The Tree of Life: "A Kabbalistic Journey for Children"

"The Tree of Life" is a story of self-discovery, love, and the eternal dance between light and darkness.

The Tree of Life book cover Buy on Amazon

生命の樹:「子供のためのカバラの旅」

「生命の樹」は、自己発見、愛、そして光と闇の永遠の舞踏の物語です。

生命の樹のブックカバー アマゾンで購入

El Árbol de la Vida: "Un Viaje Cabalístico para Niños"

"El Árbol de la Vida" es una historia de autodescubrimiento, amor, y la eterna danza entre la luz y la oscuridad.

El Árbol de la Vida, portada del libro Comprar en Amazon

TIkkun | תיקון

Al principio, surgió una extensión de espacio vacío, conocida como el mundo de Beriyá o nuestro universo físico. Esta extensión primordial establecería el escenario para las interacciones fundamentales de las energías masculina y femenina en el Tzimtzum HaRishón. Antes de su colisión, estas energías desconocían la existencia una de la otra, incapaces de percibir a sus contrapartes.

La magnitud de este primer nivel de Ohr o 'luz' fue tan abrumadora que destrozó el Kli, o vaso diseñado para contenerla. Esta explosión resultante de energía luego retrocedió hacia el Ein Sof, la fuente de toda creación. Desde el Ein Sof, reingresaría al vacío espacio, es decir, nuestro universo físico o Beriyá, iniciando una segunda etapa de creación.

En esta segunda etapa, las energías experimentaron una profunda transformación para restablecer el equilibrio. Durante esta transmutación, un nuevo actor emergió en el drama cósmico, conocido como Daat. Daat, sinónimo de conocimiento o conciencia, asumió la responsabilidad de reconocer los límites que las energías encontrarían al reingresar al universo.

Sin embargo, este renovado ingreso se ejecutó con cautela y progresión gradual, un marcado contraste con la anterior colisión abrupta. Las energías, armadas con la conciencia de Daat, ahora eran conscientes de su existencia y de la existencia de las demás, reduciendo el riesgo de dañar una vez más a Beriyá.

Tikkún fue este reingreso cauteloso de energía en Beriyá. Para suavizar el influjo, se creó un universo transicional, Atziluth, como una zona de amortiguación. Dentro de este universo, las energías masculina y femenina que antes estaban separadas en Adam Kadmon comenzaron a entrelazarse y operar en armonía, en un sorprendente testimonio de unidad y equilibrio.

Dentro del universo de Atziluth, ocurre un fenómeno intrigante, conocido como Partzufim, o 'rostros' en la Qabalá Luriánica. Estos no son rostros literales; son una representación alegórica, un término metafórico para describir las configuraciones únicas de energía que existen dentro de Atziluth. Estos Partzufim reflejan las innumerables formas en que las energías masculina y femenina se entrelazan y equilibran entre sí, demostrando un sentido más profundo de equilibrio e interacción. Íntimamente ligadas a las fases de Adam Kadmon, Ma y Bon, estas energías moldean la compleja danza de las dinámicas cósmicas.

Desentrañar la esencia de los Partzufim es una tarea desafiante, que bordea los reinos esotéricos de la Qabalá avanzada. Sin embargo, una exploración rudimentaria puede darnos un atisbo de este intrigante concepto, allanando el camino para un análisis más profundo al final de nuestro viaje.

El primer Partzuf en emerger es Atik Yomin, el "Anciano de Días". Esta configuración de energía significa la causa primordial de la creación, la chispa que encendió la llama cósmica. Encarna el concepto de 'atemporalidad', una alusión a la naturaleza eterna de la creación.

A continuación, encontramos a Arich Anpín o el "Rostro Largo", asociado con la voluntad y el descenso inicial de la energía divina. Arich Anpín y Atik Yomin abarcan aspectos tanto masculinos como femeninos, ya que representan el primer entrelazamiento de energías en Atziluth.

Después de esto, emerge Abba, o "Padre", simbolizando la fuerza masculina capaz de aprovechar el conocimiento de la conciencia superior y proyectarlo en la conciencia consciente. Su contraparte femenina, Imma o "Madre", trabaja en conjunto con Abba. Imma representa la comprensión y el desarrollo, una energía nutritiva que fomenta el crecimiento.

La unión de Abba e Imma da lugar a Zeir Anpín, el "Rostro Pequeño" o el hijo. Este Partzuf corresponde a la revelación de la divinidad y al estudio de la Torá, encarnando la búsqueda

del conocimiento y el crecimiento espiritual. El elemento femenino está representado por Nukvá, la "Femenina" o la hija. Nukvá encarna la presencia divina y la oración, enriqueciendo aún más la riqueza espiritual del universo.

En el futuro, estos Partzufim se alinearían con el concepto de Sefirót, que aún no existen pero que se manifiestan como diez frecuencias fractales en cada Partzuf. Por lo tanto, cada Partzuf encarna estas diez frecuencias, agregando una capa de profundidad al intrincado y entrelazado tejido del universo.

En el reino de Atziluth, el más alto de los cuatro mundos en el Árbol de la Vida dentro de la Qabalá, las frecuencias energéticas son identificadas por varios epítetos divinos, cada uno asociado con una de las diez Sefirót, desde Kéter (la corona) hasta Maljut (el reino):

Eieh א’’ה’’י’’ה
Yah י’’ה
Yekoví הוי"ה (HaVaYaH con las vocales de Elokim)
Kel א’’ל
Elokim א’’ל’’ה’’י’’ם
HaVaYaH הוי"ה
HaVaYaH Tzevakot הוי"ה צ’’ב’’א’’ו’’ת
Elokim Tzevakot א’’ל’’ה’’י’’ם צ’’ב’’א’’ו’’ת
Shadai ש’’ד’’י
Adonai א’’ד’’נ’’י

Cada uno de estos nombres no solo representa un aspecto diferente de lo divino, sino que también resuena con una frecuencia única de energía, imbuyendo al universo con una variedad de vibraciones espirituales.

El primer epíteto divino, Eieh א’’ה’’י’’ה, que se traduce como "Seré", está asociado con Kéter, la Sefirá corona. Este nombre de Di-s resuena con un profundo sentido de potencialidad y futuro, una promesa de existencia continua y manifestación divina siempre en desarrollo.

Yah י’’ה, a menudo se vincula con la Sefirá Jojmá, sabiduría, significando la sabiduría primordial que existe más allá de la comprensión y que emana directamente de la fuente divina.

Luego viene Yekoví הוי"ה, una variación del Tetragrámaton (HaVaYaH) con las vocales de Elokim, que representa la Sefirá de Biná, entendimiento. Este epíteto sugiere una comprensión profunda y un aspecto contemplativo de Di-s.

El cuarto nombre divino, Kel אל, está asociado con Jesed, que significa bondad o amor. Este nombre significa el aspecto benevolente y compasivo de lo divino, irradiando amor y misericordia a lo largo de la creación.

Descendiendo por el Árbol de la Vida, llegamos a la Sefirá Guevurá o severidad, asociada con Elokim אלהים. Este nombre divino representa el principio de la justicia y severidad divina, significando la fuerza equilibradora que complementa la misericordia divina.

El nombre central en esta colección, HaVaYaH הוי"ה, el Tetragrámaton impronunciable, a menudo se vincula con Tiferet, belleza o equilibrio. Encarna la idea de la misericordia de Di-s armonizada con la justicia, creando un equilibrio perfecto en el universo.

Más adelante en el Árbol de la Vida, HaVaYaH Tzevakot הוי"ה צ’’ב’’א’’ו’’ת y Elokim Tzevakot א’’ל’’ה’’י’’ם צ’’ב’’א’’ו’’ת están asociados con Netzaj (eternidad) y Hod (esplendor), respectivamente. Estos nombres son indicativos del mando de Di-s sobre los ejércitos celestiales, significando la autoridad divina y el dominio sobre todos los reinos.

A continuación está Shadai ש’’ד’’י, correspondiente a Yesod, fundamento. Este epíteto encapsula el papel nutritivo y sustentador de Di-s, un Di-s viviente que es la fuente de vida de toda existencia.

Por último, Adonai א’’ד’’נ’’י está asociado con Maljut, el reino. Este nombre divino denota el dominio terrenal de Di-s, significando la presencia divina y el gobierno en el mundo físico.

En la tradición judía, HaVaYaH, debido a su santidad y al misterio que rodea su correcta pronunciación, a menudo se refiere como HaShem, que literalmente significa "el Nombre". Por reverencia, la pronunciación de los otros nombres divinos también se modifica para evitar invocar directamente las energías que representan. Por ejemplo, Adonai se pronuncia frecuentemente como Adonai, Elokim como Elokim, y así sucesivamente. Es notable añadir que HaVaYaH también es referido como HaVaYaH por los cabalistas, denotando el concepto de existencia o ser. Esta diversa gama de nombres y sus energías asociadas ilustran la naturaleza multifacética de lo divino tal como se entiende en la Qabalá, reflejando la dinámica interacción de diferentes energías que moldean el universo espiritual.

Desde la emanación primordial de Adam Kadmon hasta la creación de Beriyá, el universo físico, las energías divinas atraviesan una serie de procesos transformadores, evolucionando y cambiando en configuración. Dentro de Beriyá, estas energías cósmicas asumen la forma de un Kli, o vaso. Al entrar en Beriyá desde Atziluth, las energías espirituales en estas diez distintas frecuencias se amalgaman dentro del Kli, dando así nacimiento a lo que entendemos como las Sefirót. Estas Sefirót son la unión de Ohr (luz) y Kli (vaso), representando el equilibrio esencial en el universo.

Este proceso transformador ocurre bajo la guía de Daat, el conocimiento, que opera a través de veintidós energías distintas. Estas energías corresponden a las veintidós letras consonantes hebreas, interconectando las diez Sefirót y trayéndoles un sentido de armonía. Es esta interacción armoniosa la que conduce a la creación del Etz HaChayim, o el Árbol de la Vida, un concepto central en los estudios cabalísticos.

Para los cabalistas, el profundo conocimiento del Árbol de la Vida sirve como una herramienta espiritual para entender las complejidades de la realidad y ascender a planos espirituales superiores. Visto como un mapa de nuestra alma y, debido a su naturaleza fractal, una representación del universo y toda la realidad, el Árbol de la Vida proporciona un marco espiritual para interpretar y navegar el cosmos.

Cada Sefirá, una forma singular de Sefirót, consiste en dos componentes fundamentales: Ohr y Kli. Ohr representa la luz, a menudo asociada con lo masculino, el poder de dar, mientras que Kli representa el poder de recepción, típicamente asociado con lo femenino. Estas energías interactúan, logrando un delicado equilibrio que mantiene el equilibrio cósmico.

Sin embargo, este equilibrio no siempre es estable; pueden ocurrir desequilibrios que conducen a disrupciones. Hay dos tipos principales de desequilibrios: los debidos al exceso y los debidos a una deficiencia. Por ejemplo, recibir más luz de la que el Kli puede manejar, o no recibir suficiente luz para satisfacer las necesidades del Kli, pueden conducir a desequilibrios. Trazando paralelismos con la vida humana, lo primero es similar a comer en exceso, llevando a la obesidad y mala salud, mientras que lo segundo es similar a la desnutrición, resultando en debilidad y enfermedad.

Estos desequilibrios se representan a través de expresiones metafóricas: cuando lo masculino domina, se dice que aparece la figura de Satán, y cuando lo femenino prevalece, emerge Lilith. Para mantener la armonía, es esencial que las energías copulen en un nivel igual, sin que una domine a la otra.

Habiendo explicado esto, profundicemos en la disposición estructural del Árbol de la Vida. Compuesto por diez dimensiones, refleja las diez frecuencias en Ein Sof, reflejando la naturaleza fractal de la realidad.

Los cabalistas comúnmente categorizan estas diez dimensiones de dos maneras principales. Un método las divide en tres columnas: la columna izquierda de rigor con tres Sefirót, la columna derecha de misericordia con tres Sefirót más, y la columna central de equilibrio con cuatro Sefirót.

Alternativamente, se agrupan en tríadas: la tríada superior, la tríada media y la tríada inferior, con una Sefirá permaneciendo sola. Cada tríada corresponde a una parte diferente de la anatomía humana, y las Sefirót dentro de cada tríada se correlacionan con atributos específicos. La tríada superior, por ejemplo, se alinea con el cerebro, encapsulando las Sefirót Kéter (voluntad), Jojmá (sabiduría) y Biná (entendimiento).

Sin embargo, un elemento crítico permanece sin contabilizar: Daat. Emergente durante la fase de Tikkún, Daat actúa como la savia del Árbol de la Vida, conectando todas las Sefirót. Algunos textos cabalísticos se refieren a Daat como una Sefirá oculta, pero es más preciso verlo como una energía interconectada que opera a través de veintidós senderos, fomentando la comprensión y las operaciones entre las Sefirót.

Como todas las cosas son fractales, dentro de Daat reside otro árbol, el árbol del conocimiento del bien y del mal. Este árbol, junto al Árbol de la Vida, aparece en el Génesis de la Biblia. Fue el fruto de este árbol el que Eva dio a Adán, resultando en el pecado original y su posterior expulsión del Jardín del Edén.

Aunque estos dos árboles aparecen por separado en el texto bíblico, para los cabalistas, el árbol de Daat (conocimiento) reside dentro del Árbol de la Vida. Por lo tanto, se consideran parte del mismo sistema.

Las diez dimensiones, o Sefirót, del Árbol de la Vida son:

1. Kéter (Corona)
2. Jojmá (Sabiduría)
3. Biná (Entendimiento)
4. Jesed (Misericordia)
5. Guevurá (Severidad)
6. Tiferet (Belleza)
7. Netzaj (Eternidad)
8. Hod (Gloria)
9. Yesod (Fundamento)
10. Maljut (Reino)

Cada una de estas dimensiones juega un papel crucial en el orden cósmico, representando diferentes aspectos de lo divino y formando juntas el plano fractal del universo.

Kéter, la primera dimensión, y Maljut, la décima, ilustran todo el espectro del Árbol de la Vida en la tradición mística de la Qabalá. Estando como la más cercana al insondable Ein Sof, o el Infinito, Kéter representa el pináculo de la conciencia divina, mientras que Maljut, la más alejada de Ein Sof, es la culminación material del descenso divino a la manifestación física. Este contraste es fundamental para entender el intrincado flujo de energías a través del Árbol de la Vida.

Según el principio cosmológico, cada una de las Sefirót, o dimensiones, tiene un vaso distintivo, Kli, que es receptivo a la energía divina. Las dimensiones superiores, debido a su proximidad a Ein Sof, poseen un Kli más fuerte, capaz de acomodar una abundancia de energía divina. En contraste, las dimensiones inferiores, al estar más alejadas de Ein Sof, están equipadas con un Kli más débil, recibiendo una afluencia de energía comparativamente menor.

El camino de la energía divina comienza desde Kéter en la cima, desciende por Jojmá, cruza al lado derecho, gira a la izquierda, atraviesa el camino medio y luego se repite. Esta circulación continua refleja el concepto cabalístico de Tzimtzum: el acto de autocontracción y expansión divina. Esta oscilación de energía entre estados de contracción y expansión ayuda a mantener el equilibrio en el ecosistema cósmico.

Dentro del ámbito cosmológico, cada uno de los cuatro mundos se alinea con dimensiones específicas en el Árbol de la Vida. El mundo más alto, Adam Kadmon, corresponde a la dimensión de Kéter, significando la radiancia pura y sin filtrar de lo divino. Posterior a este está Atziluth, el mundo de los arquetipos o emanaciones, que corresponde a Jojmá. Siguiendo a Atziluth está Beriyá, el mundo de la creación o el pensamiento, que se alinea con Biná. El mundo de Yetzirá, correspondiente a las seis Sefirót que van desde Jesed hasta Yesod, representa el reino de la formación y las emociones. Finalmente, Asiyá, el mundo de la acción que corresponde a Maljut, encarna nuestro universo físico.

Así como las energías atraviesan estos mundos, también lo hacen las almas. Desde Adam Kadmon, las energías descienden a Atziluth, que alberga la raíz del alma. Posteriormente, esta energía es canalizada a Beriyá, donde las almas toman forma. Podrías metafóricamente comparar a Beriyá con un útero y a Atziluth con un esperma, trabajando juntos para dar a luz al alma. Desde Beriyá, el alma viaja a Yetzirá, el mundo emocional y psicológico, antes de finalmente entrar en Asiyá, nuestro plano existencial, donde se encarna como un ser viviente.

In the beginning, an expanse of empty space came into existence, known as the world of Beriyah or our physical universe. This primordial expanse would set the stage for the fundamental interactions of male and female energies in the Tzimtzum HaRishon. Prior to their collision, these energies were unaware of each other's existence, unable to perceive their counterparts.

The magnitude of this first level of Ohr or 'light' was so overwhelming that it shattered the Kli, or vessel designed to contain it. This resulting explosion of energy then retreated back to the Ein Sof, the source of all creation. From the Ein Sof, it would re-enter the vacuous expanse, namely, our physical universe or Beriyah, initiating a second stage of creation.

In this second stage, the energies underwent a profound transformation to reestablish equilibrium. During this transmutation, a new player emerged in the cosmic drama, known as Daat. Daat, synonymous with knowledge or consciousness, bore the responsibility of acknowledging the boundaries the energies would encounter upon reentering the universe.

This renewed entry, however, was executed with caution and gradual progression, a stark contrast to the previous abrupt collision. The energies, armed with the awareness of Daat, were now cognizant of their existence and the existence of others, reducing the risk of damaging Beriyah once again.

Tikkun, was this cautious re-entry of energy into Beriyah. To soften the influx, a transitional universe, Atziluth, was created as a buffer zone. Within this universe, the once separate male and female energies from Adam Kadmon began to intertwine and operate in harmony, in a striking testament to unity and balance.

Inside the universe of Atziluth, an intriguing phenomenon occurs, known as Partzufim, or 'faces' in Lurianic Qabalah. These are not literal faces; they are an allegorical representation, a metaphorical term for describing the unique configurations of energy that exist within Atziluth. These Partzufim reflect the myriad ways in which male and female energies intertwine and balance each other, demonstrating a deeper sense of equilibrium and interaction. Intricately linked to the phases of Adam Kadmon, Ma, and Bon, these energies shape the complex dance of cosmic dynamics.

Unraveling the essence of Partzufim is a challenging task, bordering on the esoteric realms of advanced Qabalah. Nevertheless, a rudimentary exploration can give us a glimpse into this intriguing concept, paving the way for a more in-depth analysis at the end of our journey.

The first Partzuf to emerge is Atik Yomin, the "Ancient of Days." This energy configuration signifies the primal cause of creation, the spark that ignited the cosmic flame. It embodies the concept of 'timelessness,' an allusion to the eternal nature of creation.

Next, we encounter Arich Anpin or the "Long Face," associated with the will and the initial descent of divine energy. Arich Anpin and Atik Yomin encompass both male and female aspects as they represent the first intertwining of energies in Atziluth.

Following this, Abba, or "Father," emerges, symbolizing the masculine force capable of harnessing knowledge from higher consciousness and projecting it into conscious awareness. Its feminine counterpart, Imma or "Mother," works in tandem with Abba. Imma stands for understanding and development, a nurturing energy that fosters growth.

The union of Abba and Imma gives rise to Zeir Anpin, the "Small Face" or the son. This Partzuf corresponds to the revelation of divinity and the study of the Torah, embodying the pursuit

of knowledge and spiritual growth. The feminine element is represented by Nukva, the "Female" or the daughter. Nukva embodies divine presence and prayer, further enhancing the spiritual richness of the universe.

In the future, these Partzufim would align with the concept of Sefirot, which are yet to exist but are manifested as ten fractal frequencies in each Partzuf. Therefore, each Partzuf embodies these ten frequencies, adding a layer of depth to the intricate, interconnected fabric of the universe.

In the realm of Atziluth, the highest of the four worlds in the Tree of Life within Kabbalah, energetic frequencies are identified by various divine epithets, each associated with one of the ten Sefirot, from Kether (the crown) to Malkuth (the kingdom):

Ekyeh א’’ה’’י’’ה
Kah י’’ה
Yekovi הוי"ה (HaVaYaH with the vowels of Elokim)
Kel א’’ל
Elokim א’’ל’’ה’’י’’ם
HaVaYaH הוי"ה
HaVaYaH Tzevakot הוי"ה צ’’ב’’א’’ו’’ת
Elokim Tzevakot א’’ל’’ה’’י’’ם צ’’ב’’א’’ו’’ת
Shakai ש’’ד’’י
Amonai א’’ד’’נ’’י

Each of these names not only represents a different aspect of the divine but also resonates with a unique frequency of energy, imbuing the universe with a variety of spiritual vibrations.

The first divine epithet, Eieh א’’ה’’י’’ה, which translates to "I Will Be," is associated with Kether, the crown Sefirah. This name of G'd resonates with a profound sense of potentiality and futurity, a promise of continuous existence and ever-unfolding divine manifestation.

Yah י’’ה, is often linked with the Sefirah Chokmah, wisdom, signifying the primordial wisdom that exists beyond comprehension and emanates directly from the divine source.

Then comes Yekovi הוי"ה, a variation of the Tetragrammaton (HaVaYaH) with the vowels of Elokim, which represents the Sefirah of Binah, understanding. This epithet suggests a deep understanding and contemplative aspect of G'd.

The fourth divine name, Kel אל, is associated with Chesed, meaning kindness or love. This name signifies the benevolent, compassionate aspect of the divine, radiating love and mercy throughout creation.

Moving down the Tree of Life, we reach the Sefirah Geburah or severity, associated with Elokim אלהים. This divine name represents the principle of divine justice and severity, signifying the balancing force that complements divine mercy.

The central name in this collection, HaVaYaH הוי"ה, the unutterable Tetragrammaton, is often linked with Tiferet, beauty or balance. It embodies the idea of G'd's mercy harmonized with justice, creating a perfect equilibrium in the universe.

Further along the Tree of Life, HaVaYaH Tzevakot הוי"ה צ’’ב’’א’’ו’’ת and Elokim Tzevakot עלהים צ’’ב’’א’’ו’’ת are associated with Netzach (eternity) and Hod (splendor), respectively. These names are indicative of G'd's command over the celestial armies, signifying divine authority and dominion over all realms.

Next is Shadai ש’’ד’’י, corresponding to Yesod, foundation. This epithet encapsulates G'd's nurturing and sustaining role, a living G'd who is the life source of all existence.

Lastly, Amonai א’’ד’’נ’’י is associated with Malkuth, the kingdom. This divine name denotes G'd's earthly dominion, signifying divine presence and rulership in the physical world.

In Jewish tradition, HaVaYaH, due to its sanctity and mystery surrounding its correct pronunciation, is often referred to as HaShem, literally meaning "the name." Out of reverence, the pronunciation of the other divine names is also modified to avoid directly invoking the energies they represent. For instance, Amonai is frequently pronounced as Amonai, Elokim as Elokim, and so forth. It's noteworthy to add that HaVaYaH is also referred to as HaVaYaH by Qabalists, denoting the concept of existence or being. This diverse range of names and their associated energies illustrate the multifaceted nature of the divine as understood in Kabbalah, reflecting the dynamic interplay of different energies that shape the spiritual universe.

From the primordial emanation of Adam Kadmon to the creation of Beriyah, the physical universe, the divine energies undergo a series of transformative processes, evolving and changing in configuration. Within Beriyah, these cosmic energies assume the form of a Kli, or vessel. Upon entering Beriyah from Atziluth, the spiritual energies in these ten distinct frequencies amalgamate within the Kli, thereby giving birth to what we understand as the Sefirot. These Sefirot are the union of Ohr (light) and Kli (vessel), representing the essential equilibrium in the universe.

This transformative process occurs under the guidance of Daat, the knowledge, which operates through twenty-two distinct energies. These energies correspond to the twenty-two Hebrew consonant letters, interconnecting the ten Sefirot and bringing a sense of harmony to them. It is this harmonious interplay that leads to the creation of Etz HaChayim, or the tree of life, a central concept in Qabalistic studies.

For Qabalists, deep knowledge of the tree of life serves as a spiritual tool to understand the intricacies of reality and ascend to higher spiritual planes. Seen as a map of our soul and, due to its fractal nature, a representation of the universe and all reality, the tree of life provides a spiritual framework for interpreting and navigating the cosmos.

Each Sefirah, a singular form of Sefirot, consists of two fundamental components: Ohr and Kli. Ohr represents the light, often associated with the masculine, the power of giving, while Kli stands for the reception power, typically associated with the feminine. These energies interact, achieving a delicate balance that maintains the cosmic equilibrium.

However, this balance is not always stable; imbalances can occur, leading to disruptions. There are two main types of imbalances: those due to excess, and those due to a deficiency. For instance, receiving more light than the Kli can handle, or not receiving enough light to meet the needs of the Kli, can both lead to imbalances. Drawing parallels with human life, the former is akin to overeating, leading to obesity and poor health, while the latter is similar to malnourishment, resulting in weakness and disease.

These imbalances are represented through metaphorical expressions: when the masculine dominates, it's said that the figure of Satan appears, and when the feminine holds sway, Lilith emerges. To maintain harmony, it's essential that the energies copulate on an equal level, neither dominating the other.

Having explained this, let's delve into the structural layout of the tree of life. Composed of ten dimensions, it mirrors the ten frequencies in Ein Sof, reflecting the fractal nature of reality.

Qabalists commonly categorize these ten dimensions in two principal ways. One method divides them into three columns: the left column of rigor with three Sefirot, the right column of mercy with three more Sefirot, and the central column of balance with four Sefirot.

Alternatively, they are grouped into triads: the superior triad, middle triad, and lower triad, with one Sefira standing alone. Each triad corresponds to a different part of human anatomy, and the Sefirot within each triad correlate with specific attributes. The superior triad, for example, aligns with the brain, encapsulating the Sefirot Kether (will), Chokmah (wisdom), and Binah (understanding).

However, one critical element remains unaccounted for: Daat. Emerging during the phase of Tikkun, Daat acts as the lifeblood of the tree of life, connecting all the Sefirot. Some Qabalistic texts refer to Daat as a hidden Sefira, but it is more accurate to view it as an interconnecting energy operating through twenty-two pathways, fostering understanding and operations among the Sefirot.

As all things are fractal, within Daat resides another tree, the tree of the knowledge of good and evil. This tree, alongside the tree of life, appears in Genesis in the Bible. It was the fruit of this tree that Eve gave to Adam, resulting in the original sin and their subsequent expulsion from the Garden of Eden.

Although these two trees appear separately in biblical text, for Qabalists, the tree of Daat (knowledge) resides within the tree of life. Thus, they are viewed as part of the same system.

The Tree of Life's ten dimensions, or Sefirot, are:

1. Kether (Crown)
2. Chokmah (Wisdom)
3. Binah (Understanding)
4. Chesed (Mercy)
5. Gevurah (Severity)
6. Tiferet (Beauty)
7. Netzach (Eternity)
8. Hod (Glory)
9. Yesod (Foundation)
10. Malkuth (Kingdom)

Each one of these dimensions plays a crucial role in the cosmic order, representing different aspects of the divine, and together forming the fractal blueprint of the universe.

Kether, the first dimension, and Malkuth, the tenth, illustrate the full spectrum of the Tree of Life in the mystical tradition of Qabalah. Standing as the closest to the unfathomable Ein Sof, or the Infinite, Kether represents the pinnacle of divine consciousness, while Malkuth, the farthest from Ein Sof, is the material culmination of the divine descent into physical manifestation. This contrast is pivotal in understanding the intricate flow of energies across the Tree of Life.

As per the cosmological principle, each of the Sefirot, or dimensions, has a distinctive vessel, Kli, which is receptive to divine energy. The higher dimensions, due to their proximity to Ein Sof, possess a stronger Kli, capable of accommodating an abundance of divine energy. In contrast, the lower dimensions, being farther from Ein Sof, are equipped with a weaker Kli, receiving a comparatively lesser influx of energy.

The pathway of divine energy begins from Kether at the peak, cascades down through Chokmah, crosses to the right side, veers to the left, traverses the middle path, and then repeats. This continuous circulation mirrors the Qabalistic concept of Tzimtzum - the act of divine self-contraction and expansion. This oscillation of energy between states of contraction and expansion aids in maintaining balance in the cosmic ecosystem.

Within the cosmological realm, each of the four worlds aligns with specific dimensions on the Tree of Life. The highest world, Adam Kadmon, corresponds to the dimension of Kether, signifying the pure and unfiltered radiance of the divine. Subsequent to this is Atziluth, the world of archetypes or emanations, that corresponds to Chokmah. Following Atziluth is Beriyah, the world of creation or thought, which aligns with Binah. The world of Yetzirah, corresponding to the six Sefirot ranging from Chesed to Yesod, represents the realm of formation and emotions. Finally, Assiah, the world of action that corresponds to Malkuth, embodies our physical universe.

Just as energies traverse these worlds, so do souls. From Adam Kadmon, the energies descend to Atziluth, which houses the root of the soul. Subsequently, this energy is channeled to Beriyah, where the souls take form. You could metaphorically liken Beriyah to a womb and Atziluth to a sperm, working together to bring forth the soul. From Beriyah, the soul journeys to Yetzirah, the emotional and psychological world, before finally entering Assiah, our existential plane, where it incarnates as a living being.

はじめに、空間の広がりが存在した。それはベリヤーの世界、つまり我々の物理宇宙として知られる。この原初の広がりは、ツィムツム・ハリションにおける男性と女性のエネルギーの基本的な相互作用の舞台を設定した。衝突する前、これらのエネルギーは互いの存在を知らず、相手を認識できなかった。

この最初のオール、つまり「光」のレベルの大きさは圧倒的で、クリー、つまりそれを含むために設計された器を粉砕した。この結果生じたエネルギーの爆発は、全創造の源であるエインソフへと後退した。エインソフから、それは空虚な広がり、つまり我々の物理宇宙、ベリヤーに再び入り、第二の創造段階を開始した。

この第二段階で、エネルギーは平衡を再確立するために深い変容を遂げた。この変容の間、ダアトとして知られる新たな存在が宇宙のドラマに登場した。知識や意識と同義のダアトは、エネルギーが宇宙に再入する際に遭遇する境界を認識する責任を負った。

しかし、この再入は慎重かつ徐々に行われ、以前の急激な衝突とは対照的だった。ダアトの意識を持ったエネルギーは、自らの存在と他者の存在を認識し、再びベリヤーを損なうリスクを減らした。

ティクンは、この慎重なベリヤーへのエネルギーの再入だった。流入を和らげるために、緩衝地帯としてアツィルートという移行的な宇宙が創造された。この宇宙内で、アダム・カドモンからのかつて別々だった男性エネルギーと女性エネルギーが絡み合い、調和して作用し始めた。これは統一とバランスの驚くべき証だった。

アツィルートの宇宙内で、パルツフィムとして知られる興味深い現象が起こる。ルリア派カバラで「顔」を意味するが、これらは文字通りの顔ではない。これはアツィルート内に存在するエネルギーの独自の構成を説明する比喩的な表現だ。これらのパルツフィムは、男性エネルギーと女性エネルギーが絡み合い、お互いをバランスさせる無数の方法を反映し、より深い均衡と相互作用の感覚を示している。アダム・カドモン、マ、ボンの段階と密接に結びつき、これらのエネルギーは宇宙の複雑なダイナミクスの舞踊を形作る。

パルツフィムの本質を解明することは、先進的なカバラの秘教的な領域に近づく挑戦的な課題だ。しかし、基本的な探求であっても、この興味深い概念を垣間見ることができ、旅の終わりでのより深い分析への道を開く。

最初に現れるパルツフはアティク・ヨミン、「古の者」だ。このエネルギー構成は、創造の根源的な原因、つまり宇宙の炎を点火した火花を意味する。それは「時を超えたもの」の概念を体現し、創造の永遠の性質を暗示する。

次に、アリフ・アンピン、「長い顔」が現れる。これは意志と神聖なエネルギーの最初の降下に関連する。アリフ・アンピンとアティク・ヨミンは、アツィルートにおけるエネルギーの最初の絡み合いを表し、男性的側面と女性的側面の両方を包含する。

その後、アバ、「父」が現れる。これは、高次の意識から知識を引き出し、それを意識的な認識に投影する能力を持つ男性的な力を象徴する。その女性的な対となるイマ、「母」は、アバと協力して働く。イマは理解と発展を表し、成長を促進する育成的なエネルギーだ。

アバとイマの結合は、ゼイル・アンピン、「小さな顔」または息子を生み出す。このパルツフは、神性の啓示とトーラーの学びに対応し、

知識と霊的成長の追求を体現する。女性的要素は、ヌクヴァ、「女性」または娘によって表される。ヌクヴァは神の存在と祈りを体現し、宇宙の霊的な豊かさをさらに高める。

将来的に、これらのパルツフィムはセフィロトの概念と一致する。それらはまだ存在していないが、各パルツフにおいて10のフラクタル周波数として顕現する。したがって、各パルツフはこれらの10の周波数を体現し、宇宙の複雑で相互に関連した構造に深みの層を加える。

カバラの生命の木における四つの世界の中で最も高いアツィルートの領域では、エネルギー周波数はさまざまな神の称号によって識別され、各称号はケテル(冠)からマルクート(王国)までの十のセフィロトの一つに関連付けられている。

エヒエー א’’ה’’י’’ה
ヤー י’’ה
イェコヴィー הוי"ה(エロヒムの母音を持つハヴァヤー)
ケル א’’ל
エロヒム א’’ל’’ה’’י’’ם
ハヴァヤー הוי"ה
ハヴァヤー・ツェバオト הוי"ה צ’’ב’’א’’ו’’ת
エロヒム・ツェバオト א’’ל’’ה’’י’’ם צ’’ב’’א’’ו’’ת
シャダイ ש’’ד’’י
アドナイ א’’ד’’נ’’י

これらの名前の一つ一つは、神の異なる側面を表すだけでなく、独自のエネルギー周波数と共鳴し、宇宙に多様な霊的な振動を与える。

最初の神の称号、エヒエー א’’ה’’י’’ה、「わたしはある」は、ケテル、冠のセフィラに関連する。この神の名前は、深い可能性と未来性の感覚、連続する存在と常に展開する神の顕現の約束と共鳴する。

ヤー י’’ה は、セフィラ・ホクマー、知恵としばしば結びつけられ、理解を超えたところに存在し、神の源から直接に放たれる原初の知恵を意味する。

次にイェコヴィー הוי"ה、エロヒムの母音を持つハヴァヤーの変形が来る。これはセフィラ・ビナー、理解を表す。この称号は、神の深い理解と瞑想的な側面を示唆する。

第四の神の名前、ケル エル は、ヘセド、慈愛または愛と関連する。この名前は、創造全体に愛と慈悲を放つ、神の慈悲深く思いやりのある側面を意味する。

生命の木を下っていくと、セフィラ・ゲブラー、厳格に到達し、エロヒム אלהים と関連する。この神の名前は、神の正義と厳格さの原理を表し、神の慈悲を補完するバランスの取れた力を意味する。

このコレクションの中心的な名前、ハヴァヤー הוי"ה、発音不可能なテトラグラマトンは、ティフェレト、美またはバランスとしばしば結びつけられる。それは、神の慈悲が正義と調和し、宇宙に完璧な均衡を創り出すという考えを体現する。

さらに生命の木を進むと、ハヴァヤー・ツェバオト הוי"ה צ’’ב’’א’’ו’’ת とエロヒム・ツェバオト א’’ל’’ה’’י’’ם צ’’ב’’א’’ו’’ת は、それぞれネツァク(永遠)とホド(栄光)と関連する。これらの名前は、天の軍勢に対する神の命令を示し、すべての領域における神の権威と支配を意味する。

次にシャダイ ש’’ד’’י があり、イェソド、基盤に対応する。この称号は、すべての存在の生命源である生ける神としての神の育成と維持の役割を要約する。

最後に、アドナイ א’’ד’’נ’’י はマルクート、王国と関連する。この神の名前は、物理的な世界における神の地上的な支配を示し、神の存在と統治を意味する。

ユダヤの伝統では、ハヴァヤーはその神聖さと正しい発音を巡る神秘性のために、しばしば「名前」を意味するハシェムと呼ばれる。敬意から、他の神の名前の発音も、それらが表すエネルギーを直接呼び起こさないように修正される。たとえば、アドナイは頻繁にアドナイと発音され、エロヒムはエロヒムと発音される。カバリストがハヴァヤーを存在または有を意味するハヴァヤーと呼ぶことも注目に値する。これらの多様な名前とそれらに関連するエネルギーは、カバラで理解される神の多面的な性質を示し、霊的な宇宙を形作るさまざまなエネルギーの動的な相互作用を反映している。

原初のアダム・カドモンの放射から物理的な宇宙であるベリヤーの創造まで、神のエネルギーは一連の変容プロセスを経て、進化し、構成を変えていく。ベリヤー内で、これらの宇宙的なエネルギーはクリー、つまり器の形を取る。アツィルートからベリヤーに入ると、これらの十の異なる周波数の霊的なエネルギーはクリー内で融合し、我々がセフィロトと理解するものを生み出す。これらのセフィロトは、オール(光)とクリー(器)の統合であり、宇宙の本質的な均衡を表す。

この変容プロセスは、22の異なるエネルギーを通じて作用する知識であるダアトの導きの下で起こる。これらのエネルギーは、ヘブライ語の22の子音字母に対応し、十のセフィロトを相互接続し、それらに調和の感覚をもたらす。この調和のとれた相互作用が、カバラ研究の中心的な概念であるエツ・ハハイム、つまり生命の木の創造につながる。

カバリストにとって、生命の木の深い知識は、現実の複雑さを理解し、高次の霊的な領域に昇るための霊的な道具となる。それは我々の魂の地図であり、そのフラクタルな性質のために、宇宙とすべての現実の表現として見られ、宇宙を解釈し航行するための霊的なフレームワークを提供する。

各セフィラ(セフィロトの単数形)は、オールとクリーという二つの基本的な要素から成る。オールは光を表し、しばしば男性的な与える力と関連付けられ、クリーは受け取る力を表し、通常は女性的なものと関連付けられる。これらのエネルギーは相互作用し、宇宙の均衡を維持する微妙なバランスを達成する。

しかし、このバランスは常に安定しているわけではなく、不均衡が起こり、混乱を引き起こすことがある。主に二つのタイプの不均衡がある。過剰によるものと欠乏によるものだ。たとえば、クリーが扱える以上の光を受け取ったり、クリーの必要を満たすのに十分な光を受け取らなかったりすると、不均衡を招く。人間の生活に例えると、前者は過食に似ており、肥満や健康障害を引き起こし、後者は栄養失調に似ており、弱さや病気をもたらす。

これらの不均衡は比喩的な表現で表される。男性性が支配するとき、サタンの姿が現れ、女性性が優位に立つとき、リリスが出現する。調和を保つためには、エネルギーが互いに支配することなく、平等なレベルで交わることが不可欠だ。

これを説明した上で、生命の木の構造的な配置を探ってみよう。十の次元から成り、それはエインソフの十の周波数を反映し、現実のフラクタルな性質を映し出す。

カバリストはこれらの十の次元を主に二つの方法で分類する。一つの方法は、それらを三つの柱に分ける。三つのセフィロトを持つ厳格の左の柱、さらに三つのセフィロトを持つ慈悲の右の柱、そして四つのセフィロトを持つバランスの中央の柱だ。

あるいは、それらは三つ組にまとめられる。上位の三つ組、中位の三つ組、下位の三つ組で、一つのセフィラが単独で残る。各三つ組は人間の解剖学の異なる部分に対応し、各三つ組内のセフィロトは特定の属性と関連する。たとえば、上位の三つ組は脳と一致し、セフィロト・ケテル(意志)、ホクマー(知恵)、ビナー(理解)を含む。

しかし、一つの重要な要素が未考慮のままだ。それはダアトだ。ティクンの段階で出現するダアトは、生命の木の命脈として作用し、すべてのセフィロトをつなぐ。一部のカバラのテキストではダアトを隠れたセフィラと呼ぶが、それはむしろセフィロト間の理解と作用を促進する22の経路を通じて作用する相互接続のエネルギーと見なす方が正確だ。

すべてのものがフラクタルであるように、ダアトの中には別の木、善悪の知識の木が存在する。この木は生命の木と共に、聖書の創世記に現れる。イヴがアダムに与えたのはこの木の実であり、原罪と彼らのエデンの園からの追放につながった。

これら二つの木は聖書のテキストでは別々に現れるが、カバリストにとって、ダアト(知識)の木は生命の木の中に存在する。したがって、それらは同じシステムの一部と見なされる。

生命の木の十の次元、つまりセフィロトは:

1. ケテル(冠)
2. ホクマー(知恵)
3. ビナー(理解)
4. ヘセド(慈悲)
5. ゲブラー(厳格)
6. ティフェレト(美)
7. ネツァク(永遠)
8. ホド(栄光)
9. イェソド(基盤)
10. マルクート(王国)

これらの各次元は宇宙の秩序において重要な役割を果たし、神の異なる側面を表し、一緒になって宇宙のフラクタルな青写真を形成する。

カバラの神秘的な伝統において、最初の次元であるケテルと第十のマルクートは、生命の木の全スペクトルを示している。計り知れないエインソフ、つまり無限に最も近いケテルは、神の意識の頂点を表し、エインソフから最も遠いマルクートは、物理的な顕現への神の降下の物質的な頂点となる。この対比は、生命の木全体でのエネルギーの複雑な流れを理解する上で重要だ。

宇宙論的な原理によれば、各セフィロト、つまり次元は、神のエネルギーを受け取るクリー、つまり器を持っている。高次の次元は、エインソフに近いため、より強力なクリーを持ち、豊富な神のエネルギーを収容できる。それに対して、低次の次元はエインソフから遠く、比較的少ないエネルギーの流入を受け取る弱いクリーを備えている。

神のエネルギーの経路は、頂点のケテルから始まり、ホクマーを通って下り、右側に渡り、左に向かい、中央の道を通って、そして繰り返す。この連続的な循環は、神の自己収縮と拡大の行為であるカバラの概念であるツィムツムを反映している。収縮と拡大の状態間のエネルギーの振動は、宇宙の生態系のバランスを維持するのに役立つ。

宇宙論的な領域では、四つの世界の各々が生命の木の特定の次元と一致する。最も高い世界であるアダム・カドモンは、ケテルの次元に対応し、神の純粋で未ろ過の輝きを意味する。これに続くのがアツィルートで、原型や放射の世界であり、ホクマーに対応する。アツィルートに続くのがベリヤーで、創造や思考の世界であり、ビナーと一致する。ヘセドからイェソドまでの六つのセフィロトに対応するイェツィラーの世界は、形成と感情の領域を表す。最後に、マルクートに対応する行為の世界であるアシヤーがあり、我々の物理的な宇宙を具現化する。

エネルギーがこれらの世界を通過するように、魂もそうする。アダム・カドモンから、エネルギーはアツィルートに降下し、そこに魂の根がある。次に、このエネルギーはベリヤーに導かれ、そこで魂が形を取る。ベリヤーを子宮、アツィルートを精子にたとえ、魂を生み出すために一緒に働くと比喩的に言える。ベリヤーから、魂は感情的で心理的な世界であるイェツィラーへと旅し、最終的に我々の存在平面であるアシヤーに入り、生きた存在として受肉する。

Scroll to Top