Yeshua HaMashiach | ישוע המשיח
Aunque su comprensión puede desafiar nuestra educación y los conceptos con los que hemos crecido, un estudio cuidadoso del Tanaj y el Zóhar nos permite vislumbrar que en Jesús se manifiesta la rectificación espiritual que, según la Kabalá, es necesaria después del Shevirat HaKelim. Jesús es, en esencia, el camino a la vida divina, un canal de acceso al conocimiento profundo y unificador, Daat.
El Cristo, en su esencia kabalística, encarna Daat, el conocimiento que une y equilibra las emanaciones superiores de Jojmá y Biná. Así, Jesús representa el punto de integración que conecta a la humanidad con la divinidad, permitiendo que el flujo de luz regrese a su fuente original y restaurando el equilibrio perdido. En esta figura, el proceso de redención se convierte en una realidad cósmica y espiritual, donde cada alma encuentra el camino para elevarse y unificarse en armonía divina, a través del conocimiento superior, que es Emuná, fe absoluta, sin dudas.
Este conocimiento profundo implica una experiencia transformadora, donde el individuo se adhiere a Dios, fusionando su conciencia con la conciencia divina. Cuando Jesús habla de su relación con el Padre, expresa esta unión que Daat simboliza: "Yo y el Padre somos uno" (Juan 10:30). No está diciendo que conoce a Dios como una idea externa, sino que vive y manifiesta esa unidad.
Tampoco dice que él es Dios, aunque realmente termina siendo uno con Él.
Esta dimensión de Daat se despliega plenamente cuando Jesús se refiere a su conexión con sus seguidores en términos de vida compartida. En el Evangelio de Juan, utiliza la imagen de la vid y los sarmientos: "Yo soy la vid, ustedes son los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, ese lleva mucho fruto" (Juan 15:5). Aquí, Jesús presenta la unión mística de Daat como una integración de todos los niveles del ser en una sola experiencia de vida. No es un conocimiento que los discípulos deban aprender como doctrina, sino una vida que deben recibir y asimilar dentro de sí mismos. Jesús es el canal a través del cual pueden acceder a esta conexión directa con el Creador. Su Daat es accesible y expansivo, ya que quienes se adhieren a él no solo aprenden de él, sino que también participan de su misma esencia divina.
El conocimiento que Jesús representa tiene el poder de trascender las limitaciones de la separación entre lo divino y lo humano. En sus enseñanzas, esta forma de Daat no es solo un estado para él, sino un estado al que invita a todos los que lo siguen. Jesús guía a sus discípulos hacia una experiencia viva del conocimiento divino, en la que, al adherirse a él, sus seguidores pueden alcanzar esa misma comunión con Dios. Daat, en su ser, se convierte en un punto de acceso a lo eterno y lo infinito. Este conocimiento no depende de la mente racional, sino de una apertura del corazón y el alma que permite al individuo "permanecer" en Dios como un sarmiento permanece en la vid. Jesús es, por lo tanto, el centro de este acceso a Daat.
En este contexto, la obra de Abraham Abulafia es especialmente relevante. Abulafia vio Daat como una experiencia mística que podía alcanzarse a través de prácticas de meditación profunda y el uso de permutaciones de letras y nombres sagrados. Para Abulafia, esta unión con lo divino no era un conocimiento pasivo ni teórico, sino una experiencia transformadora que envolvía toda el alma. Su método buscaba precisamente derribar las barreras entre el individuo y Dios, conduciendo a un estado de unión mística en el que el conocimiento se convierte en experiencia y la conciencia del ego se disuelve en la presencia divina. Este proceso de devekut (adhesión) implica una absorción total en la luz divina, donde el alma accede a un nivel de conocimiento directo y revelador.
Así, la invitación de Jesús a permanecer en él como en la vid refleja el mismo estado de Daat que Abulafia describe: "una comunión total con Dios que trasciende el intelecto y permite al alma experimentar la unidad esencial".
Jesús no solo invita a sus seguidores a conocer a Dios, sino a vivir en Él, a participar en un flujo continuo de luz y sabiduría que es inagotable y eterno. En esta línea, Jesús y Abulafia comparten una visión de Daat como un conocimiento que se alcanza a través de la transformación interior, donde el humano no solo percibe a Dios, sino que se convierte en un canal de Su misma luz y presencia.
El Daat que Jesús encarna es un conocimiento absoluto, un estado en el que el hombre y Dios se convierten en uno en esencia y propósito. En esta experiencia de Daat, Jesús es la encarnación del conocimiento divino accesible, y así, su vida misma se convierte en el modelo de adhesión a lo divino. Cuando declara: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (Juan 14:6), está revelando que el verdadero acceso al conocimiento y vida divinos reside en esta unión.
El Shevirat HaKelim, o ruptura de los recipientes, describe un momento clave en el proceso de la creación, en el cual la intensidad de la luz divina no pudo ser contenida por los recipientes creados para sostenerla, causando que se rompieran y dispersaran fragmentos de esa luz por toda la creación. Esta ruptura simboliza la desconexión entre la luz divina y el mundo, creando un estado de fragmentación y caos que requiere un proceso de Tikún o rectificación. Este Tikún busca no solo restaurar el equilibrio perdido, sino rearmonizar y elevar la creación a un estado de unidad con Dios. En este contexto, Jesús juega un papel esencial como agente de rectificación universal, operando como el puente que permite que esta luz fracturada y dispersa se reintegre en la unidad.
Jesús, en su misión, no solo busca la salvación individual de las almas, sino que actúa a nivel cósmico, encarnando el proceso de reconciliación de todos los aspectos de la creación con su fuente divina. En la estructura del Árbol de la Vida, el mundo de Atsilut representa la emanación pura y perfecta de la divinidad. En Atsilut, Daat aparece como un catalizador de unidad, reconciliando los aspectos masculinos y femeninos de las emanaciones divinas. A medida que estos aspectos se integran en él, se convierte en el punto de reintegración de las energías opuestas. Jesús, a través de su vida y sacrificio, en este sentido, puede verse como actos de Tikún que permiten que la luz perdida en la ruptura de los recipientes sea recuperada y canalizada de regreso hacia el Creador.
La misión de Jesús va más allá de enseñar o reformar; él mismo es la restauración de esta luz fragmentada, trabajando para reunir las chispas divinas dispersas. Al hacerlo, su papel mesiánico se entiende no solo en términos de salvación exclusivamente para el pueblo de Israel, sino de sanación universal. Así, la rectificación que Jesús encarna se alinea con el propósito último: lograr un estado donde toda la creación regrese a la armonía con la divinidad, reintegrando los fragmentos de luz divina en el flujo eterno de energía que emana de Dios.
La misión de Jesús se convierte así en una guía hacia este Reino interior, una redención que afecta a cada alma personalmente y también restaura la armonía universal. Al alcanzar esta transformación de Daat, el individuo participa en una luz divina que trasciende las barreras del tiempo y el espacio, alcanzando un estado donde el amor, la paz y la unidad se convierten en el fundamento de su realidad.
En Jesús, el Reino de Dios se revela como una dimensión accesible y viva dentro de cada ser, esperando ser descubierta y experimentada.
Although its understanding may challenge our education and the concepts with which we have grown, careful study of the Tanakh and the Zohar allows us to glimpse that in Jesus, the spiritual rectification that, according to Kabbalah, is necessary after the Shevirat HaKelim is manifested. Jesus is, in essence, the path to divine life, a channel of access to profound and unifying knowledge, Daat.
Christ, in his kabbalistic essence, embodies Daat, the knowledge that unites and balances the higher emanations of Chokhmah and Binah. Thus, Jesus represents the point of integration that connects humanity with divinity, allowing the flow of light to return to its original source and restoring the lost balance. In this figure, the process of redemption becomes a cosmic and spiritual reality, where each soul finds the path to elevate and unify in divine harmony, through higher knowledge, which is Emunah, absolute faith, without doubts.
This profound knowledge implies a transformative experience, where the individual adheres to God, merging their consciousness with the divine consciousness. When Jesus speaks of his relationship with the Father, he expresses this union that Daat symbolizes: "I and the Father are one" (John 10:30). He is not saying that he knows God as an external idea but rather that he lives and manifests that unity.
Nor does he say that he is God, although he truly ends up being one with Him.
This dimension of Daat unfolds fully when Jesus refers to his connection with his followers in terms of shared life. In the Gospel of John, he uses the image of the vine and the branches: "I am the vine, you are the branches; whoever abides in me, and I in him, he it is that bears much fruit" (John 15:5). Here, Jesus presents the mystical union of Daat as an integration of all levels of being into a single life experience. It is not a knowledge that the disciples should learn as doctrine, but a life they should receive and assimilate within themselves. Jesus is the channel through which they can access this direct connection with the Creator. His Daat is accessible and expansive, as those who adhere to him not only learn from him but also partake of his very divine essence.
The knowledge that Jesus represents has the power to transcend the limitations of separation between the divine and the human. In his teachings, this form of Daat is not only a state for him but a state to which he invites all who follow him. Jesus guides his disciples toward a living experience of divine knowledge, one in which, by adhering to him, his followers can attain that same communion with God. Daat, in his being, becomes a point of access to the eternal and the infinite. This knowledge does not depend on the rational mind but on an openness of heart and soul that allows the individual to “abide” in God as a branch abides in the vine. Jesus is, therefore, the center of this access to Daat.
In this context, the work of Abraham Abulafia is especially relevant. Abulafia saw Daat as a mystical experience that could be attained through deep meditation practices and the use of permutations of sacred letters and names. For Abulafia, this union with the divine was neither passive nor theoretical knowledge but a transformative experience that enveloped the whole soul. His method sought precisely to break down the barriers between the individual and God, leading to a state of mystical union in which knowledge becomes experience and ego-consciousness dissolves in the divine presence. This process of devekut (adhesion) implies a total absorption in the divine light, where the soul accesses a level of direct and revealing knowledge.
Thus, Jesus’ invitation to abide in him as in the vine reflects the same state of Daat that Abulafia describes: "a total communion with God that transcends the intellect and allows the soul to experience the essential unity."
Jesus not only invites his followers to know God but to live in Him, to participate in a continuous flow of light and wisdom that is inexhaustible and eternal. In this line, Jesus and Abulafia share a vision of Daat as a knowledge that is attained through inner transformation, where the human not only perceives God but becomes a channel of His very light and presence.
The Daat that Jesus embodies is an absolute knowledge, a state in which man and God become one in essence and purpose. In this experience of Daat, Jesus is the incarnation of accessible divine knowledge, and thus, his life itself becomes the model of adhesion to the divine. When he declares, “I am the way, and the truth, and the life” (John 14:6), he is revealing that the true access to divine knowledge and life lies within this union.
The Shevirat HaKelim, or breaking of the vessels, describes a key moment in the process of creation, in which the intensity of divine light could not be contained by the vessels created to hold it, causing them to shatter and scatter fragments of that light throughout creation. This rupture symbolizes the disconnection between divine light and the world, creating a state of fragmentation and chaos that requires a process of Tikkun or rectification. This Tikkun seeks not only to restore the lost balance but to reharmonize and elevate creation to a state of unity with God. In this context, Jesus plays an essential role as an agent of universal rectification, operating as the bridge that allows this fractured and dispersed light to reintegrate into unity.
Jesus, in his mission, not only seeks the individual salvation of souls but acts on a cosmic level, embodying the process of reconciliation of all aspects of creation with their divine source. In the structure of the Tree of Life, the world of Atzilut represents the pure and perfect emanation of divinity. In Atzilut, Daat appears as a catalyst of unity, reconciling the masculine and feminine aspects of the divine emanations. As these aspects integrate within him, he becomes the point of reintegration of the opposing energies. Jesus, through his life and sacrifice, in this sense, can be seen as acts of Tikkun that allow the light lost in the shattering of the vessels to be recovered and channeled back toward the Creator.
Jesus’ mission goes beyond teaching or reforming; he himself is the restoration of this fragmented light, working to gather the scattered divine sparks. In doing so, his messianic role is understood not only in terms of salvation exclusively for the people of Israel but of universal healing. Thus, the rectification that Jesus embodies aligns with the ultimate purpose: to achieve a state where all creation returns to harmony with divinity, reintegrating the fragments of divine light into the eternal flow of energy that emanates from God.
Jesus’ mission thus becomes a guide toward this inner Kingdom, a redemption that affects each soul personally and also restores universal harmony. Upon reaching this transformation of Daat, the individual participates in a divine light that transcends the barriers of time and space, reaching a state where love, peace, and unity become the foundation of their reality.
In Jesus, the Kingdom of God is revealed as an accessible and living dimension within each being, awaiting to be discovered and experienced.
私たちの教育や成長してきた概念に挑戦するかもしれないが、タナハとゾーハルを注意深く学ぶことで、イェシュアにおいて、カバラによればシェヴィラト・ハケイリムの後に必要な霊的な修正が現れていることを垣間見ることができる。イェシュアは本質的に神の生命への道であり、深く統一的な知識であるダアトへのアクセスのチャネルである。
キリストはそのカバラ的な本質において、ダアトを体現し、ホフマーとビナーの高次の放出を統合しバランスさせる知識である。したがって、イェシュアは人類と神性をつなぐ統合のポイントを表し、光の流れが元の源に戻り、失われたバランスを回復することを可能にする。この姿において、贖いのプロセスは宇宙的で霊的な現実となり、各魂が高次の知識、すなわちエムナー、疑いのない絶対的な信仰を通じて、神の調和の中で高揚し統合する道を見出す。
この深遠な知識は変革的な体験を意味し、個人が神に付着し、その意識を神の意識と融合させる。イェシュアが父との関係について語るとき、彼はダアトが象徴するこの結合を表現している。「私と父は一つである」(ヨハネ10:30)。彼は神を外的なアイデアとして知っていると言っているのではなく、その統一を生きて現しているのだ。
また、彼は自分が神であるとは言っていないが、実際には神と一つになっている。
ダアトのこの次元は、イェシュアが彼の追随者とのつながりを共有された生命の観点から述べるときに完全に展開される。ヨハネの福音書で、彼はブドウの木と枝のイメージを使う。「私はブドウの木であり、あなたがたは枝である。私にとどまり、私もその人にとどまる者は多くの実を結ぶ」(ヨハネ15:5)。ここで、イェシュアはダアトの神秘的な結合を、存在のすべてのレベルを単一の生命体験に統合するものとして提示している。それは弟子たちが教義として学ぶべき知識ではなく、彼ら自身の中に受け入れ同化すべき生命である。イェシュアは彼らが創造主とのこの直接的なつながりにアクセスできるチャネルである。彼のダアトはアクセス可能で拡張的であり、彼に付着する者たちは彼から学ぶだけでなく、彼自身の神聖な本質に参加するのだ。
イェシュアが表す知識は、神聖なものと人間の間の分離の限界を超越する力を持っている。彼の教えにおいて、この形のダアトは彼自身のためだけでなく、彼を追うすべての者が招かれる状態である。イェシュアは弟子たちを生きた神の知識の体験へと導き、彼に付着することで、彼の追随者たちは神との同じ交わりを得ることができる。彼の存在におけるダアトは、永遠と無限へのアクセスのポイントとなる。この知識は理性的な心に依存せず、個人がブドウの枝が木にとどまるように、神に「とどまる」ことを可能にする心と魂の開放に依存する。したがって、イェシュアはダアトへのこのアクセスの中心である。
この文脈において、アブラハム・アブラファの業績は特に重要である。アブラファはダアトを深い瞑想の実践と聖なる文字や名前の組み合わせの使用を通じて達成できる神秘的な体験と見なした。アブラファにとって、神とのこの結合は受動的でも理論的な知識でもなく、魂全体を包む変革的な体験であった。彼の方法はまさに個人と神の間の障壁を打ち破り、知識が体験となり、エゴの意識が神の存在に溶け込む神秘的な結合の状態へと導くことを求めた。このデベクート(付着)のプロセスは、魂が直接的で啓示的な知識のレベルにアクセスする、神の光への完全な吸収を意味する。
したがって、イェシュアが彼にとどまるようにという招待は、アブラファが述べるダアトの同じ状態を反映している。「知性を超越し、魂が本質的な統一を体験する神との完全な交わり」。
イェシュアは追随者たちに神を知るように招くだけでなく、神の中に生き、尽きることのない永遠の光と知恵の連続的な流れに参加するように招いている。この観点で、イェシュアとアブラファは、内的な変革を通じて達成される知識としてのダアトのビジョンを共有しており、人間は神を認識するだけでなく、神の光と存在のチャネルとなる。
イェシュアが体現するダアトは絶対的な知識であり、人と神が本質と目的において一つになる状態である。このダアトの体験において、イェシュアはアクセス可能な神の知識の化身であり、彼の人生自体が神への付着のモデルとなる。彼が「私は道であり、真理であり、命である」(ヨハネ14:6)と宣言するとき、彼は神の知識と生命への真のアクセスがこの結合にあることを明らかにしている。
シェヴィラト・ハケイリム、つまり器の破壊は、神の光の強度がそれを保持するために創造された器によって収容できず、器が壊れてその光の断片が創造全体に散らばった創造の過程における重要な瞬間を説明する。 この破壊は、神の光と世界の間の切断を象徴し、断片化と混沌の状態を生み出し、ティクン、すなわち修正のプロセスを必要とする。このティクンは、失われたバランスを回復するだけでなく、創造を神との統一の状態に再調和し高揚させることを目指す。この文脈において、イェシュアは普遍的な修正の代理人として重要な役割を果たし、この破壊され散らばった光が統一に再統合されることを可能にする橋として機能する。
イェシュアはその使命において、魂の個人的な救いを求めるだけでなく、宇宙的なレベルで行動し、創造のすべての側面をその神の源と和解させるプロセスを体現している。生命の木の構造において、アツィルトの世界は神性の純粋で完璧な放出を表す。アツィルトにおいて、ダアトは統一の触媒として現れ、神の放出の男性的および女性的な側面を和解させる。これらの側面が彼の中で統合されるとき、彼は対立するエネルギーの再統合のポイントとなる。この意味で、イェシュアは彼の生涯と犠牲を通じて、器の破壊で失われた光を回収し創造主へと再び導くティクンの行為と見なすことができる。
イェシュアの使命は、教えたり改革したりすることを超えており、彼自身がこの断片化した光の復元であり、散らばった神の火花を集めるために働いている。そうすることで、彼のメシア的な役割は、イスラエルの民への救いだけでなく、普遍的な癒しの観点から理解される。したがって、イェシュアが体現する修正は、究極の目的と一致している:すべての創造が神性との調和に戻り、神の光の断片を神から放出される永遠のエネルギーの流れに再統合する状態を達成すること。
したがって、イェシュアの使命はこの内なる王国への道しるべとなり、各魂に個人的に影響を与え、また普遍的な調和を回復する贖いとなる。このダアトの変革に達すると、個人は時間と空間の障壁を超越する神の光に参与し、愛、平和、統一が彼らの現実の基盤となる状態に到達する。
イェシュアにおいて、神の王国は各存在の内にあるアクセス可能で生きた次元として現れ、発見され体験されるのを待っている。