼らは文明化者として適切に説明され、工芸や技術の発展において重要な役割を果たし、思考と物質の相互作用を支配する応用知性に深く関与している。
この天使の秩序は、人間の種と特に密接な関係を共有しており、特に我々の現在の進化状態で観察されるように、我々の本質的に精神的な性質による。この共生関係は、創世記第6章でさらに明らかにされ、ベネ・エロヒムが特に言及されている。この節は、時間を超えて様々な方法で解釈されており、神の息子たちの天使的な性質と一致する寓話的な解釈を示唆している:
「人が地の面に増え始め、娘たちが彼らに生まれたとき、神の子たち(ベネ・エロヒム)は人の娘たちが美しいのを見て、彼らが選んだすべての者を妻にした。」
この節は、霊的な本質が物質的な肉体と融合するものとして認識される。これは神の次の声明、「わたしの霊は永久に人の中に留まらない、なぜなら彼もまた肉だからだ。」で反響される。人類が有限の生命—「120年」という比喩的な死を象徴する—へと移行することは、肉体的な死の具現化を意味している。
エノク書のような民間伝承は、これらの神の子たちを堕天使とし、人間に科学や技術の知識を伝えたと提案している。彼らの文明化の影響は、建設的であれ破壊的であれ、否定できないほど影響力がある。プロメテウスの神話もまた、彼が人類に神の力を与えたことで罰せられるという、同様のテーマを共有している。それは精神的な能力、そして言語のようなその派生物が人類を特徴づけると同時に、人類自身や地球上の他の生命形態にとって潜在的に脅威となる可能性がある。
精神的な力の不均衡な発達は、人類を本能的で感情的な根から疎外し、暴力的な傾向につながり、道徳的な規範の創造を必要とする。しかし、人類を悪へと導くのはベネ・エロヒムではなく、創世記6:5に示されているように、人類自身の傾向である。
それどころか、ベネ・エロヒムは人類の真の知的な本質の実現を助け、神の光を妨げるのではなく増大させる概念の形成を促進する。この秩序には、人類の偉大な教師や癒し手の一部が含まれており、彼らの性質を表現しようと努め、ホドの神の栄光のビジョンを反映している。
イェツィラーのイェソド:
ケルビム, ケルビム。
イェツィラーの世界の深部に安置されているのは、イェソドにおいて、ケルビムとして知られる強力な天使の集団である。「ケルビム」という用語は「強力な者たち」または「力ある者たち」と訳され、「ハビル」という言葉に根ざしている。興味深いことに、この命名法は、古代メソポタミア文化の中心であった有翼のスフィンクスや雄牛である「カルビ」にその起源を持つ可能性がある。これらの彫像的な表現は、保護と権威の両方を象徴し、神殿や宮殿の入口に慣習的に配置され、門の守護者としてのケルビムの役割を象徴していた。
この守護者の役割は、創世記3:24における人類の堕落の聖書の記述で強調されている:「こうして神は人を追放し、エデンの園の東にケルビムと回転する炎の剣を置いて、命の木への道を守らせた。」人類がアッシアの平面に追放されたこの典型的な描写において、園の中心に位置する命の木は、純粋な存在の領域であるベリアーが明らかにされるイェツィラーのティフェレトを表すように文脈化されている。
炎の剣はホドとネツァクの間の道を象徴しており、超越されなければならない下位精神の障壁である。潜在意識の形成者としてのケルビムは、この超越において重要である。彼らの部分的に動物的な表現は、本能的な生命との直接的なつながりを反映している。
聖書の物語が進化するにつれて、「ケルブ」という用語は、事実上あらゆる知覚可能な天使的な顕現、あるいはより具体的には、像を通じた天使的な顕現の表現を示すために使用される。これは契約の箱の二つのケルビム、メタトロンとサンダルフォンの描写で例示され、その間に神の臨在が空間的かつ時間的に集中していた。このように、これら二人の大天使のケルブの光線—イェツィラーの基礎における彼らの顕現、すべての内なる平面の容器—について語られる。
別の聖書の例では、預言者エゼキエルは、川ケバルの渦巻く水に反映された、ケテルの天使の秩序であるハヨットのケルブの顕現を知覚する。彼らは古代のカリブに似て、人間、鷲、雄牛、ライオンの顔で黄道帯の形で描かれる。同様に、ハヴァヤーもまたケルブに乗ると言われ、これは神の四重の顕現がこれらのケルブ的な顕現によって支えられていることを意味している。
ケルビムはイェツィラーの平面内のエージェントとして機能し、エネルギーの物理的な顕現に影響を与える。彼らはゲートキーパーとして機能し、エネルギーの上昇と下降の両方向の流れを制御する。マルクト、つまり最下位の領域に顕現するすべてのものは、まずイェソド、ケルビムの領域を通過する。
特に、ケルビムはしばしば「元素の支配者」と呼ばれ、これらの元素のアストラルな対応物内で働き、潜在意識と直接的なつながりを維持している。彼らはアストラル(夢)の物質を象徴的な表現に形作り、創造的な想像力の建築家として機能する。彼らは本能を制御し、受胎と繁殖の強力な力である。
さらに、彼らは人格の足場を形作り、様々な形態の治療的プロセスにおいて非常に有用である。結局のところ、コンプレックスは本質的にエーテル的な力の人工的なエレメンタルである。彼らのすべての役割において、ケルビムはエネルギーの変容、変換、超越を促進し、彼らが居住する領域と球体の機能にとって不可欠である。
イェツィラーのマルクト:
イシム, イシム。
イェツィラーの世界のマルクトの領域は、イシムと関連付けられている。「イシム」という用語は翻訳すると「炎」を意味し、イェツィラーの平面における彼らの特徴的な性質と機能を強調している。このアイデンティティをさらに強調するために、彼らは「火の魂」とも呼ばれている。
この天使の秩序は、聖書の句にほのめかされている:「彼は天使たちを風とし、使者たちを燃える火とされる」(詩篇104:4)。このほのめかしは、彼らの本質的な火の性質と神の使者としての役割を微妙に伝えている。
概念的には、ケルビムはアストラルな形の保持者と見なされ、物理的な領域のための緊張の構造、あるいは骨格としてそれを維持するために仕える。このマトリックス内で機能するイシムは、ケルビムの力の線に沿って整列し、この骨組みに物質的な身体を与える。それらを「炎」と呼ぶことは、彼らの本質が意識とエネルギーと密接に関連していることを示している。
これらの天使は、精神と物質、つまり形と物質の収束を達成する任務を負っている。物質になる前に、物理的なものは主にエネルギーである。したがって、イシムは物質の内なる魂と見なすことができ、物質世界の物理的、化学的、生物学的な活動を構成するエネルギー交換を統治する責任を負っている。彼らは物質の自然な意識を表し、それにその定義的な特性を与えている。
これらの「火の生命体」、微小な電荷は、物質的な存在の織物を絶え間なく織り、その基本的な構造を確立する。我々が物質として理解するすべては、この下部構造の上に構築されている。この理解は、その初期の概念以来、素粒子物理学における大きな進歩にもかかわらず、有効であり続けている。
イシムはまた、エーテル体の二重と神経系との関係において不可欠な役割を果たす。彼らは刺激を具体的な知覚に変換する電流を調整する。したがって、彼らは身体意識(固有感覚とも呼ばれる)と外界との感覚的な相互作用の背後にある見えない手である。彼らの影響は心身の領域にまで及び、精神的なものと物理的なものの融合を促進する責任を負っている。
その重要な役割を考えると、イシムは単に顕現のエージェントではなく、エネルギー、物質、意識を精巧に織り成し、我々の物理的な存在を定義する現実の建築家でもある。彼らの絶え間ない仕事は、すべての有形のものの基本的な構造を提供し、彼らを宇宙とその中での我々の位置の理解にとって基本的なものにしている。彼らは物質世界を支配するエネルギー交換の管理者であり、そのため、彼らの存在と活動は現実の構造全体に響き渡っている。