Beriyah | בריאה
Los arcángeles, majestuosas entidades espirituales que operan en el dominio de Beriyá—el mundo de la creación, de la existencia y de las cualidades puras—aportan una dinámica extraordinaria a esta esfera. Dentro de Beriyá, cada sefirá, o emanación divina, está bajo los auspicios de un arcángel. Etimológicamente, el término 'arcángel' denota el rango más alto de los ángeles, indicando un estatus de máxima exaltación, pero también significa el principio o ángel arquetípico correspondiente a una sefirá particular.
Los arcángeles pueden ser percibidos de varias maneras. Algunos pueden verlos como entidades individualizadas y algo antropomórficas—como conceptos que encarnan cualidades divinas. Alternativamente, pueden entenderse no como teniendo una identidad singular, sino como siendo múltiples o colectivos en naturaleza. Como tales, podrían considerarse como súper seres, mostrando diversas manifestaciones personales, o como colosales pilares de energía.
También podrían pensarse como generadores de poder, cada uno produciendo la energía única de su respectiva sefirá. Alternativamente, podrían verse como conductos o centros bienaventurados de luz e inteligencia. Adicionalmente, pueden interpretarse como ideas arquetípicas y ejemplares dentro de la Mente Divina, sirviendo como fuente de inspiración y guía espiritual.
Los arcángeles son semejantes a lentes o espejos, capturando, enfocando y reflejando la previamente invisible luz de la Presencia Divina. En esta capacidad, emergen como la manifestación tangible y radiante de la Gloria Divina, que en su esencia es informe e invisible.
No son deidades o poderes que deban ser adorados, per se. Más bien, podrían considerarse mejor como regentes, príncipes o ministros que ejercen autoridad dentro de su dominio específico, la sefirá de la que son responsables. Esta distinción es importante mantener para evitar confusiones entre los diferentes planos de existencia.
Siguiendo el patrón establecido en la lección anterior, profundizaremos en la figura arcangélica particular correspondiente a cada sefirá. Cada uno tiene su energía única, rol y cualidades, permitiéndonos profundizar nuestra comprensión del cosmos divino y nuestro lugar dentro de él. Exploraremos cómo estas entidades celestiales encarnan y comunican las cualidades divinas asociadas con cada sefirá, y cómo ayudan en el proceso de crecimiento espiritual y realización.
Kéter de Beriyá:
Metatrón, Metatrón.
Posicionado en el pináculo de Beriyá, el mundo de la creación, está Kéter, presidido por Metatrón, un arcángel de notable importancia. A menudo referido como Sar Panim, o el Príncipe del Rostro, Metatrón guía a los buscadores hacia la contemplación del semblante de lo Divino, hacia un encuentro íntimo con la presencia de Dios.
Metatrón es reconocido por una variedad de nombres, cada uno portando un significado distinto. Entre estos está Ajtariel, que significa 'el que porta la Corona de Dios'. Este título refleja la afiliación de Metatrón con Kéter, el arcángel encargado de la corona de la jerarquía divina. Metatrón también es conocido como el 'pequeño YHVH', un apodo derivado de su aparición en el texto bíblico como 'el Ángel de YHVH'. Esta expresión, encontrada en el episodio de la zarza ardiente, significa la manifestación de Dios a través del lente de Metatrón, el conducto para la Shejiná divina. Como tal, los mensajes que Metatrón entrega llevan la inconfundible impronta de lo divino.
Por ejemplo, en Éxodo 23:20-21, Dios confía a Metatrón para guiar y proteger a Moisés, instruyéndolo a atender la voz del arcángel y advirtiendo contra la rebelión. La escritura enfatiza, "porque mi Nombre está en él". Una posible interpretación de esta declaración es que el valor numérico de Metatrón es 314, idéntico al del Nombre Divino Shadai, implicando una divinidad inherente dentro de Metatrón.
Como el arcángel principal, Metatrón ocupa la posición más alta en la jerarquía angelical, convirtiéndose en el revelador de los más elevados misterios o secretos de la divinidad. No solo es el conducto divino, sino que la tradición también sostiene que fue Metatrón quien transmitió la Cábala a los seres humanos. Simboliza al humano arquetípico que desciende a la Tierra, se encarna y luego asciende una vez más, transformado en un ser espiritual.
La tradición también vincula a Metatrón con el patriarca Enoc, quien se cree que fue transfigurado en Metatrón al ascender al cielo. Enoc, cuyo padre Iéred significa 'descenso', encarna el viaje del alma. Este viaje comienza con el descenso del alma a la Tierra desde su hogar celestial, seguido por el desarrollo de las potencialidades divinas innatas, y culminando en su ascensión, asumiendo su forma arquetípica como el Hijo de Dios. Este arco narrativo se detalla explícitamente en el texto apocalíptico del Libro de Enoc.
Un mayor apoyo para Metatrón como prototipo del iniciado siguiendo un camino espiritual se encuentra en Proverbios 22:6, que aconseja "Instruye al niño en su camino; y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". La palabra hebrea para "instruye" es Janój, el nombre hebreo de Enoc, y tiene un valor numérico de 84. El término para "su camino" es Darkó, sumando 230. El valor total, 314, coincide con el valor numérico de Metatrón (y Shadai), reafirmando el rol de Metatrón como guía espiritual.
En conclusión, Metatrón encarna la imagen del Maestro Divino, una personificación del poder espiritual superior. Los griegos se referían a este poder como 'nous', mientras que la filosofía medieval lo nombraba el 'Intelecto Agente'. La transformación de Enoc en Metatrón prefigura la transformación del alma en el Intelecto Agente, estableciendo una conexión con el Intelecto Divino mismo.
Jojmá de Beriyá:
Raziel, Raziel.
En el mundo de Beriyá, posicionado en la altura de Jojmá, se encuentra el arcángel Raziel, una figura sinónima con los aspectos clandestinos de lo Divino. El nombre mismo Raziel, derivado de la palabra 'Raz', se traduce como 'secreto de Dios'. Curiosamente, el equivalente numérico de Raz (207) es idéntico al de 'Or', que significa luz. Consecuentemente, este arcángel es percibido como un faro radiante, proyectando la Luz Divina sobre toda la creación. Es conocido como el Ángel de la Sabiduría, que, aunque oculta, resuena y hace eco a lo largo de la creación, como se expresa en el Libro de los Proverbios.
Simultáneamente, la raíz 'Raz' lleva la connotación de progresión, de avanzar. El término 'Ratzá' se traduce como 'querer', que se despliega aún más en 'Ratzón', que significa voluntad. Además, 'Raz' es también simbólico de una vara metálica. Fusionando estas interpretaciones surge el título alternativo de Raziel: la Lanza de Dios. Este apelativo encapsula la Voluntad Divina en movimiento, la extensión de Dios, por lo tanto, el aspecto activo y dinámico de Jojmá, el polo positivo de la Creación.
Típicamente, el nombre de un ángel termina con 'El', una representación antigua de Dios asociada con Jésed, la energía divina expansiva. Como regla general, un ángel personifica un aspecto o cualidad divina específica, por lo tanto, su nombre se constituye por 'el (nombre de la cualidad) de Dios', donde 'Dios' está representado como 'El' o a veces 'Yah', otro nombre para lo Divino. Sin embargo, esta norma no siempre se sigue, como es evidente con los nombres Metatrón y su gemelo Sandalfón. La terminación 'ón' posiblemente indica una influencia helenística.
Tradicionalmente, la sabiduría es vista como una aliada de la humanidad. Existen relatos de un misterioso Libro de Raziel, que según la leyenda fue legado a Adán después de la Caída. Este texto sagrado supuestamente ofrecía a Adán un camino hacia la redención. El Libro de Raziel, posteriormente, fue transmitido a través de generaciones, de Adán a Noé, luego a Abraham, seguido por Moisés, y finalmente llegando a Salomón. Según la tradición, este libro era un compendio de todos los secretos del mundo natural, tanto celestiales como terrestres. Interpretado ampliamente, pudo haber contenido el conocimiento críptico de la palabra creativa, el principio que rige toda la creación.
En otro relato, se dice que Raziel se encuentra cada día en la cima del Monte Horeb, la montaña sagrada, donde proclama los secretos del mundo con una voz resonante que reverbera por toda la Tierra. Independientemente de la dirección en que miremos, ya sea externamente, hacia el mundo físico, o internamente, hacia las profundidades del corazón, la voz de la Sabiduría puede ser discernida. Raziel simboliza tanto la fuerza que nos anima a buscar la sabiduría como la fuente de toda inspiración y creatividad en la vida. Encarnando el atractivo irresistible del conocimiento y el potencial jubiloso del descubrimiento y la iluminación.
Biná de Beriyá:
Zafkiel, Zafkiel.
En el ámbito de Beriyá, el espacio de Biná es presidido por Zafkiel. El nombre Zafkiel se traduce como 'La Contemplación de Dios', una frase que ofrece interpretaciones duales. Por un lado, puede entenderse desde una perspectiva ascendente, significando un ser que contempla, comprende y reconoce (una característica de Biná) a Dios. Por otro lado, visto desde arriba hacia abajo, representa la contemplación de lo Divino sobre toda la Creación. En ambos casos, es un reflejo de la relación activa y recíproca entre lo Divino y la Creación.
En este contexto, Zafkiel sirve como el ángel de la Providencia, encarnando los atributos de la Madre Divina y actuando como su representante. Como la manifestación de la Comprensión Divina dentro del reino de Beriyá, Zafkiel se convierte en el guardián de la forma. Concibe la forma como el producto de su contemplación de lo Divino, mantiene su existencia a través de sus acciones providenciales y expresa la Ley que la moldea. Al final, es el rol de Zafkiel llevar cada forma a su estado último de completitud y elevación.
En esta danza de la creación, Jojmá representa el tiempo de semilla desplegándose en ciclos, simbolizando la profundidad del comienzo, mientras que Biná encarna el tiempo lineal que completa estos ciclos, llevándolos a su conclusión perfeccionada. Zafkiel, como la entidad principal de Biná, canaliza todos los aspectos de esta Sefirá, ya sea como la madre severa o la nutridora resplandeciente y fértil, actuando como la inteligencia creativa tras bambalinas.
Zafkiel es la manifestación operativa de la providencia de Dios, manteniendo simultáneamente vigilancia sobre los seres creados y supervisando su evolución. En ocasiones, Zafkiel puede imponer límites y obstáculos que se materializan como experiencias de vida desafiantes. Estas pruebas no son meras aflicciones sino catalizadores para el crecimiento espiritual, ya que cada ser está destinado a cumplir su propio 'tikún' o rectificación y a completar su viaje espiritual único.
En este sentido, Zafkiel es el orquestador divino que dirige la evolución espiritual de los Mundos de la Forma. Es la fuerza detrás de las diversas concepciones de Dios que han hecho la Realidad Divina más tangible y comprensible para la mente humana. Encargado de generar o inspirar todas aquellas formas o estructuras que nos guían hacia la contemplación de lo Divino, Zafkiel es también conocido como el ángel del Templo Arquetípico, la Jerusalén celestial. Este título pinta una imagen simbólica de la Forma perfeccionada, prefigurando la consumación del tiempo y el jubileo final, el regocijo último al final de los días.
Jésed de Beriyá:
Zadquiel, Zadquiel.
En Beriyá, Jésed está bajo el cargo del arcángel Zadquiel. Su nombre, rico en connotaciones, se traduce como "Justicia de Dios", pero también se despliega para revelar otros aspectos profundos como la "Caridad de Dios" y la "Prosperidad de Dios". Cada una de estas facetas proporciona un atisbo de la naturaleza multifacética del dominio de Zadquiel, que se extiende a través de múltiples poderes divinos de expansión, crecimiento, bondad, generosidad, bendición y guía.
En su rol como el representante cósmico de 'El', Zadquiel ejerce un cuidado diligente sobre la evolución y el bienestar de todo lo que cae bajo su vasta soberanía. Este dominio se extiende desde el Abismo y se esparce a través de las siete sefirot, abarcando los mundos de Yetzirá. Es un reino donde la influencia de Zadquiel vibra a través del tejido de la creación, proporcionando no solo sustento físico sino también nutriendo la esencia espiritual de todos los seres.
En las manos de Zadquiel descansan el cetro y el báculo, símbolos de su dual autoridad sobre los reinos material y espiritual. El cetro es una marca de su tarea divina—el despliegue del plan divino—mientras que el báculo significa su rol como sacerdote canalizando bendiciones y gracia divina. El poder y la influencia de Zadquiel resuenan en figuras arquetípicas como Melquisedec (Malki-Tsedek en hebreo), el rey justo que también era sacerdote de El Elyón (Dios Altísimo), como se refleja en Génesis 14:18-19.
Además, Zadquiel, al igual que un pastor vigilante, porta el báculo de guía, conduciendo a su rebaño a través de los sinuosos caminos de la vida, proporcionando consuelo y apoyo como se elucida en el Salmo 23. En la gran corte del juicio celestial, Zadquiel se erige como nuestro defensor, templando el juicio severo desde el pilar de la misericordia, enfatizando nuestras virtudes y buenas obras, y argumentando nuestro caso con justicia divina. Sirve para recordar al tribunal divino de nuestra bondad inherente y potencial, influyendo así para que el balance se incline a nuestro favor.
Zadquiel busca perpetuamente razones para nuestra salvación, extendiendo su compasiva visión más allá de los confines de una sola vida, proporcionándonos guía divina e ideas que nos permiten extraer positividad y bondad de todas nuestras experiencias. Su objetivo último es ayudarnos a evolucionar en tzadikim, seres justos, maestros de la forma y colaboradores en la obra divina de la creación, como se esboza en la escritura: "El justo (tzadik) es el fundamento del mundo". Zadquiel encarna la fuerza celestial que nos impulsa hacia esta noble aspiración, guiándonos en nuestro viaje espiritual hacia la justicia y el dominio sobre la creación.
Gevurá de Beriyá:
Qamuel, Qamuel.
En Beriyá, Gevurá toma el centro del escenario con el arcángel Qamuel a su mando. Su nombre se despliega en varias interpretaciones, encarnando la paradoja divina. La esencia de Qamuel es un celo ardiente por Dios, una llama interna que purifica y la manifestación del aspecto destructivo de Dios. También sirve como el fiscal de Dios, el acusador celestial, actuando en contraste con Zadquiel, el defensor de Jésed.
El fuego de Qamuel simboliza una negación esencial, una negación de todo lo que niega la supremacía de Dios. El fuego, en este contexto, encarna la dualidad, poseyendo el potencial tanto para la destrucción como para la purificación. Tiene el poder transformador de devolver todo a su estado original, de regreso a la unidad prístina de la creación.
El rol de Qamuel en la danza cósmica es representar la polaridad restrictiva y severa de Dios dentro de la creación. Sus tareas son múltiples y complejas, marcadas por la dicotomía sorprendente de su naturaleza. Sirve como el ejecutor divino del juicio, eliminando los elementos que se oponen a la evolución cósmica, que resisten el cambio o actúan negativamente hacia el gran plan de Dios. Las manifestaciones de la "ira de Dios", especialmente a través de las llamas purificadoras, son dirigidas y controladas por Qamuel. Sin embargo, es crucial entender que esto no es caprichoso o vengativo; es la aplicación exacta e inquebrantable de la ley cósmica. Cada desequilibrio es corregido bajo su ojo vigilante, haciendo de Qamuel el guardián del equilibrio cósmico. En esta capacidad, funciona como un cirujano, restaurando cuidadosamente el equilibrio y propulsando hacia el estado futuro anticipado.
Reflexionando sobre esta fuerza divina, podemos percibirla como profundamente liberadora, incluso si el proceso puede estar marcado por el dolor. Qamuel arranca los velos de ilusión que nos atan a nuestros yoes inferiores. Sin tal fuerza, ¿cómo podríamos liberarnos de nuestras características negativas? ¿Cómo podríamos resistir el mal, defender la justicia y proteger a los vulnerables y oprimidos?
Las polaridades divinas del Amor y el Temor están encarnadas en Dios, proporcionando diferentes caminos para la evolución espiritual. Algunas personas evolucionan a través del amor, mientras que otras evolucionan a través del temor. Curiosamente, Qamuel, el ángel de la severidad, tiene la representación numérica de 91. Este número significa la exaltación de la unidad y el amor (Ahavá en hebreo, que también corresponde al valor numérico de 13, igual a Ejad, que denota Unidad). El temor surge cuando uno intenta agregar otra unidad a esta unidad divina (colocando algo antes que Dios), pues 91 + 1 iguala 92, el valor numérico de Pajad (Terror), otro nombre para la sefirá de Gevurá.
El temor de Dios es así singularmente transformador. Es el único temor que debemos permitir dentro de nosotros mismos, pues es reconocido como "el principio de la sabiduría". El arcángel Qamuel sirve como el conducto divino para esta forma de temor, guiando a las almas hacia la sabiduría y la liberación espiritual.
Tiferet de Beriyá:
Mijael, Mijael.
En Tiferet de Beriyá resplandece con la profunda presencia de Mijael, uno de los tres arcángeles mencionados explícitamente en la Biblia. Su renombre universal es evidente, especialmente en las tradiciones cristianas donde su devoción está profundamente arraigada en los corazones de los fieles. Esta popularidad no es sin razón; la reputación de Mijael como un firme defensor de la humanidad tiene sus raíces profundamente incrustadas en las leyendas de la creación y varias tradiciones antiguas.
Una de esas narrativas cuenta que Lucifer, el más radiante y hermoso entre los seres angelicales, reprendió a Dios por crear algo tan frágil y corruptible como el hombre a su propia imagen y semejanza divina. Ante este insulto, Mijael valientemente se puso del lado de la humanidad, viendo en nosotros un inmenso potencial para la bondad. En la subsiguiente caída celestial, Lucifer fue expulsado del cielo por Mijael y sus huestes angelicales, transformándose en el adversario de Dios. La caída de Lucifer fue su orgullo, el pecado más esencial del arquetipo solar, Tiferet. Fue cegado por su propia luminosidad, creyendo ser la fuente de su brillante luz.
Desde ese momento pivotal en la historia espiritual, Mijael ha permanecido como un incansable campeón de la humanidad. Su nombre, Mijael, se erige como una profunda pregunta y declaración, traduciendo a "¿Quién como Dios?", o alternativamente, "Semejante a Dios". En su rol solar, Mijael emana la luz solar espiritual, irradiando luz que afirma la vida y energías centradoras, armonizadoras y equilibrantes, acorde con su asociación con la Belleza Divina, o Tiferet.
Una representación común de Mijael lo presenta con una balanza en la mano, simbolizando el equilibrio cósmico. La presencia del mal expone una corriente subyacente de desequilibrio, ya que significa una fuerza empeñada en recibir más de lo debido, violando la sagrada ley de equilibrio que sostiene la creación. Al luchar contra el caótico Dragón, Mijael sostiene la estabilidad de la creación cósmica.
En otra icónica representación, Mijael, armado y con una espada o lanza en mano, pisa al diablo, dragón o serpiente, significando el rol pasivo de la fuerza negativa. La fuerza caótica es un adversario esencial que debe usarse como plataforma de lanzamiento, no destruido sino simplemente contenido. Derrotar al adversario simultáneamente significa respetarlo, reconociendo su parte crucial en el gran diseño cósmico. Dios, siendo el maestro absoluto de la creación, tiene dominio sobre la luz y la oscuridad.
Como Tiferet de Beriyá, Mijael tiene una posición pivotal en el Árbol de la Vida. Se dice que en el Templo Celestial, Mijael sirve como el Sumo Sacerdote, ofreciendo sacrificios ardientes en el altar de la Shejiná, la Presencia Divina. Estas ofrendas ardientes simbolizan almas humanas, transmutadas después de trascender la ilusión de la forma, que es esencialmente la ilusión de la dualidad y la separación.
Mijael es instrumental en facilitar esta transmutación de la conciencia, guiando a las almas al mundo divino al superar las tendencias autodeceptivas de la mente hacia el pensamiento dualista. En la gran realidad cósmica, solo hay Dios, el Uno. Así, Mijael ayuda a erradicar la ignorancia de nuestra intrínseca naturaleza divina, guiándonos hacia la realización profunda de nuestra unidad divina con el Absoluto.
Netzaj de Beriyá:
Janiel, Janiel.
En Beriyá, el mundo de la creación, la esfera de Netzaj resuena con la efervescente energía de Janiel. Este nombre hebreo, arraigado en "Jan", desenreda una constelación de significados incluyendo 'traer alegría o placer', 'adornar o embellecer', pero también 'frustrar o obstaculizar'. También se erige como el pronombre plural femenino de tercera persona, y como una partícula afirmativa, sugiere "sí" o sirve como interjección.
Este rico abanico de posibilidades semánticas nos permite entender el nombre de este arcángel como "Alegría de Dios", "Adorno de Dios" o "Afirmación de Dios". Como Netzaj de Beriyá, Janiel simboliza la gloriosa extroversión de la Creación, manifestándose como un multiverso de mundos, sefirot, dimensiones, planos y seres, todos orquestados por las leyes divinas de polaridad, amor y armonía.
Janiel, el maestro celestial que interpreta la música divina de las esferas, personifica la Belleza Triunfante, una profunda afirmación de Dios. En esta capacidad, Janiel gobierna el reino de las artes, abarcando todo lo que vibra, danza y emana colores—todo lo que toca nuestras emociones y sensaciones. Sin embargo, nuestros sentimientos, las herramientas mismas que nos permiten percibir la belleza, también pueden engendrar sufrimiento. Esto introduce el aspecto de "frustración", haciendo eco del dolor de la separación y la división, que solo el bálsamo del amor puede reparar. Aquí radica la conexión de Janiel con la expresión del poder femenino divino en la Creación.
Como Netzaj, la séptima sefirá, Janiel es una manifestación radiante del Nombre de Dios, Elohim, un principio que se origina en Biná. Cada uno de los poderes del septenario afirma su naturaleza única en esta sefirá, expresando metafóricamente los siete rayos o colores del Arcoíris, como poderes activos dirigidos por el Nombre de Dios en Netzaj, YHVH Tzevaot, YHVH de los ejércitos.
En Netzaj, puede que no "conozcamos" a Dios, pero sentimos profundamente Su divina presencia. Este sentimiento puede encender el fervor del amor o el enamoramiento, que en última instancia es la proyección de un aspecto de nuestra propia naturaleza divina. Tal pasión nos incita hacia una búsqueda interior de consuelo del mal de amores no correspondidos, un mal que solo la presencia y forma del amado puede curar. Janiel nos conecta con este espíritu de belleza y poesía, donde las palabras poseen un poder creativo, y solo nuestro egoísmo puede obstruir las puertas del alma a tal divinidad.
A través de Janiel, somos invitados a entrar en una danza espiritual de estética divina, sumergiéndonos en las vibraciones rítmicas del cosmos. Aprendemos a navegar los tumultuosos mares de nuestras emociones, entendiendo que los mismos sentimientos que evocan alegría también pueden albergar potencial para el sufrimiento. Janiel, en su esencia, encarna la afirmación extática de la belleza, la alegría y la gracia de Dios en la gran orquesta de la Creación, sirviendo como nuestro guía en este viaje divino.
Hod de Beriyá:
Rafael, Rafael.
En Beriyá, dentro del reino de Hod, reside el arcángel Rafael. Su nombre se erige como un testamento a la curación divina, resonando con significados como "Curación de Dios", "Dios Sana" o "Médico de Dios". En el texto esotérico del Zohar, también es ocasionalmente referido como Boel, encarnando el concepto de "Dios dentro de él".
En términos generales, Rafael representa el poder de la mente, el reino del intelecto (Hod), que se manifiesta en la percepción y concepción de la forma. Al descifrar los significados simbólicos incrustados en las letras de su nombre, Resh ר que significa 'cabeza' y Pei פ que representa 'boca', descubrimos la profunda analogía del pensamiento tomando forma en palabras. En el mundo de Beriyá, el lenguaje se convierte en la esencia misma de los seres. Rafael comparte una poderosa conexión con el arcángel de Biná, reflejado en el hecho de que sus nombres corresponden al mismo valor numérico (311). Esta relación surge del entendimiento de que quien comprende el mecanismo intrínseco de la forma tiene el poder de repararla, de ahí la designación de Rafael como "Médico de Dios".
Además, el valor numérico de Rafael, 311, es paralelo a la palabra hebrea "Ish", que significa 'hombre'. Las letras (Alef, Yod, Shin) que constituyen esta palabra contienen el enigma de la divinidad. En el contexto actual, estas letras se refieren al núcleo divino o chispa en la humanidad (la impresión del sello divino en el alma). Es esta esencia divina con la que Rafael se esfuerza por conectarnos, iluminando nuestras mentes como el conducto para la manifestación visible de la Gloria Interior, la Luminosidad de la Presencia Divina dentro de nosotros.
Rafael es considerado el maestro de la polaridad y la interpretación espiritual de los misterios del sexo. Su dominio se extiende más allá del aspecto instintivo de la humanidad, abarcando los siete planos y alcanzando lo divino. Esto establece una conexión con el nombre alternativo de Rafael, Boel, "Dios en él", cuya suma numérica de letras equivale a 39. Se hace evidente que Rafael es un maestro de los nombres divinos, específicamente el Nombre de Dios. Las últimas dos palabras del Shemá Israel, "YHVH Ejad", se traducen como "el Señor es Uno", y curiosamente, su valor numérico combinado también es 39. Rafael, análogo a Boel, salvaguarda el secreto de la unificación del Nombre, actualizada a través de la fusión de sus elementos masculinos y femeninos, activos y pasivos (letras).
En el gran esquema cósmico, Rafael sirve como un puente entre lo mortal y lo divino. No solo sana las dolencias del cuerpo y la mente, sino que también fomenta una comprensión de nuestra chispa divina, la esencia que nos conecta con el universo mayor. Ejemplifica la dualidad inherente en la existencia y elucida las sutilezas espirituales ocultas dentro de la sexualidad humana. En sus múltiples facetas, Rafael encarna la unidad armoniosa del nombre divino, entretejiendo sus diversos elementos en un todo coherente.
Yesod de Beriyá:
Gabriel, Gabriel.
Situado dentro del reino de Beriyá, Yesod, está el formidable arcángel Gabriel. Gabriel representa la energía encarnada de Yesod, cumpliendo un rol dual: siendo femenino-receptivo en relación con las sefirot precedentes en el Árbol de la Vida y asumiendo un rol masculino, impregnador en relación con Maljut.
La etimología del nombre de Gabriel comparte sus raíces, "Gueber", con el término Gevurá, ambos significando fuerza o poder. Además, "Guevir" se traduce como "señor" o "maestro", "Gabar" encapsula la esencia de la conquista y el poder, y "Gueber" denota masculinidad y espíritu guerrero. Consecuentemente, el nombre Gabriel puede interpretarse como "El Poderoso de Dios", con un hilo subyacente de espíritu guerrero.
Simbólicamente, Gabriel se asocia a menudo con la resurrección, frecuentemente representado soplando una trompeta para despertar a los muertos de su sueño eterno. Este tema reverbera no solo en el ámbito espiritual sino que extiende sus implicaciones a todo el ciclo de la vida, abarcando nacimiento, muerte, descomposición y renacimiento desde los mismos elementos. Esta naturaleza cíclica está explícitamente simbolizada a través de la imaginería fálica de la trompeta de Gabriel.
En esencia, Gabriel es el conducto para el Espíritu Divino—el Ruaj Elohim Jaim, la Vida de los mundos, y el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo), el iluminador de mundos. Gabriel sirve como la voz, el aliento (Ruaj) y la palabra divina. Encarnando el Espíritu Santo, Gabriel asume los roles de Mensajero Angélico, Ángel de la Visión y Ángel de la Revelación.
Curiosamente, el valor numérico del nombre de Gabriel (Gabriel) es 246, idéntico al de "Maré" (Maréh), que significa "visión" o "apariencia". Esto sugiere un fuerte vínculo entre Gabriel y Metatrón. Este último, conocido como Shadai (el Nombre Divino en Yesod), se erige como el epítome del intelecto en Beriyá, lo que hemos denominado la personificación del intelecto agente, el nexo con el intelecto divino mismo. A Gabriel se le asigna la tarea de traducir esta influencia divina para la comprensión humana, ajustándola para encajar dentro de las capacidades perceptivas de la conciencia humana en Yetzirá.
A nivel individual, Gabriel mantiene un registro personal para cada ser, escribiendo notas que, en un contexto mítico, se adjuntan a su carro celestial. Gabriel, como el ángel de la puerta de Daat, dicta la preparación de un individuo para el viaje celestial a mundos superiores, y determina cuándo uno puede presentarse ante el Trono de Gloria. Estos registros personales, similares a libros de contabilidad divinos, contienen la acumulación de cada viaje espiritual individual, proporcionando a Gabriel la información necesaria para discernir su preparación para la ascensión celestial. Como tal, Gabriel es más que un arcángel; es un guía espiritual, un guardián de registros y un puente entre lo mortal y lo divino, moldeando el camino para el viaje de la humanidad hacia la iluminación.
Maljut de Beriyá:
Sandalfón, Sandalfón.
En el corazón de Beriyá, en el reino de Maljut, reside el arcángel Sandalfón. Unicamente, el nombre de Sandalfón se desvía de la nomenclatura tradicional de los arcángeles, donde el sufijo divino "El" se adjunta a una raíz literal que captura la esencia del ángel. Esta excepción, similar a Metatrón, insinúa un estatus distinto y elevado para Sandalfón.
Aunque Sandalfón no es mencionado abiertamente en las escrituras, algunos de los primeros relatos sobre Sandalfón lo describen como la forma transfigurada del profeta Elías, transformado y elevado a una estatura celestial. Concurrentemente, otras fuentes, principalmente arraigadas en la literatura midráshica, delinean a Sandalfón como el hermano gemelo de Metatrón. Esta hermandad traza paralelismos con sus orígenes humanos compartidos—Metatrón como Enoc y Sandalfón como Elías—antes de su transfiguración.
Sandalfón y Metatrón respectivamente encarnan los reinos de Maljut y Kéter, personificando las esferas más altas y más bajas del Árbol de la Vida dentro de Beriyá. En esta capacidad, encapsulan los arquetipos esenciales de la existencia, expresando la tensión y la profunda unidad entre los puntos más altos y más bajos del pilar central, también conocido como el pilar de la conciencia. Este dualismo está profundamente arraigado dentro de ellos ya que son considerados los dos Querubines representados en el Arca de la Alianza (Éxodo 25:18-22). Su representación alada simboliza el vuelo de la conciencia capaz de ascender y descender el pilar central.
Como tal, Sandalfón es a menudo referido como el "Ángel de la Altura". Aunque sus pies están arraigados en el reino terrenal de Maljut, su alcance celestial se extiende hasta el "Trono de Gloria ante la Presencia Divina (Kéter)". En esta capacidad, Sandalfón tiene el deber divino de presentar las oraciones y peticiones de la humanidad ante el trono divino, uniendo así todas las dimensiones de la existencia.
Sandalfón se asocia comúnmente con el término hebreo "Kavaná", que significa 'intención', aunque el concepto es más profundo y menos fácilmente traducible. Al realizar una acción o pronunciar una oración, incorporar Kavaná es un prerrequisito para el reconocimiento divino. Requiere la inmersión completa de pensamientos y sentimientos en cada acción, cada palabra pronunciada. Sandalfón proporciona una visión de este concepto, destacando que Kavaná se trata de presencia completa, una conexión profunda con nuestro "Yo", personificado por Metatrón, el gemelo de nuestro "Yo" divino.
Este estado de ser aparentemente simple pero profundo de estar completamente presente, o "estar ahí", encapsula el secreto de todas las ciencias espirituales, mágicas o religiosas. Como se afirma en 1 Samuel 2:30, "Porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco". Estas palabras resuenan profundamente con el ethos de Sandalfón y sus enseñanzas.
Por último, vale la pena reconocer que Sandalfón es el guía arcangélico designado de la Tierra. Lleva la monumental responsabilidad de guiar al planeta hacia su estado previsto como se visiona en el Plan Divino, encarnando el arquetipo del Reino de Dios. Supervisando todas las formas de vida que pueblan la Tierra, incluida la humanidad, Sandalfón los dirige a alinearse con las facetas mentales superiores y a conectarse con su arquetipo espiritual. Para la humanidad, esto implica trascender la conciencia egóica y establecerse en Tiferet, o el Yo, abriendo así la puerta a la conciencia en Beriyá. En esencia, conectarse con Sandalfón pone a la humanidad en el camino hacia la realización de la Gran Obra, el Tikún Olam, que significa la rectificación o restauración del mundo.
The archangels, majestic spiritual entities operating in the domain of Beriyah - the world of creation, of existence, and of pure qualities, bring an extraordinary dynamic to this sphere. Within Beriyah, each sefira, or divine emanation, falls under the auspices of an archangel. Etymologically, the term 'archangel' denotes the highest rank of angels, indicating a status of utmost exaltation, but it also signifies the principle or archetypal angel corresponding to a particular sefira.
The Archangels can be perceived in various ways. Some may see them as individualized and somewhat anthropomorphic entities - as concepts that embody divine qualities. Alternatively, they can be understood not as having a singular identity, but as being multiple or collective in nature. As such, they could be considered as super beings, displaying various personal manifestations, or as colossal pillars of energy.
They might also be thought of as power generators, each one producing the unique energy of their respective sefira. Alternatively, they could be seen as conduits or blissful centers of light and intelligence. Additionally, they can be interpreted as archetypal and exemplary ideas within the Divine Mind, serving as a source of inspiration and spiritual guidance.
Archangels are akin to lenses or mirrors, capturing, focusing, and reflecting the previously invisible light of the Divine Presence. In this capacity, they emerge as the tangible, radiant manifestation of the Divine Glory, which in its essence, is formless and invisible.
They are not deities or powers that should be worshipped, per se. Rather, they might be better considered as regents, princes, or ministers wielding authority within their specific domain, the sefira for which they are responsible. This distinction is important to maintain to avoid confusion between the different planes of existence.
Following the pattern established in the previous lesson, we will delve into the particular archangelic figure corresponding to each sefira. Each has its unique energy, role, and qualities, allowing us to deepen our understanding of the divine cosmos and our place within it. We will explore how these heavenly entities embody and communicate the divine qualities associated with each sefira, and how they aid in the process of spiritual growth and realization.
Kether of Beriyah:
מטטרון, Metatron.
Positioned at the pinnacle of Beriyah, the world of creation, is Kether, presided over by Metatron, an archangel of remarkable importance. Often referred to as Sarpanim, or the Prince of the Face, Metatron guides seekers towards the contemplation of the visage of the Divine, towards an intimate encounter with God's presence.
Metatron is recognized by a variety of names, each carrying a distinct significance. Among these is Achtariel, meaning 'the one who wears the Crown of God.' This title reflects Metatron's affiliation with Kether, the archangel entrusted with the crown of the divine hierarchy. Metatron is also known as the 'little YHVH,' a moniker derived from his appearance in the biblical text as 'the Angel of YHVH.' This expression, found in the episode of the burning bush, signifies the manifestation of God through the lens of Metatron, the conduit for the divine Shekhinah. As such, the messages Metatron delivers bear the unmistakable imprint of the divine.
For instance, in Exodus 23:20-21, God entrusts Metatron to guide and protect Moses, instructing Moses to heed the archangel's voice and warning against rebellion. The scripture emphasizes, "for my Name is in him." A possible interpretation of this statement is that the numerical value of Metatron is 314, identical to that of the Divine Name Shadai, implying an inherent divinity within Metatron.
As the chief archangel, Metatron holds the topmost position in the angelic hierarchy, becoming the revealer of the loftiest mysteries or secrets of the divinity. Not only is he the divine conduit, but tradition also holds that it was Metatron who transmitted the Qabalah to human beings. He symbolizes the archetypal human who descends to Earth, incarnates, and then ascends once more, transformed into a spiritual being.
Tradition also links Metatron to the patriarch Enoch, believed to have been transfigured into Metatron upon his ascension to heaven. Enoch, whose father Iered's name signifies 'descent,' embodies the journey of the soul. This journey starts with the soul's descent to Earth from its celestial home, followed by its development of innate divine potentialities, and culminating in its ascension, assuming its archetypal form as the Son of God. This narrative arc is explicitly outlined in the apocalyptic text of the Book of Enoch.
Further support for Metatron as a prototype of the initiate following a spiritual path can be found in Proverbs 22:6, which advises to "Train a lad in the way he ought to go; He will not swerve from it even in old age." The Hebrew word for "train" is Chanoch, the Hebrew name for Enoch, and holds a numerical value of 84. The term for "His way" is Darko, adding up to 230. The total value, 314, matches the numerical value of Metatron (and Shadai), reaffirming Metatron's role as a spiritual guide.
In conclusion, Metatron embodies the Divine Master's image, a personification of higher spiritual power. The Greeks referred to this power as 'nous,' while medieval philosophy named it the 'Agent Intellect.' The transformation of Enoch into Metatron prefigures the soul's transformation into the Agent Intellect, establishing a connection with the Divine Intellect itself.
Chokmah of Beriyah:
רזיאל, Raziel.
In the world of Beriyah, positioned at the height of Chokmah, is the archangel Raziel, a figure synonymous with the Divine's clandestine aspects. The very name Raziel, arising from the word 'Raz,' translates to 'secret of God.' Interestingly, the numerical equivalent of Raz (207) is identical to that of 'Ohr,' meaning light. Consequently, this Archangel is perceived as a radiant beacon, casting the Divine Light upon all creation. He is known as the Angel of Wisdom, which, although concealed, resounds and echoes throughout creation as expressed in the Book of Proverbs.
Simultaneously, the root 'Raz' carries the connotation of progression, of moving forward. The term 'Razah' translates to 'to will,' which further unfolds into 'Ratzon,' meaning will. Furthermore, 'Raz' is also symbolic of a metallic rod. Merging these interpretations gives rise to Raziel's alternative title: the Spear of God. This appellation encapsulates the Divine Will in motion, the extension of God, hence the active and dynamic aspect of Chokmah, Creation's positive pole.
Typically, an angel's name ends with 'El,' an ancient representation of God associated with Chesed, the expanding divine energy. As a rule of thumb, an angel personifies a specific divine aspect or quality, hence their name is constituted by 'the (name of the quality) of God,' where 'God' is represented as 'El' or sometimes 'Yah,' another name for the Divine. However, this norm is not always followed, as is evident with the names Metatron and his twin Sandalfon. The ending 'on' possibly indicates a Hellenistic influence.
Traditionally, wisdom is seen as an ally of humanity. There exist tales of a mysterious Book of Raziel, which according to legend was bequeathed to Adam post the Fall. This sacred text supposedly offered Adam a path towards redemption. The Book of Raziel, subsequently, was passed down through generations, from Adam to Noah, then to Abraham, followed by Moses, and ultimately reaching Solomon. As per the lore, this book was a compendium of all the secrets of the natural world, both celestial and terrestrial. Broadly interpreted, it may have contained the cryptic knowledge of the creative word, the principle that governs all creation.
In another tale, Raziel is said to stand each day at the peak of Mount Horeb, the sacred mountain, where he broadcasts the world's secrets in a resonant voice that reverberates across the Earth. Regardless of the direction we look, be it external, towards the physical world, or internal, towards the heart's depths, the voice of Wisdom can be discerned. Raziel symbolizes both the force that encourages us to seek wisdom and the wellspring of all inspiration and creativity in life. He embodies the irresistible lure of knowledge and the joyous potential of discovery and enlightenment.
Binah of Beriyah:
צפקיאל, Zafkiel.
In the realm of Beriyah, the space of Binah is presided over by Zafkiel. The name Zafkiel translates to 'The Contemplation of God,' a phrase that offers dual interpretations. On the one hand, it may be understood from a bottom-up perspective, signifying a being that contemplates, comprehends, and recognizes (a characteristic of Binah) God. On the other hand, viewed from top to bottom, it represents the Divine's contemplation of all Creation. In both cases, it is a reflection of the active, reciprocal relationship between the Divine and Creation.
In this context, Zafkiel serves as the angel of Providence, embodying the Divine Mother's attributes and acting as her representative. As the manifestation of Divine Understanding within the realm of Beriyah, Zafkiel becomes the guardian of form. He conceives form as the product of his contemplation of the Divine, maintains its existence through his providential actions, and expresses the Law that shapes it. In the end, it is Zafkiel's role to bring each form to its ultimate state of completeness and elevation.
In this dance of creation, Chokmah represents the seed time unfolding in cycles, symbolizing the depth of the beginning, while Binah embodies linear time that completes these cycles, bringing them to their perfected conclusion. Zafkiel, as the principal entity of Binah, channels all aspects of this Sefira, be it as the severe mother or the resplendent and fertile nurturer, acting as the creative intelligence behind the scenes.
Zafkiel is the operational manifestation of God's providence, simultaneously keeping vigil over created beings and supervising their evolution. At times, Zafkiel may impose boundaries and hurdles that materialize as challenging life experiences. These trials are not mere afflictions but catalysts for spiritual growth, as each being is destined to fulfill their own 'tikun' or rectification and accomplish their unique spiritual journey.
In this light, Zafkiel is the divine orchestrator steering the spiritual evolution of the Worlds of Form. He is the force behind the various conceptions of God that have made the Divine Reality more tangible and comprehendible to the human mind. Charged with generating or inspiring all those forms or structures that guide us towards the contemplation of the Divine, Zafkiel is also known as the angel of the Archetypal Temple, the heavenly Jerusalem. This title paints a symbolic image of the perfected Form, prefiguring the consummation of time and the final jubilee, the ultimate rejoicing at the end of days.
Chesed of Beriyah:
צדקיאל , Zadqiel.
At Beriyah, Chesed, under the charge of the archangel Zadqiel. His name, rich in connotations, is translated to mean "Righteousness of God", but also unfolds to reveal other profound aspects like the "Charity of God" and the "Prosperity of God". Each of these facets provides a glimpse into the multifaceted nature of Zadqiel's dominion, which stretches across multiple divine powers of expansion, growth, goodness, generosity, blessing, and guidance.
In his role as the cosmic representative of 'El,' Zadqiel exercises diligent care over the evolution and well-being of all that falls under his vast sovereignty. This domain extends from the Abyss and spreads across the seven sefirot, encompassing the worlds of Yetzirah. It is a realm where Zadqiel's influence vibrates through the fabric of creation, providing not only physical sustenance but also nourishing the spiritual essence of all beings.
In Zadqiel's hands rest the scepter and the staff, symbols of his dual authority over the material and spiritual realms. The scepter is a mark of his divine task - the unfoldment of the divine plan - while the staff signifies his role as the priest channeling blessings and divine grace. Zadqiel's power and influence resonate in archetypal figures such as Melchizedek (Malki-tsedeq in Hebrew), the righteous king who was also a priest of El Elyon (God Most High), as reflected in Genesis 14:18-19.
Furthermore, Zadqiel, much like a vigilant shepherd, bears the staff of guidance, guiding his flock through the winding paths of life, providing comfort and support as elucidated in Psalm 23. In the grand court of heavenly judgment, Zadqiel stands as our advocate, tempering the severe judgment from the pillar of mercy, emphasizing our virtues and good deeds, and arguing our case with divine righteousness. He serves to remind the divine tribunal of our inherent goodness and potential, thus influencing the balance to tip in our favor.
Zadqiel perpetually seeks reasons for our salvation, extending his compassionate vision beyond the confines of a single lifetime, providing us with divine guidance and insights that allow us to extract positivity and goodness from all our experiences. His ultimate objective is to assist us in evolving into tzadiqim, righteous beings, masters of form, and collaborators in the divine work of creation, as outlined in the scripture: "The righteous (tzadiq) is the foundation of the world". Zadqiel embodies the celestial force driving us toward this noble aspiration, guiding us on our spiritual journey towards righteousness and mastery over creation.
Gevurah of Beriyah: קמואל, Qamuel.
In Beriyah, Gevurah takes center stage with the archangel Qamuel at its helm. His name unfolds into several interpretations, embodying the divine paradox. The essence of Qamuel is a fiery zeal for God, an inner flame that purifies, and the manifestation of God's destructive aspect. He also serves as God's prosecutor, the celestial accuser, acting in contrast with Zadqiel, the defender from Chesed.
Qamuel's fire symbolizes an essential negation, a denial of all that denies God's supremacy. Fire, in this context, embodies duality, possessing the potential for both destruction and purification. It holds the transformative power to return all to their original state, back to the pristine unity of creation.
Qamuel's role in the cosmic dance is to represent the restrictive, severe polarity of God within creation. His tasks are manifold and complex, marked by the striking dichotomy of his nature. He serves as the divine executor of judgement, clearing away the elements that oppose cosmic evolution, resisting change, or acting negatively towards God's grand plan. The manifestations of the "wrath of God," especially through the cleansing flames, are directed and controlled by Qamuel. However, it's crucial to understand that this is not capricious or vengeful; it is the exact and unyielding application of cosmic law. Every imbalance is corrected under his watchful eye, making Qamuel the guardian of cosmic equilibrium. In this capacity, he functions akin to a surgeon, carefully restoring balance and propelling towards the anticipated future state.
Reflecting on this divine force, we can perceive it as profoundly liberating, even if the process may be marked with pain. Qamuel rips away the veils of illusion that bind us to our lower selves. Without such a force, how could we liberate ourselves from our negative characteristics? How could we resist evil, defend justice, and protect the vulnerable and oppressed?
The divine polarities of Love and Fear are embodied in God, providing different paths for spiritual evolution. Some individuals evolve through love, while others evolve through fear. Intriguingly, Qamuel, the angel of severity, holds the numeric representation of 91. This number signifies the exaltation of unity and love (Ahavah in Hebrew, which also corresponds to the numeric value of 13, equal to Echad, denoting Unity). Fear arises when one attempts to add another unity to this divine unity (placing something before God), for 91 + 1 equals 92, the numeric value for Pachad (Terror), another name for the sefira of Gevurah.
The fear of God is thus uniquely transformative. It is the only fear we should permit within ourselves, for it is recognized as "the beginning of wisdom". The archangel Qamuel serves as the divine conduit for this form of fear, guiding souls towards wisdom and spiritual liberation.
Tiferet of Beriyah: מיכאל , Mikhael.
In Tiferet of Beriyah, radiates with the profound presence of Mikhael, one of the three archangels explicitly mentioned in the Bible. His universal renown is evident, especially in Christian traditions where his devotion is deeply entrenched within the faithful's hearts. This popularity isn't without reason; Mikhael's reputation as a staunch defender of humanity has its roots deeply embedded in creation legends and various ancient traditions.
One such narrative tells of Lucifer, the most radiant and beautiful among angelic beings, rebuking God for creating something as fragile and corruptible as man in his own divine image and likeness. Against this affront, Mikhael valiantly sided with humanity, seeing in us an immense potential for goodness. In the subsequent celestial fallout, Lucifer was cast out from heaven by Mikhael and his angelic hosts, morphing into God's adversary. Lucifer's downfall was his pride, the most quintessential sin of the solar archetype, Tiferet. He was blinded by his own luminosity, believing himself to be the source of his brilliant light.
From that pivotal moment in spiritual history, Mikhael has remained a tireless champion of mankind. His name, Mikhael, stands as a profound question and declaration, translating to "Who is like God," or alternatively, "God-like." In his solar role, Mikhael emanates the spiritual sunlight, radiating life-affirming light and centering, harmonizing, and balancing energies, befitting his association with Divine Beauty, or Tiferet.
One common depiction of Mikhael presents him with a scale in his hand, symbolizing cosmic balance. The presence of evil exposes an undercurrent of imbalance, as it signifies a force bent on receiving more than its due, violating the sacred law of equilibrium that sustains creation. By battling the chaotic Dragon, Mikhael upholds the cosmic creation's stability.
In another iconic portrayal, Mikhael, armored and with a sword or spear in hand, tramples upon the devil, dragon, or serpent, signifying the negative force's passive role. The chaotic force is an essential adversary to be used as a launchpad, not destroyed but merely constrained. Defeating the adversary simultaneously signifies respecting it, acknowledging its crucial part in the grand cosmic design. God, being the absolute master of creation, holds dominion over both light and darkness.
As Tiferet of Beriyah, Mikhael holds a pivotal position on the Tree of Life. It is said that in the Heavenly Temple, Mikhael serves as the High Priest, offering fiery sacrifices on the altar of the Shekhinah, the Divine Presence. These burning offerings symbolize human souls, transmuted after transcending the illusion of form, which is essentially the illusion of duality and separation.
Mikhael is instrumental in facilitating this transmutation of consciousness, ushering souls into the divine world by overcoming the mind's self-deceptive tendencies towards dualistic thinking. In the grand cosmic reality, there is only God, the One. Thus, Mikhael aids in eradicating ignorance of our intrinsic divine nature, guiding us towards the profound realization of our divine unity with the Absolute.
Netzach of Beriyah:
הניאל , Haniel.
In Beriyah, the world of creation, the sphere of Netzach resonates with the effervescent energy of Haniel. This Hebrew name, rooted in "Hn", unravels a constellation of meanings including 'to bring joy or pleasure', 'to adorn or beautify', but also 'to frustrate or hinder'. It also stands as the third person plural feminine pronoun, and as an affirmative particle, it suggests "yes" or serves as an interjective.
This rich array of semantic possibilities enables us to understand the name of this archangel as "Joy of God", "Adornment of God", or "Affirmation of God". As Netzach of Beriyah, Haniel symbolizes the glorious extroversion of Creation, manifesting as a multiverse of worlds, sefirot, dimensions, planes, and beings, all orchestrated by the divine laws of polarity, love, and harmony.
Haniel, the celestial maestro who interprets the divine music of the spheres, personifies the Triumphant Beauty, a profound affirmation of God. In this capacity, Haniel governs the realm of arts, embracing everything that vibrates, dances, and emanates colors - all that touches our emotions and sensations. However, our feelings, the very tools that enable us to perceive beauty, can also engender suffering. This introduces the "frustration" aspect, echoing the pain of separation and division, which only the balm of love can mend. Herein lies Haniel's connection to the divine feminine power's expression in Creation.
As Netzach, the seventh sefira, Haniel is a radiant manifestation of the Name of God, Elohim, a principle originating in Binah. Each one of the powers of the septenary asserts its unique nature in this sefira, expressing the seven rays or colors of the Rainbow metaphorically speaking, as active powers directed by the Name of God in Netzach, YHVH Tzebaot, YHVH of hosts.
In Netzach, we may not "know" God, but we profoundly feel His divine presence. This feeling can ignite the fervor of love or infatuation, which ultimately is the projection of an aspect of one's own divine nature. Such passion incites us towards an inner search for solace from the ailment of unrequited love, an ailment which only the presence and form of the beloved can cure. Haniel connects us with this spirit of beauty and poetry, where words possess a creative power, and only our selfishness can obstruct the soul's doorways to such divinity.
Through Haniel, we are invited to enter into a spiritual dance of divine aesthetics, immersing ourselves in the rhythmic vibrations of the cosmos. We learn to navigate the tumultuous seas of our emotions, understanding that the same feelings that elicit joy can also harbor potential for suffering. Haniel, in his essence, embodies the ecstatic affirmation of God's beauty, joy, and grace in the grand orchestra of Creation, serving as our guide on this divine journey.
Hod of Beriyah:
רפאל , Rafael.
In Beriyah, within the realm of Hod, resides the archangel Rafael. His name stands as a testament to divine healing, resonating with meanings such as "Healing of God", "God Heals", or "Physician of God". In the esoteric text of the Zohar, he is also occasionally referred to as Boel, embodying the concept of "God within him".
Broadly speaking, Rafael represents the power of the mind, the realm of intellect (Hod), which manifests itself in the perception and conception of form. By deciphering the symbolic meanings embedded in the letters of his name, Resh ר signifying 'head' and Fei פ standing for 'mouth', we uncover the profound analogy of thought taking shape in words. In the world of Beriyah, language becomes the very essence of beings. Rafael shares a powerful connection with the archangel of Binah, mirrored in the fact that their names both correspond to the same numerical value (311). This relationship stems from the understanding that he who comprehends the intrinsic mechanism of form holds the power to repair it, hence Rafael's designation as "Physician of God".
Moreover, the numeric value of Rafael, 311, is paralleled by the Hebrew word איש, Ish, meaning 'man'. The letters (Aleph, Yod, Shin) constituting this word contain the enigma of divinity. In the current context, these letters refer to the divine nucleus or spark in humanity (the impression of the divine seal in the soul). It is this divine essence that Rafael strives to connect us with, illuminating our minds as the conduit for the visible manifestation of the Inner Glory, the Luminescence of the Divine Presence within us.
Rafael is regarded as the master of polarity and the spiritual interpretation of the mysteries of sex. His dominion extends beyond the instinctual aspect of humanity, encompassing all seven planes and reaching the divine. This establishes a connection with Rafael's alternate name, Boel, "God in him", whose numeric sum of letters equates to 39. It becomes apparent that Rafael is a maestro of divine names, specifically the Name of God. The last two words of the Shema Israel, "YHVH Echad", translate to "the Lord is One", and intriguingly, their combined numerical value is also 39. Rafael, analogous to Boel, safeguards the secret of unification of the Name, actualized through the fusion of its masculine and feminine, active and passive elements (letters).
In the grand cosmic scheme, Rafael serves as a bridge between the mortal and the divine. He not only heals the ailments of the body and mind, but he also fosters an understanding of our divine spark, the essence that connects us with the greater universe. He exemplifies the duality inherent in existence and elucidates the spiritual nuances hidden within human sexuality. In his multiple facets, Rafael embodies the harmonious unity of the divine name, interweaving its various elements into a coherent whole.
Yesod of Beriyah:
גבריאל , Gabriel.
Situated within the realm of Beriyah, Yesod, is the formidable archangel, Gabriel. Gabriel represents the incarnate energy of Yesod, fulfilling a dual role: being feminine-receptive relative to the preceding sefirot on the Tree of Life and assuming a masculine, impregnating role in relation to Malkuth.
The etymology of Gabriel's name shares its roots, גבר, with the term Gevurah, both signifying strength or power. Furthermore, "Gevir" translates to "lord" or "master", "Gabar" encapsulates the essence of conquest and might, and "Geber" denotes masculinity and a warrior spirit. Consequently, the name Gabriel can be interpreted as "The Mighty One of God", with an underlying thread of a warrior spirit.
Symbolically, Gabriel is often associated with resurrection, frequently depicted blowing a trumpet to stir the dead from their eternal slumber. This theme reverberates not only in the spiritual realm but extends its implications to the entire cycle of life, encompassing birth, death, decomposition, and rebirth from the same elements. This cyclical nature is explicitly symbolized through the phallic imagery of Gabriel's trumpet.
In essence, Gabriel is the conduit for the Divine Spirit - the Ruach Elohim Chayim, the Life of the worlds, and the Ruach HaKodesh (Holy Spirit), the illuminator of worlds. Gabriel serves as the voice, the breath (Ruach), and the divine word. Embodying the Holy Spirit, Gabriel assumes the roles of the Angelic Messenger, the Angel of Vision, and the Angel of Revelation.
Interestingly, the numerical value of Gabriel's name (גבריאל) is 246, identical to that of Maréh (מראה), meaning "vision" or "appearance". This suggests a strong link between Gabriel and Metatron. The latter, known as Shadai (the Divine Name in Yesod), stands as the epitome of intellect in Beriyah, what we've termed the personification of the agent intellect, the nexus with the divine intellect itself. Gabriel is tasked with translating this divine influence for human understanding, adjusting it to fit within the perceptive capacities of human consciousness in Yetzirah.
On an individual level, Gabriel maintains a personal record for each being, penning notes that, in a mythical context, are attached to his celestial chariot. Gabriel, as the angel of the gate of Daat, dictates the readiness of an individual for the celestial journey to higher worlds, and determines when one can appear before the Throne of Glory. These personal records, akin to divine ledgers, contain the accumulation of each individual's spiritual journey, providing Gabriel with the necessary information to discern their preparedness for celestial ascension. As such, Gabriel is more than an archangel; he is a spiritual guide, a keeper of records, and a bridge between the mortal and the divine, shaping the path for humanity's journey towards enlightenment.
Malkuth of Beriyah:
סנדלפון, Sandalfon.
At the heart of Beriyah, in the realm of Malkuth, resides the archangel Sandalphon. Uniquely, Sandalphon's name deviates from the traditional nomenclature of archangels, wherein the divine suffix "El" is attached to a literal root that captures the angel's essence. This exception, akin to Metatron, insinuates a distinct, elevated status for Sandalphon.
Although Sandalphon is not overtly referenced in the scriptures, some of the earliest accounts on Sandalphon depict him as the transfigured form of the prophet Elijah, transformed and elevated to a celestial stature. Concurrently, other sources, primarily rooted in midrashic literature, delineate Sandalphon as the twin brother of Metatron. This brotherhood draws parallels with their shared human origins – Metatron as Enoch and Sandalphon as Elijah – before their transfiguration.
Sandalphon and Metatron respectively embody the realms of Malkuth and Kether, epitomizing the highest and lowest spheres of the Tree of Life within Beriyah. In this capacity, they encapsulate the essential archetypes of existence, expressing the tension and the profound unity between the highest and lowest points of the middle pillar, also known as the pillar of consciousness. This dualism is deeply ingrained within them as they are considered the two Qerubim represented in the Ark of the Covenant (Exodus 25:18-22). Their winged depiction symbolizes the flight of consciousness capable of ascending and descending the middle pillar.
As such, Sandalphon is often referred to as the "Angel of Height". Though his feet are grounded in the earthly realm of Malkuth, his celestial reach extends to the "Throne of Glory before the Divine Presence (Kether)". In this capacity, Sandalphon bears the divine duty of presenting the prayers and petitions of humanity before the divine throne, thereby bridging all dimensions of existence.
Sandalphon is commonly associated with the Hebrew term כונה, kavanah, signifying 'intention', though the concept is more profound and less readily translated. When performing an action or uttering a prayer, embedding kavanah is a prerequisite for divine acknowledgment. It necessitates the complete immersion of thoughts and feelings into every action, every uttered word. Sandalphon provides insight into this concept, highlighting that kavanah is about complete presence, a deep connection with our "I", personified by Metatron, the twin of our divine "I".
This seemingly simple yet profound state of being fully present, or "being there", encapsulates the secret of all spiritual, magical, or religious sciences. As stated in 1 Samuel 2:30, "For those who honor me, I will honor, and those who despise will be held in low esteem." These words resonate deeply with the ethos of Sandalphon and his teachings.
Lastly, it is worth acknowledging that Sandalphon is the designated archangelic guide of Earth. He bears the monumental responsibility of guiding the planet towards its intended state as envisioned in the Divine Plan, embodying the archetype of the Kingdom of God. Overseeing all life forms populating the Earth, including humanity, Sandalphon directs them to align with the higher mental facets and connect with their spiritual archetype. For humanity, this involves transcending egoic consciousness and establishing oneself in Tiferet, or the self, thus opening the door to consciousness in Beriyah. In essence, connecting with Sandalphon sets humanity on the path towards accomplishing the Great Work, the Tikkun Olam, signifying the rectification or restoration of the world.
大天使たちは、創造と存在、純粋な特質の世界であるベリアーの領域で活動する荘厳な霊的存在であり、この領域に並外れたダイナミズムをもたらす。ベリアー内では、各セフィラ、すなわち神の発現は、それぞれ大天使の庇護下にある。語源的に、「大天使」という用語は天使の最高位を示し、最高の崇高さを意味するが、特定のセフィラに対応する原理的または原型的な天使も意味する。
大天使たちは様々な方法で理解できる。彼らを神の特質を体現する個別化され、やや人間的な存在と見る人もいる。あるいは、単一のアイデンティティを持つのではなく、複数または集合的な性質を持つと理解することもできる。そのような場合、彼らは超存在として考えられ、多様な個人的な現れを示したり、巨大なエネルギーの柱として見なされる。
また、各自がそれぞれのセフィラの独自のエネルギーを生み出す発電機として考えることもできる。あるいは、導管や至福の光と知性の中心として見ることもできる。さらに、神の心の中の原型的で模範的なアイデアとして解釈され、霊的な指針やインスピレーションの源となる。
大天使たちはレンズや鏡のようなものであり、神の臨在の以前は見えなかった光を捉え、焦点を合わせ、反射する。この能力において、彼らは形を持たず見えない神の栄光の具体的で輝かしい現れとして現れる。
彼らは崇拝されるべき神や力ではない。むしろ、彼らは特定の領域、つまり彼らが責任を持つセフィラ内で権威を持つ摂政、王子、または大臣と考えることができる。この区別を維持することは、異なる存在の平面間の混乱を避けるために重要だ。
前回のレッスンで確立したパターンに従い、各セフィラに対応する特定の大天使の姿を詳しく見ていく。それぞれが独自のエネルギー、役割、特質を持ち、神聖な宇宙と私たちの中での位置を深く理解することを可能にする。これらの天上的な存在が各セフィラに関連する神の特質をどのように体現し伝達するか、そして彼らが霊的な成長と実現のプロセスをどのように助けるかを探求する。
ケテルのベリアー:
メタトロン、メタトロン。
創造の世界であるベリアーの頂点に位置するのはケテルであり、卓越した重要性を持つ大天使メタトロンが司る。しばしばサルパニム、つまり「御前の君主」と呼ばれるメタトロンは、探求者を神の御顔の瞑想へと導き、神の臨在との親密な出会いへと誘う。
メタトロンは様々な名前で知られ、それぞれが独自の意味を持つ。その中には「神の冠を戴く者」を意味するアクタリエルがある。この称号は、神の階級の冠を委ねられたケテルとのメタトロンの関係を反映する。メタトロンは「小さなYHVH」とも呼ばれ、これは「YHVHの天使」として聖書に登場することに由来する。この表現は、メタトロンというレンズを通じての神の顕現、つまり神のシェキナーの導管を意味する。このように、メタトロンが伝えるメッセージは神の明確な印を帯びている。
例えば、出エジプト記23章20-21節で、神はモーセを導き守るためにメタトロンを任命し、モーセに大天使の声に従うよう命じ、反抗しないよう警告する。聖書は「わたしの名が彼の中にある」と強調する。この宣言の一つの解釈は、メタトロンの数値価値が314であり、神聖な名前シャダイと同じであることから、メタトロンの中に内在する神性を示唆している。
大天使の長として、メタトロンは天使の階級の最上位にあり、神の最も高い神秘や秘密の啓示者となる。彼は神の導管であるだけでなく、伝統によれば、メタトロンが人間にカバラを伝えたとされる。彼は地上に降り、受肉し、再び昇天して霊的存在へと変容する原型的な人間を象徴する。
また、メタトロンは族長エノクと結び付けられ、天に昇った際にメタトロンに変容したと信じられている。エノクの父イエレドは「下降」を意味し、魂の旅を体現する。この旅は、魂が天上の家から地上へと下降し、内在する神の可能性を発展させ、最終的に昇天し、神の子としての原型的な姿を取ることで完結する。この物語のアークは、『エノク書』の黙示録的なテキストで明確に描かれている。
霊的な道を進むイニシエートの原型としてのメタトロンへのさらなる支持は、箴言22章6節に見られる。「子供をその道に従って教えよ。そうすれば、老いてもそれを離れない。」という勧めだ。「教えよ」にあたるヘブライ語は「ハノク」で、エノクのヘブライ名であり、その数値価値は84。「その道に」は「ダルコ」で、230を足す。合計値314は、メタトロン(およびシャダイ)の数値価値と一致し、メタトロンの霊的な導き手としての役割を再確認する。
結論として、メタトロンは神の師のイメージを体現し、高次の霊的な力の擬人化だ。ギリシャ人はこの力を「ヌース」と呼び、中世の哲学では「作用知性」と名付けた。エノクのメタトロンへの変容は、魂の作用知性への変容を予示し、神の知性そのものとのつながりを確立する。
ホクマーのベリアー:
ラジエル、ラジエル。
ベリアーの世界で、ホクマーの高みに位置するのは大天使ラジエルであり、神の秘められた側面と同義の存在だ。ラジエルという名前は「ラズ」(秘密)に由来し、「神の秘密」と訳される。興味深いことに、「ラズ」の数値(207)は「オール」(光)と同じだ。したがって、この大天使は全創造物に神の光を投げかける輝く灯台として認識される。彼は知恵の天使として知られ、それは隠されているが、箴言に表現されているように創造全体に響き渡る。
同時に、「ラズ」という根は進行、前進の意味を持つ。「ラツァー」は「意志する」と訳され、さらに「ラツォン」(意志)へと展開する。さらに、「ラズ」は金属の杖も象徴する。これらの解釈を融合すると、ラジエルの別称である「神の槍」が生まれる。この呼称は動いている神の意志、神の延長、したがって創造の積極的な極であるホクマーの活動的で動的な側面を要約している。
通常、天使の名前は「エル」で終わり、これは拡大する神のエネルギーであるヘセドに関連する古代の神の表現だ。一般的なルールとして、天使は特定の神の側面や特質を具現化し、したがって彼らの名前は「神の(特質の名前)」で構成され、「神」は「エル」または時には「ヤー」で表される。しかし、この規則は常に守られるわけではなく、メタトロンやその双子サンダルフォンの名前に明らかだ。「オン」の語尾はヘレニズムの影響を示している可能性がある。
伝統的に、知恵は人類の味方と見なされている。伝説によれば、ラジエルの神秘的な書物があり、これは堕落後にアダムに授けられたとされる。この聖なるテキストは、アダムに救済への道を提供したとされる。ラジエルの書はその後、アダムからノアへ、さらにアブラハム、モーセ、最終的にソロモンへと世代を超えて伝えられた。伝承によれば、この書物は天界と地上の自然界のすべての秘密の集大成であった。広義に解釈すると、それは創造の言葉、すべての創造を支配する原理の秘伝的な知識を含んでいた可能性がある。
別の物語では、ラジエルは毎日、聖なる山ホレブの頂上に立ち、世界の秘密を地球全体に響き渡る声で放送すると言われている。我々がどの方向を見ても、外的に物理的な世界へ、または内的に心の深部へ、知恵の声を見分けることができる。ラジエルは、我々に知恵を求めさせる力と、人生におけるすべてのインスピレーションと創造性の源の両方を象徴する。彼は知識の抵抗できない魅力と、発見と啓発の喜びに満ちた可能性を体現している。
ビナーのベリアー:
ザフキエル、ザフキエル。
ベリアーの領域で、ビナーの空間を司るのはザフキエルだ。ザフキエルという名前は「神の黙想」を意味し、二つの解釈を提供する。一つは、下から上への視点で、神を黙想し、理解し、認識する存在を意味する(ビナーの特性)。もう一つは、上から下への視点で、創造全体に対する神の黙想を表す。いずれの場合も、神と創造との間の能動的で相互的な関係の反映だ。
この文脈で、ザフキエルは摂理の天使として機能し、神聖な母の属性を体現し、その代表として行動する。ベリアーの領域内で神聖な理解の現れとして、ザフキエルは形の守護者となる。彼は形を神の黙想の産物と考え、摂理的な行動を通じてその存在を維持し、それを形作る法を表現する。最終的に、各形をその究極の完全性と高揚へと導くのがザフキエルの役割だ。
この創造の舞踏において、ホクマーは始まりの深さを象徴するサイクルで展開する種の時間を表し、ビナーはこれらのサイクルを完成させ、それらを完成された結論へと導く線形時間を具現化する。ビナーの主要な存在としてのザフキエルは、厳格な母親として、あるいは輝かしく豊かな養育者として、このセフィラのすべての側面を伝達し、舞台裏の創造的な知性として機能する。
ザフキエルは神の摂理の運用上の現れであり、創造された存在を見守り、その進化を監督する。同時に、ザフキエルは限界や障害を課し、それが困難な人生経験として現れることもある。これらの試練は単なる苦悩ではなく、霊的成長の触媒であり、各存在が自分自身の「ティクン」や修正を果たし、独自の霊的旅を完成させる運命にあるからだ。
このように、ザフキエルは形の世界の霊的進化を導く神の指揮者だ。彼は、神の現実をより具体的で理解しやすいものにしてきた様々な神の概念の背後にある力だ。我々を神の黙想へと導くすべての形や構造を生み出し、または刺激する任務を負っており、ザフキエルは原型的な神殿、天上的なエルサレムの天使としても知られる。この称号は、完成された形の象徴的なイメージを描き、時間の完成と最終的な喜びの日、終末の歓喜を予示している。