The Tree of Life: "A Kabbalistic Journey for Children"

"The Tree of Life" is a story of self-discovery, love, and the eternal dance between light and darkness.

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生命の樹:「子供のためのカバラの旅」

「生命の樹」は、自己発見、愛、そして光と闇の永遠の舞踏の物語です。

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El Árbol de la Vida: "Un Viaje Cabalístico para Niños"

"El Árbol de la Vida" es una historia de autodescubrimiento, amor, y la eterna danza entre la luz y la oscuridad.

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Assiah

Assiah, en el ámbito de la Qabalá, significa el plano físico. Las fuerzas primarias en juego en esta dimensión, desde una perspectiva cósmica, se derivan de las esferas planetarias y las influencias zodiacales. Estas entidades sirven como representantes de las Sefirót dentro del mundo de la acción, reflejando el intercambio dinámico entre lo divino y el mundo tangible.

La perspectiva cabalística, al igual que otras visiones espirituales y mágicas del mundo, respalda un universo rebosante de vida. Cada objeto, cada entidad y cada organismo poseen tanto un aspecto interno como externo. Los planetas son vistos como entidades sensibles que poseen su propia conciencia, fuerza vital y trayectoria evolutiva única.

Estos seres planetarios no son meras acumulaciones de materia física sino entidades multifacéticas con varios planos internos y niveles de existencia. Se manifiestan a través de diferentes mundos, cada uno esforzándose por alcanzar su propio arquetipo espiritual. Esto se logra en parte a través de las diferentes especies que los habitan, que no siempre pueden existir en el plano físico o en la realidad.

Trazando paralelos con los seres humanos, uno podría postular que un planeta posee una gradación similar de cuerpos o vehículos. En el mundo espiritual de Beriyá, estos "planetas espirituales" son conocidos como Palacios o Cámaras Reales. Personifican la Luz Divina de manera arquetípica, con arcángeles, los maestros de los misterios divinos, a su cabeza. En Yetzirá, estas manifestaciones sefiróticas se refieren como los "cielos" o "planos universales". Coros angélicos, orbitando alrededor del arcángel que preside cada sefirá, actúan como sus fuerzas activas. En Assiah, se cree que la manifestación física de estos planetas tiene sus propias dimensiones internas. Cuando se hacen perceptibles en la etapa final de Assiah, forman el sistema solar en el que residimos.

Así como la evolución humana implica la alineación de los niveles inferiores para ayudar a la evolución de su Chispa Divina, se puede asumir que los seres elementales o planetarios inferiores también buscan evolucionar de una manera que se alinea con el arquetipo espiritual sostenido por su Guía Arcangélica. Para la Tierra, esto se ha interpretado como la Jerusalén celestial, tiempos mesiánicos y otros constructos similares.

Cabe señalar que la evolución de un ser planetario es impulsada por los seres que lo habitan. Actualmente en la Tierra, los humanos son la influencia principal, y es su responsabilidad crear una sociedad impregnada de valores éticos y espirituales que se alineen con el resto del planeta. Esto permite que el arquetipo del Reino brille en todos los niveles, vinculando así el crecimiento individual con una responsabilidad colectiva que incumbe a toda la humanidad.

La concepción antigua del mundo coloca una Tierra plana en el centro del modelo cosmológico, con la esfera de los elementos dispuesta en capas encima en orden descendente de densidad. Sobre la Tierra, encontramos las siete esferas planetarias organizadas según su movimiento cíclico observado desde la Tierra: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno. Siguiendo estas esferas planetarias está el empíreo, o la esfera de las estrellas fijas, que incluye el Zodíaco. Por último, está la esfera del Primum Mobile, o Primer Motor, sin ninguna representación material concreta.

Aunque científicamente este modelo pueda parecer desactualizado, aún mantiene relevancia como un mapa de la conciencia por dos razones clave: es psíquicamente fácil interpretar el movimiento a través de diferentes frecuencias energéticas como un viaje ascendente de niveles, y nuestra comprensión experiencial del mundo sigue siendo geocéntrica, viendo el cosmos desde la superficie de la Tierra.

Esta perspectiva mantiene la relevancia de los relojes planetarios al marcar los tiempos de eventos mundanos y las condiciones de expresión del mundo interior, incluido el nuestro. Al aceptar el principio de la unidad esencial de todas las cosas, no podemos negar la conexión entre nuestras experiencias personales y los movimientos celestiales.

En consecuencia, la multitud de influencias que actúan sobre un individuo en cualquier momento dado puede ser intrincada. Junto con las influencias personales derivadas de su Tikún como alma individual, hay influencias de la especie humana, ciclos evolutivos históricos, mundos superiores, influencias astrológicas y particularmente del ser planetario Tierra, que abarca los reinos elementales y otras evoluciones paralelas. Todos estos se entretejen dentro del marco de materia-energía, cada uno con su propio conjunto de leyes. La maestría, en este contexto, implica entender estas influencias y aprender a trabajar creativa y colaborativamente en sincronía con ellas.


Kéter de Assiah: ראשית הגלגולים, Los Primeros Remolinos.

El paradigma de Kéter en Assiah, conocido como los Primeros Remolinos (Reshit HaGilgulim), encuentra raíces en la antigua cosmología ptolemaica, donde la Tierra se representa como un centro estacionario rodeado por esferas concéntricas. La esfera más externa dentro de este modelo cosmológico se entendía como el Primum Mobile, el primer motor. Esta entidad celestial se percibía como la fuerza motriz definitiva, el pivote central de la actividad cósmica, infundiendo al universo movimiento y ritmo.

Los antiguos cabalistas, con su profunda visión espiritual, insinuaron un concepto que la ciencia moderna solo descubriría milenios después. Al referirse a Kéter en Assiah como los "Primeros Remolinos", estaban aludiendo simbólicamente a la existencia de galaxias, un concepto muy más allá de la comprensión científica de su época.

En un contexto contemporáneo, esta asociación se vuelve particularmente intrigante cuando consideramos nuestra propia Galaxia, la Vía Láctea, y específicamente su centro. El centro galáctico, que alberga un agujero negro supermasivo, es un remolino de actividad y energía cósmica, muy parecido a los "Primeros Remolinos" de las enseñanzas cabalísticas. Se convierte en un punto de convergencia, un punto focal que irradia una inmensa influencia gravitacional y da forma a la formación y trayectoria de estrellas y sistemas solares, incluido el nuestro.

Además, desde la perspectiva cabalística, el centro galáctico no es solo un punto de convergencia física y gravitacional; es un nexo de energía espiritual. Se concibe como un eco del Ein Sof, lo infinito, la esencia divina que impregna todo el espacio-tiempo cósmico. Así, el centro de la galaxia se convierte en un ancla, un símbolo de unidad, encapsulando los aspectos celestiales y divinos de la existencia.

Así como el Primum Mobile se consideraba el primer motor dentro del modelo ptolemaico, impulsando los movimientos de las esferas celestiales, el centro de nuestra galaxia puede verse como el primer motor en el gran teatro de la existencia cósmica. Gobierna el flujo y reflujo de las entidades celestiales, guiando sus movimientos y dictando sus destinos.

Por lo tanto, Kéter en Assiah, o los "Primeros Remolinos", sirven como un puente metafórico entre la antigua sabiduría espiritual y la comprensión cosmológica contemporánea, ofreciendo una exploración perspicaz de la interacción entre los reinos físico y metafísico.


Jojmá de Assiah: מזרות, Mazzarot.

Para desentrañar las complejidades de Jojmá dentro del reino de Assiah, viajamos de regreso a la representación simbólica de Kéter: la diminuta apertura anidada dentro del seno de lo no manifestado, el lugar de nacimiento de corrientes de energía que dieron vida a la existencia. Esta energía, una vez liberada de las limitaciones de lo no manifestado, se arremolinó en formación, tomando la forma de una galaxia espiral en movimiento, girando eternamente alrededor de su eje central. Este ciclo interminable de rotación puede visualizarse como una gran rueda o un inmenso círculo, comparable a un Zodíaco galáctico.

Cada sector de esta rueda cósmica no solo denota una porción de su circunferencia, simbolizando así el factor tiempo. Más allá de eso, cada parte es un conducto de vastas corrientes espirituales, funcionando como un enlace crítico que conecta el centro con la circunferencia y viceversa. Esta interacción crea una intrincada red de energía e influencia, reverberando a través de la galaxia.

Cuando enfocamos nuestra lente en el camino de nuestro sistema solar, las complejidades se profundizan. A medida que el sol realiza su viaje de aproximadamente 200 millones de años alrededor del centro galáctico, surgen incertidumbres. La naturaleza exacta de esta trayectoria es algo esquiva, particularmente en cuanto a si traza órbitas más pequeñas alrededor de otras formaciones estelares. Sin embargo, para nuestro sistema solar, con su configuración planetaria distinta evolucionando internamente, las principales influencias galácticas se canalizan a través de la banda zodiacal de estrellas, conocida como el Zodíaco sideral, que envuelve el plano de las órbitas planetarias. Este tapiz celestial afecta principalmente a los seres planetarios y sus narrativas evolutivas más amplias.

Sin embargo, cuando profundizamos en la experiencia humana, el enfoque se desplaza del Zodíaco sideral al Zodíaco tropical. Este último, intrínsecamente ligado a los equinoccios y solsticios terrestres y la relación entre la Tierra y el Sol, juega un papel significativo en la configuración de vidas humanas individuales. Este Zodíaco tropical, con el equinoccio vernal como punto de referencia pivotal, transita gradualmente a través del Zodíaco sideral en un ciclo que abarca aproximadamente 26,000 años. Este cambio allana el camino para la aparición de eras astrológicas, cada una con una duración de aproximadamente 2,160 años.

La esfera del Zodíaco se ha vinculado tradicionalmente a Jojmá debido a su naturaleza abarcadora y acogedora, similar a la Sabiduría. El Zodíaco ofrece una vista panorámica, proporcionando una matriz universal de significados que puede interpretar todos los aspectos y facetas de la existencia. Este Zodíaco, al igual que una manta que cubre la totalidad del ser, pinta un tapiz multidimensional de comprensión.

Simultáneamente, actúa como un colosal radiador, emanando energías que fluyen hacia el centro. Estas energías atraviesan los diversos planos universales, experimentando transformaciones o procesos de enfoque a medida que interactúan con diferentes lentes planetarias. En consecuencia, el Zodíaco se convierte en una red intrincada e interconectada que entrelaza varias dimensiones, proporcionando una comprensión integral del cosmos y nuestro lugar dentro de él. Esto encapsula bellamente la esencia de Jojmá en Assiah: una sabiduría que abraza toda la existencia mientras conecta el corazón de la galaxia con sus confines más lejanos.


Biná de Assiah: שבתאי, Shabbatai.

Para desentrañar la naturaleza intrincada de Biná en Assiah, miramos al cuerpo celestial asociado astrológicamente con ella: Saturno. Saturno sirve dualmente como constructor y creador de forma. Existe en una polaridad intrincada con Urano, similar a la dinámica interacción observada entre Jojmá y Biná en el Árbol de la Vida cabalístico. Cada cuerpo celestial aporta sus características únicas a esta relación, fomentando un equilibrio dinámico de fuerzas.

Urano es el proveedor de inspiración, encendiendo las chispas de genio, fomentando la originalidad y defendiendo el cambio progresivo. Trabaja en los reinos de lo inesperado, trayendo lo fresco y nuevo, lo revolucionario e inédito. Su influencia nos impulsa hacia horizontes futuros, incitando transformaciones dinámicas a su paso.

Contrariamente, Saturno gobierna los reinos de los límites y la estructura, trabajando dentro de los confines del orden y el método. Su reino es el de la ley y las reglas, erigiéndose como un baluarte contra el caos. Sin embargo, es esencial notar que las estrictas regulaciones de Saturno no son el fin; la energía revolucionaria de Urano eventualmente las trasciende, permitiendo el progreso y la evolución.

Saturno, encarnando a Biná, adopta el simbolismo de la madre oscura y estéril, la matriarca dolorosa que nos otorga la disciplina de la forma. Es a través de las experiencias duras y desafiantes de Saturno que enfrentamos las pruebas de la vida, lo que ha atribuido con el tiempo a la reputación de Saturno como un gran maléfico en la astrología clásica. El dominio de Saturno también se extiende al ámbito de la deuda kármica, encargándonos de rectificar las consecuencias de nuestras acciones.

Sin embargo, es crucial no percibir las pruebas de Saturno como experiencias puramente negativas. Estas pruebas están impregnadas de necesidad y son inherentemente pedagógicas. Las dificultades que Saturno nos presenta son lecciones disfrazadas, enseñándonos sobre la estructura de la vida, el significado de la disciplina y la naturaleza de la consecuencia. El carácter "nefasto" que a menudo se le atribuye a Saturno comienza a desvanecerse una vez que reconocemos el valor de estas lecciones y aprendemos de ellas. Las pruebas que presenta son, por lo tanto, herramientas transformadoras utilizadas para moldear nuestro carácter, guiarnos hacia el crecimiento personal y llevarnos por el camino de la sabiduría y la comprensión.

Por lo tanto, Biná en Assiah, representada por Saturno, proporciona un contraste marcado con la naturaleza inspiradora de Urano. Introduce un equilibrio necesario de disciplina y dificultad en nuestras vidas, estableciendo la base sobre la cual la evolución y el desarrollo personal pueden construirse. A medida que avanzamos en la vida, entender la influencia de Saturno nos ayuda a aprender las valiosas lecciones imbuidas en nuestras pruebas y tribulaciones, acercándonos un paso más a alcanzar la sabiduría y la comprensión.


Jésed de Assiah: צדק, Tzédeq.

Existe una notable sincronía entre las implicaciones astrológicas de Júpiter y la Sefirá de Jésed en el reino de Assiah. Júpiter, conocido como el "gran benéfico" en astrología, resuena profundamente con temas de abundancia, expansión, crecimiento y generosidad. Es simbólico de la buena voluntad desbordante que proviene del corazón, la encarnación de la benevolencia y la magnanimidad.

Júpiter es conocido por alentar el flujo natural de prosperidad, difundiendo sus energías benevolentes a través del universo, inspirando crecimiento y expansión. Simboliza el ciclo de la vida donde la abundancia crece y se multiplica, similar a una semilla que brota en un árbol, que a su vez deja caer más semillas, perpetuando el ciclo de la vida. La influencia de Júpiter nos impulsa a extendernos, a expandir nuestros límites y a experimentar la alegría que viene con el acto de dar.

Además, Júpiter también simboliza la proyección social y a menudo se asocia con el ejercicio de autoridad justa y sabia. Hace eco del liderazgo que va más allá del dominio y control. En cambio, abraza un estilo de liderazgo guiado por la sabiduría, la equidad y la comprensión, un liderazgo que reconoce y honra el valor intrínseco de cada individuo. La influencia de Júpiter promueve un entorno donde el poder se utiliza responsablemente, no para subyugar, sino para elevar e inspirar.

En narrativas mitológicas, Júpiter a menudo se representa como un gobernante justo y equitativo, un rey que gobernaba a su pueblo con gentileza y les daba leyes diseñadas para el bien común. Bajo el gobierno de Júpiter, la sociedad experimentó una edad dorada donde prevalecía la paz. La estructura social era tal que ningún hombre estaba en servidumbre hacia otro; todos eran iguales y todo se compartía en común. Era como si todos los seres compartieran una herencia colectiva, uniéndolos en una existencia armoniosa.

La influencia de Júpiter en la sociedad se extendía a los reinos de la organización, la moralidad y la religión. Su influencia fomentaba un sentido de unidad, alentando a las personas a vivir juntas armoniosamente, compartiendo y cuidándose unos a otros. Trajo una estructura social arraigada en la equidad y la igualdad, donde las necesidades individuales eran reconocidas y satisfechas, y donde prevalecía un sentido de responsabilidad compartida.

En esencia, Jésed en Assiah, simbolizada por Júpiter, abarca todo lo que generalmente se entiende como "misericordia". Es la encarnación de la bondad, la buena voluntad y la compasión, y estas cualidades brillan intensamente en las interpretaciones astrológicas de Júpiter. La esencia de Jésed se refleja en la generosidad sin límites de Júpiter, su compromiso con la equidad y la justicia, y su capacidad para fomentar el crecimiento y la expansión. La manifestación de esta sefirá en Assiah es un recordatorio del potencial ilimitado de amor, generosidad y equidad en el mundo, y cómo estas cualidades pueden crear una sociedad marcada por la armonía y el respeto mutuo.


Guevurá de Assiah: מאדים, Maadim.

En marcado contraste con Jésed, el planeta Marte encuentra su lugar dentro del ámbito de Guevurá en el contexto de Assiah, encarnando los aspectos más personales de esta sefirá. Marte, como un símbolo arquetípico, es conocido por su carácter cinético y combativo. Representa el impulso hacia el control, la disciplina, el valor y el autosacrificio. Marte también es emblemático de la capacidad de soportar el sufrimiento y emerger fortalecido al otro lado.

A menudo se sugiere que Marte gobierna el plano de las pasiones e instintos. Esto se vincula con nuestra comprensión de Guevurá, ya que representa la polaridad negativa, formal u oscura del libido. En el otro lado del espectro, Jésed se erige como la polaridad positiva o luminosa de esta misma fuerza libidinosa. Así, la dicotomía entre Marte y Júpiter, entre Guevurá y Jésed, crea una tensión dinámica que impulsa los procesos de crecimiento y transformación.

Heliocéntricamente, Marte es el planeta más cercano a la Tierra, aparte, por supuesto, de nuestro satélite natural, la Luna. Sin embargo, desde una perspectiva evolutiva, tal como se presenta a través de la arquitectura simbólica del Árbol de la Vida, la energía de Marte no se percibe fácilmente hasta que llegamos a Tiferet, que representa el Sol, que sirve como nuestro punto central de autoconciencia.

De hecho, Tiferet se erige como un faro de equilibrio y armonía dentro del Árbol de la Vida, un símbolo radiante del yo iluminado. Solo una vez que alcanzamos este centro de autoconciencia, podemos realmente entender y asimilar las energías marcianas representadas en Guevurá. Este viaje hacia la comprensión y realización de uno mismo refleja el viaje evolutivo del alma, donde las energías más primarias e instintivas de Marte deben ser reconocidas, confrontadas y armonizadas dentro de uno mismo.

La esfera de Guevurá, con Marte como su correspondiente celestial, nos invita a adentrarnos en nuestro espíritu guerrero interior. Nos llama a enfrentar nuestros miedos, a enfrentar los desafíos con valentía y disciplina, y a soportar el sufrimiento con fortaleza. Sin embargo, este camino no se trata solo de la lucha; también se trata de la transformación. Porque a través de estas pruebas y tribulaciones, se nos ofrece la oportunidad de crecer, refinar nuestro carácter y descubrir nuestra verdadera fuerza interior.

En conclusión, Guevurá en Assiah, simbolizada por el planeta Marte, presenta una rica exploración de los aspectos personales de la disciplina, el coraje, el control y la resiliencia. Es un testimonio de la intrincada danza de polaridades dentro de nosotros: la luz y la oscuridad, lo primario y lo iluminado, el placer y el dolor, y la fuerza que surge de esta danza. Nos recuerda que cada lucha es una oportunidad para el crecimiento y la transformación, y que la verdadera valentía reside no solo en enfrentar nuestros desafíos sino en abrazar nuestra capacidad para soportar y aprender de ellos.


Tiferet de Assiah: חמה, Jammah.

Es solo a través de la perspectiva panorámica otorgada por Tiferet, simbolizada por Jammah (el Sol), que podemos alcanzar el desapego y la destreza espiritual suficientes necesarios para contener nuestro lado oscuro. Este contención no implica represión sino que se logra a través de una profunda autocomprensión y transformación. La represión es una estrategia defectuosa, ya que todo lo reprimido solo resurge desde las profundidades de nuestro inconsciente, manifestándose en formas diversas como trastornos y neurosis. Además, los complejos emocionales que surgen de la represión obstaculizan el crecimiento personal al atrapar una parte significativa de nuestra energía interior.

En consecuencia, el camino metafórico hacia la evolución, tal como se retrata en la astrología simbólica, nos alienta a viajar hacia adentro, hacia el corazón de la órbita terrestre. Una vez que este centro, nuestro Sol, se alcanza, el viaje debe continuar hacia afuera hacia las esferas planetarias exteriores, comenzando con Marte. Este viaje simbólico integra armoniosamente las perspectivas geocéntricas y heliocéntricas de nuestro sistema solar.

La afiliación del Sol con la esfera planetaria de Tiferet parece casi demasiado evidente como para necesitar una discusión extensa. El Sol, con sus cualidades trascendentes, energéticas, radiantes, iluminadoras y vitalizadoras, es el emblema del Logos, el principio divino de razón y juicio.

A nivel astrológico, para el individuo cotidiano, el Sol significa el carácter fundamental. Su posición relativa al resto de la carta natal proporciona información sobre el tono general de la vida y vitalidad de la persona. También indica su grado de realización personal y autoexpresión. En un nivel más profundo, el Sol representa el núcleo de la individualidad, simbolizando el "yo".

Un individuo solar, alguien que ha alcanzado el nivel de Tiferet independientemente de su configuración astrológica, se convierte en el núcleo de su propio sistema solar. Este sistema está compuesto por circunstancias atraídas por el tirón magnético de su aura personal. Tales individuos irradian su luz interior, influyendo en su entorno de una manera similar a cómo el Sol influye en los cuerpos planetarios a su alrededor.

Además, alcanzar Tiferet resulta invariablemente en una especie de iluminación. Enciende la intuición interior que penetra lo superficial y aprehende la esencia misma de las cosas. Si bien uno puede intentar evadir este estado y arriesgarse a perderlo, es imposible permanecer dentro de él y no ver con claridad. La iluminación que viene de acceder a Tiferet disipa la confusión y la ambigüedad, al igual que el Sol destierra la oscuridad, permitiéndonos ver con lucidez y precisión. Se convierte en un faro iluminador en nuestro viaje espiritual, guiándonos hacia la autorrealización y la autoexpresión.


Netzaj de Assiah: נוגה, Nogah.

En el complejo mosaico del simbolismo astrológico, Venus emerge como la fuerza gobernante detrás de nuestras inclinaciones artísticas y constitución emocional. Es el cuerpo celestial asociado con el atractivo magnético, la armonía social y los variados matices del amor. Venus rige sobre un amplio espectro emocional que va desde el calor intenso de la pasión hasta el resplandor cálido de la amistad, y desde el vértigo del enamoramiento hasta el vínculo tierno del afecto.

Tales diversos matices emocionales no son los únicos atributos bajo el dominio de Venus. Este planeta también preside sobre las expresiones de alegría, la búsqueda del placer y el deleite en el entretenimiento. Es la encarnación de la gracia, sirviendo como la musa cósmica que inspira a artistas y soñadores a crear, aportando así belleza y elegancia a nuestro mundo.

Además, Venus se asocia con la búsqueda implacable de la belleza, tanto en el reino físico como más allá. Nos alienta a buscar y apreciar la belleza no solo en la estética visual sino también en conceptos abstractos e incluso en el reino trascendental de los ideales espirituales. Tales búsquedas elevan nuestras mentes y espíritus, elevando nuestras experiencias mortales al reino de lo divino.

Bajo la influencia de Venus, también desarrollamos un profundo amor por la naturaleza. Esta emoción va más allá de la simple admiración por el atractivo estético de los paisajes naturales. Abarca una comprensión y respeto más profundos por el delicado equilibrio en el ecosistema, los intrincados patrones de crecimiento y decadencia, y el espectáculo fascinante de vitalidad cruda y sin filtros que la naturaleza presenta.

En esencia, todos estos atributos representan los diversos aspectos de la Sefirá Netzaj, un nodo significativo en el Árbol de la Vida cabalístico. Netzaj simboliza los atributos arquetípicos de eternidad, fortaleza y victoria. Venus, en su papel astrológico, es la encarnación celestial de estos arquetipos de Netzaj. Encapsula la esencia de la Sefirá, reflejando sus profundos atributos espirituales en la realidad tangible de nuestras experiencias humanas.

Por lo tanto, al entender a Venus como la contraparte astrológica de Netzaj, podemos comprender mejor la interacción de fuerzas dentro de nosotros y el universo. Ilumina nuestras cualidades innatas, guiándonos hacia interacciones armoniosas con nuestro entorno y fomentando el espíritu de amor, belleza y gracia dentro de nosotros. Esta profunda comprensión, a su vez, mejora nuestro viaje espiritual, guiándonos hacia la autorrealización y la armonía con el universo.


Hod de Assiah: כוכב, Kokvah.

Dentro de la intrincada red cósmica, Mercurio brilla como un símbolo celestial intrínsecamente ligado a Hod, la esfera del intelecto y la comunicación en el Árbol de la Vida cabalístico. Su influencia celestial afecta profundamente nuestras facultades mentales, dando forma a nuestros procesos cognitivos y habilidades en comunicación.

Astrológicamente, el dominio de Mercurio se extiende sobre el funcionamiento de nuestras mentes, tanto conscientes como subconscientes. Gobierna nuestro razonamiento, percepción y el complejo laberinto de nuestros pensamientos. Es en este intrincado laberinto mental donde nuestras ideas y perspectivas nacen, se nutren y eventualmente encuentran expresión. La influencia cognitiva de Mercurio, por lo tanto, afecta nuestra comprensión de la realidad y nuestra capacidad para formar interpretaciones de nuestras experiencias.

Más allá de su impacto en nuestras facultades mentales, Mercurio es el patrón celestial del arte de la comunicación. Rige sobre nuestra capacidad para traducir nuestros pensamientos en expresiones significativas, tanto en formas habladas como escritas. La influencia de Mercurio da forma a nuestra destreza retórica, elocuencia y nuestra capacidad para construir y deconstruir narrativas. Nos capacita para compartir nuestras ideas, perspectivas e historias, mejorando la comprensión mutua y fomentando conexiones entre individuos.

Además, Mercurio simboliza la convergencia de las relaciones interpersonales, la practicidad y el comercio. Es el cuerpo celestial que gobierna nuestros intercambios, tanto tangibles como intangibles. En la esfera del comercio, la influencia de Mercurio toca los aspectos prácticos de comprar, vender y negociar, facilitando el flujo sin problemas de bienes, servicios e ideas.

Pero va incluso más allá del intercambio físico. La energía de Mercurio impregna nuestras interacciones, ayudando a navegar las sutilezas de las relaciones interpersonales. Ayuda a entender las perspectivas de los demás, a empatizar con ellos y a comunicar eficazmente nuestros pensamientos y sentimientos. Así, Mercurio ayuda a crear una red de comprensión compartida y respeto mutuo, un activo invaluable en las esferas personal y profesional.

Por lo tanto, la correlación entre Mercurio y Hod es profunda, sirviendo como un puente entre el cosmos y el intelecto humano, la comunicación y el comercio. Nos ofrece una perspectiva más amplia sobre cómo las influencias celestiales pueden dar forma a nuestros procesos cognitivos, interacciones interpersonales y actividades comerciales. En última instancia, este entendimiento puede llevar a una apreciación más matizada de nuestro lugar dentro del universo y guiarnos hacia interacciones más armoniosas dentro de nuestras comunidades.


Yesod de Assiah: לבנה, Levanah.

Dentro del tapiz celestial, la Luna, o Levanah como se refiere en el léxico cabalístico, corresponde a Yesod, la esfera fundamental en el Árbol de la Vida cabalístico. La Luna, conocida por su belleza etérea y sutil influencia, gobierna sobre el plano etérico. Este plano, también referido como el doble etérico, se erige como el primer nivel sustancial por encima del reino físico y sirve a la función definitoria de Yesod de envolver o armar el mundo físico.

En el ámbito de la astrología, la Luna es una encarnación de varias cualidades, ilustrando aspectos pasivos y dinámicos de nuestra psique. Su aspecto pasivo se manifiesta como receptividad, sensibilidad e imaginación. Estos atributos nos permiten percibir e interpretar el mundo que nos rodea, no solo en su forma tangible, sino también en términos de los matices emocionales y psicológicos que impregnan nuestras experiencias. Esta suave pasividad de la Luna nutre nuestra capacidad de empatía y visualización creativa, permitiéndonos captar y apreciar las sutilezas de nuestro entorno.

Por el contrario, el aspecto dinámico de la Luna se representa a través de su capacidad de fluctuación, adaptabilidad y capacidad de respuesta. Este aspecto nos obliga a responder a circunstancias cambiantes, a adaptarnos a nuevos entornos y a evolucionar junto con nuestras perspectivas cambiantes. El constante crecimiento y disminución de la Luna sirven como recordatorios celestiales de la naturaleza cambiante inherente de la vida y la capacidad humana intrínseca para adaptarse y evolucionar frente al cambio constante.

Comúnmente percibida como un símbolo de lo femenino, la Luna es claramente diferente de Venus, otro cuerpo celestial asociado con la feminidad. A diferencia de Venus, que representa el aspecto del amante, la Luna resuena con las cualidades de gestación y cuidado maternal. Simboliza una fuerza protectora y nutritiva que proporciona todo lo necesario para el crecimiento y desarrollo.

Además, la Luna representa el aspecto de receptividad, sensibilidad e intuición, independientemente del género. Estas características pueden manifestarse en individuos a lo largo del espectro de género, enfatizando la relevancia e influencia universal de la Luna.

En un nivel más profundo, la Luna sirve como un espejo, reflejando nuestros estados intelectuales (Hod) y emocionales (Netzaj). Para asegurar que este reflejo sea lo más preciso y puro posible, necesitamos esforzarnos por mantener nuestras mentes y emociones despejadas. Esta noción apunta hacia la importancia de la autoconciencia y la inteligencia emocional en el mantenimiento de la claridad en nuestras reflexiones de nosotros mismos y del mundo.

En un sentido más amplio, la Luna gobierna sobre nuestra psique, influyendo significativamente en nuestra capacidad para interactuar con los reinos más allá de lo inmediatamente perceptible. Nos ayuda a acceder y navegar el paisaje de nuestro subconsciente o las sutilezas de los misterios del universo. Así, la interacción entre la Luna y Yesod ofrece una profunda visión de la compleja interconexión de los reinos celestial, psicológico y físico.


Maljut de Assiah: הארץ, Haaretz.

Nombrada la Esfera de los Elementos, la esfera de Maljut ocupa un lugar distinto en los reinos metafísicos. Tradicionalmente, se creía que los elementos ofrecían el aspecto material en la Tierra, mientras que los cuerpos celestes se pensaba que estaban compuestos de otras sustancias más refinadas. Sin embargo, es crucial aclarar que Maljut no es estrictamente una ubicación sino más bien un estado, específicamente, el estado de los cuerpos materiales, que permea la extensión del Cosmos. En nuestro viaje evolutivo dentro del contexto del sistema solar, Maljut puede de hecho equipararse con el planeta Tierra, supervisando todo lo que ocurre dentro de su dominio.

Contrariamente a las suposiciones iniciales, los elementos no son materia o sustancias, y menos aún, cuerpos. Son, en cambio, cualidades o modos de acción, las fuerzas o energías primarias de la creación que impregnan todo el Árbol de la Vida, habiendo sido prefigurados en Kéter, la corona o la primera sefirá. Estos elementos fundamentales sientan las bases para manifestaciones más complejas, cada una llevando una composición elemental, aunque pueden inclinarse más hacia uno u otro de los elementos concretos.

Es importante notar que la manifestación física o externa de los elementos ocurre solo en Maljut, donde logran estabilidad. Como el punto final de concreción o densificación en el Árbol de la Vida, Maljut representa la expresión última de todas las fuerzas. Por lo tanto, Maljut, a menudo referida como el reino, encapsula la esencia de todo lo que existe, es un compendio de la creación en su totalidad.

Cuando uno se refiere a tierra, agua, aire o fuego en el lenguaje común, generalmente aluden a la manifestación física de estos elementos dentro de Maljut. El concepto de "tierra", en este contexto, se ve como la amalgama de agua, aire y fuego, como se explica en el Sefer Yetzirá. El cuarto elemento se considera el "espíritu santo". Sin embargo, cuando se consideran como cualidades, estos elementos participan en la composición de todas las sefirot o emanaciones, a pesar de que cada sefirá muestra una predisposición hacia un elemento específico que mejor refleja su naturaleza.

Así, la sefirá de Maljut en el contexto de Assiah proporciona un rico panorama de conceptos filosóficos y metafísicos que se extienden más allá del reino de lo físico y lo tangible. Ofrece una comprensión en capas de la existencia, vinculando lo elemental con lo celestial y lo material con lo etéreo, estableciendo una intrincada red de conexiones que se extienden a través del cosmos.

Assiah, in the realm of Qabalah, signifies the physical plane. The primary forces at play in this dimension, from a cosmic perspective, are derived from the planetary spheres and zodiacal influences. These entities serve as the representatives of the Sephiroth within the world of action, echoing the dynamic interchange between the divine and the tangible world.

The Qabalistic perspective, much like other spiritual and magical worldviews, endorses a universe brimming with life. Every object, every entity, and every organism possess both an internal and an external aspect. The planets are seen as sentient entities that possess their own consciousness, life-force, and unique evolutionary trajectory.

These planetary beings are not mere accumulations of physical matter but are instead multi-faceted entities with various inner layers and planes of existence. They manifest across different worlds, each striving to reach their own spiritual archetype. This is partly achieved through the different species that populate them, which might not always exist on the physical plane or in actuality.

Drawing parallels to human beings, one could posit that a planet possesses a similar gradation of bodies or vehicles. In the spiritual world of Beriyah, these "spiritual planets" are known as Palaces or Royal Chambers. They personify the Divine Light in an archetypal fashion, with archangels, the masters of divine mysteries, at their helm. In Yetzirah, these Sephirothic manifestations are referred to as the "heavens" or "universal planes". Angelic choirs, orbiting around the presiding archangel of each sephira, act as their active forces. In Assiah, the physical manifestation of these planets are believed to have their own internal dimensions. When they become perceptible in the final stage of Assiah, they form the solar system in which we reside.

Just as human evolution involves the alignment of one's lower levels to aid the evolution of their Divine Spark, it can be assumed that elemental or lower planetary beings also aim to evolve in a way that aligns with the spiritual archetype held by their Archangelic Guide. For Earth, this has been interpreted as the celestial Jerusalem, messianic times, and other similar constructs.

It should be noted that a planetary being's evolution is driven by the beings inhabiting it. Currently on Earth, humans are the primary influence, and it's their responsibility to create a society imbued with ethical and spiritual values that align with the rest of the planet. This allows the Kingdom's archetype to shine on all levels, thereby linking individual growth with a collective responsibility incumbent upon all of humanity.

The ancient conception of the world places a flat Earth at the center of the cosmological model, with the sphere of elements layered on top in descending order of density. Above Earth, we find the seven planetary spheres arranged according to their cyclical motion as observed from Earth: Moon, Mercury, Venus, Sun, Mars, Jupiter, and Saturn. Following these planetary spheres is the empyrean, or the sphere of the fixed stars, which includes the Zodiac. Lastly, there's the sphere of the Primum Mobile, or First Mover, without any concrete material representation.

Even though scientifically this model might appear outdated, it still holds relevance as a consciousness map for two key reasons: it is psychically easy to interpret the movement through different energetic frequencies as an upward journey of levels, and our experiential understanding of the world remains geocentric, viewing the cosmos from the surface of the Earth.

This perspective maintains the relevance of the planetary clocks in marking the times of worldly events and the conditions of inner world expression, including our own. Accepting the principle of the essential unity of all things, we cannot deny the connection between our personal experiences and the celestial movements.

Consequently, the multitude of influences acting upon an individual at any given moment can be intricate. Alongside the personal influences derived from their Tikkun as an individual soul, there are influences from the human species, historical evolutionary cycles, higher worlds, astrological influences, and particularly from the planetary being Earth, which encompasses the elemental kingdoms and other parallel evolutions. All these interweave within the framework of matter-energy, each with its own set of laws. Mastery, in this context, involves understanding these influences and learning to work creatively and collaboratively in sync with them.


Kether of Assiah: ראשית הגלגולים, The First Whirlpools.

The paradigm of Kether in Assiah, known as the First Whirlpools (Reshit HaGilgulim), finds roots in the ancient Ptolemaic cosmology, where the Earth is depicted as a stationary center encircled by concentric spheres. The outermost sphere within this cosmological model was understood to represent the Primum Mobile, the prime mover. This celestial entity was perceived to be the ultimate driving force, the central pivot of cosmic activity, infusing the universe with motion and rhythm.

The ancient Qabalists, with their deep-seated spiritual insight, hinted at a concept that modern science would only stumble upon millennia later. By referring to Kether in Assiah as the "First Whirlwinds," they were symbolically alluding to the existence of galaxies, a concept far beyond their epoch's scientific understanding.

In a contemporary context, this association becomes particularly intriguing when we consider our own Galaxy, the Milky Way, and specifically its center. The galactic center, housing a supermassive black hole, is a whirlpool of cosmic activity and energy, much like the "First Whirlwinds" of Qabalistic teachings. It becomes a point of convergence, a focal point that radiates immense gravitational influence and shapes the formation and trajectory of stars and solar systems, including our own.

Moreover, from the Qabalistic perspective, the galactic center is not just a point of physical, gravitational convergence; it is a nexus of spiritual energy. It is conceived as an echo of the En Sof, the infinite, the divine essence that permeates the whole of cosmic space-time. Thus, the center of the galaxy becomes an anchor, a symbol of unity, encapsulating the celestial and divine aspects of existence.

Just as the Primum Mobile was deemed the prime mover within the Ptolemaic model, driving the celestial spheres' movements, the center of our galaxy can be seen as the prime mover in the grand theatre of cosmic existence. It governs the ebb and flow of celestial entities, guiding their movements and dictating their destinies.

Hence, Kether in Assiah, or the "First Whirlpools," serve as a metaphorical bridge between ancient spiritual wisdom and contemporary cosmological understanding, offering an insightful exploration of the interplay between physical and metaphysical realms.


Chokmah of Assiah: מזרות, Mazzarot.

To unravel the complexities of Chokmah within the realm of Assiah, we journey back to Kether's symbolic representation—the minute aperture nestled within the bosom of the unmanifested, the birthing place of energy streams that breathed life into existence. This energy, once freed from the confines of the unmanifested, spiraled into formation, taking the shape of a spiral galaxy in motion, ever-revolving around its central axis. This endless cycle of rotation can be visualized as a grand wheel or an immense circle, comparable to a galactic Zodiac.

Each sector of this cosmic wheel does not merely denote a portion of its circumference, thus symbolizing the time factor. Beyond that, every part is a conduit of vast spiritual current, functioning as a critical link connecting the center to the circumference and vice versa. This interplay creates an intricate web of energy and influence, reverberating across the galaxy.

When we focus our lens on our solar system's path, the complexities deepen. As the sun makes its roughly 200-million-year-long journey around the galactic center, uncertainties arise. The exact nature of this trajectory is somewhat elusive, particularly regarding whether it traces smaller orbits around other stellar formations. However, for our solar system, with its distinct planet configuration evolving inwardly, the principal galactic influences are channeled through the zodiacal band of stars, known as the sidereal Zodiac, that envelopes the plane of planetary orbits. This celestial tapestry primarily affects planetary beings and their broader evolutionary narratives.

However, when we delve into the human experience, the focus shifts from the sidereal to the tropical Zodiac. The latter, intrinsically tied to terrestrial equinoxes and solstices and the relationship between the Earth and the Sun, plays a significant role in shaping individual human lives. This tropical Zodiac, with the vernal equinox as a pivotal reference point, gradually transitions across the sidereal Zodiac in a cycle that spans approximately 26,000 years. This shift paves the way for the emergence of astrological eras, each lasting approximately 2,160 years.

The sphere of the Zodiac has traditionally been linked to Chokmah due to its encompassing and embracing nature, akin to Wisdom. The Zodiac offers a panoramic view, providing a universal matrix of meanings that can interpret all aspects and facets of existence. This Zodiac, much like a blanket covering the entirety of being, paints a multi-dimensional tapestry of understanding.

Simultaneously, it acts as a colossal radiator, emanating energies that stream towards the center. These energies traverse the various universal planes, undergoing transformations or focusing processes as they interact with different planetary lenses. Consequently, the Zodiac becomes an intricate, interconnected network that weaves together various dimensions, providing a comprehensive understanding of the cosmos and our place within it. This beautifully encapsulates the essence of Chokmah in Assiah— a wisdom that embraces all existence while connecting the heart of the galaxy to its furthest reaches.


Binah of Assiah: שבתאי, Shabbatai.

To unravel the intricate nature of Binah in Assiah, we look to the celestial body astrologically associated with it - Saturn. Saturn serves dual purposes as both a constructor and a creator of form. It exists in an intricate polarity with Uranus, akin to the dynamic interplay observed between Chokmah and Binah in the Qabalistic Tree of Life. Each celestial body brings its unique characteristics to bear on this relationship, fostering a dynamic balance of forces.

Uranus is the purveyor of inspiration, igniting the sparks of genius, fostering originality, and championing progressive change. It works in the realms of the unexpected, bringing forth the fresh and new, the revolutionary and unprecedented. Its influence propels us towards future horizons, inciting dynamic transformations in its wake.

Contrarily, Saturn governs the realms of boundaries and structure, working within the confines of order and method. Its realm is that of law and rules, standing as a bulwark against chaos. However, it is essential to note that Saturn's stringent regulations are not the end-all; the revolutionary energy of Uranus eventually transcends them, allowing for progress and evolution.

Saturn, embodying Binah, adopts the symbolism of the dark, barren mother, the painful matriarch who bestows upon us the discipline of form. It is through Saturn's hard and challenging experiences that we face life's trials, which have, over time, attributed to Saturn's reputation as a significant malefic in classical astrology. Saturn's dominion also extends into the realm of karmic debt, tasking us with rectifying the consequences of our actions.

However, it's crucial not to perceive Saturn's trials as purely negative experiences. These trials are steeped in necessity and are inherently pedagogical. The hardships Saturn presents us with are lessons in disguise, teaching us about the structure of life, the meaning of discipline, and the nature of consequence. The "baleful" character that Saturn often gets painted with begins to fade once we recognize the value of these lessons and learn from them. The trials it presents are, therefore, transformative tools used to mold our character, to guide us towards personal growth, and to lead us on the path of wisdom and understanding.

Therefore, Binah in Assiah, represented by Saturn, provides a stark contrast to the inspirational nature of Uranus. It introduces a necessary balance of discipline and hardship to our lives, establishing the foundation upon which personal evolution and development can be built. As we journey through life, understanding Saturn's influence aids us in learning the valuable lessons imbued in our trials and tribulations, bringing us one step closer to achieving wisdom and understanding.


Chesed of Assiah: צדק, Tzedeq.

A remarkable synchronicity exists between the astrological implications of Jupiter and the Sephira of Chesed in the realm of Assiah. Jupiter, known as the "greater benefic" in astrology, resonates deeply with themes of abundance, expansion, growth, and generosity. It's symbolic of the overflowing goodwill that comes from the heart, the embodiment of benevolence and magnanimity.

Jupiter is known to encourage the natural ebb and flow of prosperity, spreading its benevolent energies throughout the universe, inspiring growth and expansion. It symbolizes the cycle of life where abundance grows and multiplies, similar to a seed sprouting into a tree, which in turn drops more seeds, perpetuating the cycle of life. Jupiter's influence prompts us to reach out, to extend our boundaries, and to experience the joy that comes with the act of giving.

Moreover, Jupiter also symbolizes social projection, and is often associated with the exercise of just and wise authority. It echoes the leadership that extends beyond dominance and control. Instead, it embraces a leadership style that's guided by wisdom, fairness, and understanding, a leadership that acknowledges and honors the intrinsic value of every individual. Jupiter's influence promotes an environment where power is used responsibly, not to subjugate, but to uplift and inspire.

In mythological narratives, Jupiter is often depicted as a fair and just ruler, a king who governed his people with gentleness and gave them laws that were designed for the common good. Under Jupiter's rule, society experienced a golden age where peace prevailed. The societal structure was such that no man was in servitude to another; all were equal, and everything was shared communally. It was as though all beings shared a collective inheritance, binding them together in a harmonious existence.

Jupiter's influence on society extended to the realms of organization, morality, and religion. Its influence fostered a sense of unity, encouraging people to live together harmoniously, sharing and caring for each other. It brought forth a societal structure rooted in fairness and equality, where individual needs were acknowledged and met, and where a sense of shared responsibility prevailed.

In essence, Chesed in Assiah, symbolized by Jupiter, encompasses all that is generally understood as "mercy." It is the embodiment of kindness, goodwill, and compassion, and these qualities shine brightly in Jupiter's astrological interpretations. The essence of Chesed is reflected in Jupiter's boundless generosity, its commitment to fairness and justice, and its ability to foster growth and expansion. This sephira's manifestation in Assiah is a reminder of the boundless potential for love, generosity, and fairness in the world, and how these qualities can create a society marked by harmony and mutual respect.


Gevurah of Assiah: מאדים, Maadim.

In stark contrast to Chesed, the planet Mars finds its place within the realm of Gevurah in the context of Assiah, embodying the more personal aspects of this sephira. Mars, as an archetypal symbol, is renowned for its kinetic and combative character. It represents the drive towards control, discipline, bravery, and self-sacrifice. Mars is also emblematic of the capacity to endure suffering and emerge strengthened on the other side.

It is often suggested that Mars governs the plane of passions and instincts. This links to our understanding of Gevurah as it represents the negative, formal, or dark polarity of the libido. On the other side of the spectrum, Chesed stands as the positive or luminous polarity of this same libidinous force. Thus, the dichotomy between Mars and Jupiter, between Gevurah and Chesed, creates a dynamic tension that drives the processes of growth and transformation.

Heliocentrically, Mars is the nearest planet to the Earth, barring, of course, our natural satellite, the Moon. However, from an evolutionary perspective, as presented through the symbolic architecture of the Tree of Life, the energy of Mars is not easily perceived until we arrive at Tiferet, representing the Sun, which serves as our central point of self-awareness.

Indeed, Tiferet stands as a beacon of balance and harmony within the Tree of Life, a radiant symbol of the enlightened self. Only once we attain this center of self-awareness, can we truly understand and assimilate the Martian energies represented in Gevurah. This journey towards self-understanding and realization mirrors the evolutionary journey of the soul, where the more primal, instinct-driven energies of Mars must be acknowledged, confronted, and harmonized within the self.

The sphere of Gevurah, with Mars as its celestial correspondent, invites us to delve into our inner warrior spirit. It beckons us to face our fears, to stand up against challenges with bravery and discipline, and to endure suffering with fortitude. However, this path is not just about the struggle; it is also about transformation. For through these trials and tribulations, we are offered the opportunity to grow, to refine our character, and to discover our true inner strength.

In conclusion, Gevurah in Assiah, symbolized by the planet Mars, presents a rich exploration of the personal aspects of discipline, courage, control, and resilience. It's a testament to the intricate dance of polarities within us - the light and the dark, the primal and the enlightened, the pleasure and the pain - and the strength that emerges from this dance. It reminds us that every struggle is an opportunity for growth and transformation, and that true bravery lies not only in facing our challenges but in embracing our capacity to endure and learn from them.


Tiferet of Assiah: חמה, Hammah.

It is only through the panoramic perspective granted by Tiferet, symbolized by Hammah (the Sun), that we can attain sufficient detachment and spiritual prowess necessary to contain our darker side. This containment doesn't imply repression but is accomplished through profound self-understanding and transformation. Repression is a flawed strategy, as everything repressed only resurfaces from the depths of our unconscious, manifesting in diverse forms such as disorders and neuroses. Moreover, the emotional complexes arising from repression hinder personal growth by trapping a significant portion of our inner energy.

Consequently, the metaphorical path to evolution, as portrayed in symbolic astrology, encourages us to journey inward, towards the heart of Earth's orbit. Once this center—our Sun—is reached, the voyage should continue outward towards the outer planetary spheres, beginning with Mars. This symbolic journey harmoniously integrates the geocentric and heliocentric perspectives of our solar system.

The affiliation of the Sun with the planetary sphere of Tiferet seems almost too self-evident to necessitate extensive discussion. The Sun, with its transcendent, energetic, radiant, illuminating, and vitalizing qualities, is the emblem of the Logos—the divine principle of reason and judgement.

On an astrological level, for the everyday individual, the Sun signifies the fundamental character. Its position relative to the rest of the natal chart provides insights into the general tone of the person's life and vitality. It also indicates their degree of personal fulfilment and self-expression. At a more profound level, the Sun represents the crux of individuality, symbolizing the "self".

A solar individual—one who has reached the level of Tiferet regardless of their astrological configuration—becomes the nucleus of their own solar system. This system is comprised of circumstances attracted by the magnetic pull of their personal aura. Such individuals radiate their inner light, influencing their surroundings in a way similar to how the Sun influences the planetary bodies around it.

Moreover, reaching Tiferet invariably results in an enlightenment of sorts. It ignites the inner intuition that penetrates the superficial and apprehends the very essence of things. While one can attempt to evade this state and risk losing it, it is impossible to remain within it and not see with clarity. The illumination that comes from accessing Tiferet dispels confusion and ambiguity, much like the Sun banishes darkness, enabling us to see with lucidity and precision. It becomes an enlightening beacon in our spiritual journey, guiding us towards self-realization and self-expression.


Netzach of Assiah: נוגה, Nogah.

In the complex mosaic of astrological symbolism, Venus emerges as the governing force behind our artistic inclinations and emotional constitution. It is the celestial body associated with magnetic allure, social harmony, and the varying shades of love. Venus rules over an expansive emotional spectrum that ranges from the intense heat of passion to the warm glow of friendly companionship, and from the dizzying rush of infatuation to the tender bond of affection.

Such diverse emotional nuances are not the only attributes under Venus's purview. This planet also presides over the expressions of joy, the pursuit of pleasure, and the delight in entertainment. It is the embodiment of grace, serving as the cosmic muse that inspires artists and dreamers to create, thereby bringing beauty and elegance into our world.

Moreover, Venus is associated with the relentless quest for beauty, both in the physical realm and beyond. It encourages us to seek and appreciate beauty not only in visual aesthetics but also in abstract concepts, and even in the transcendental realm of spiritual ideals. Such pursuits elevate our minds and spirits, raising our mortal experiences to the realm of the divine.

Under the influence of Venus, we also develop a profound love for nature. This emotion goes beyond simple admiration for the aesthetic appeal of natural landscapes. It encompasses a deeper understanding and respect for the delicate balance in the ecosystem, the intricate patterns of growth and decay, and the mesmerizing spectacle of raw, unfiltered vitality that nature presents.

In essence, all of these attributes represent the diverse aspects of the Netzach Sephira, a significant node in the Qabalistic Tree of Life. Netzach symbolizes the archetypal attributes of eternity, fortitude, and victory. Venus, in its astrological role, is the celestial embodiment of these Netzach archetypes. It encapsulates the Sephira's essence, reflecting its profound spiritual attributes in the tangible reality of our human experiences.

Therefore, through understanding Venus as the astrological counterpart of Netzach, we can better comprehend the interplay of forces within us and the universe. It illuminates our innate qualities, guiding us towards harmonious interactions with our surroundings, and fostering the spirit of love, beauty, and grace within us. This deep comprehension, in turn, enhances our spiritual journey, guiding us towards self-realization and harmony with the universe.


Hod of Assiah: כוכב, Kokvah.

Within the intricate cosmic web, Mercury shines as a celestial symbol intrinsically linked to Hod, the sphere of intellect and communication on the Qabalistic Tree of Life. Its celestial influence profoundly affects our mental faculties, shaping our cognitive processes and abilities in communication.

Astrologically, Mercury's dominion extends over the workings of our minds, both conscious and subconscious. It governs our reasoning, perception, and the complex labyrinth of our thoughts. It is in this intricate mental maze that our ideas and perspectives are born, nurtured, and eventually find expression. The cognitive influence of Mercury, therefore, affects our understanding of reality and our capacity to form interpretations of our experiences.

Beyond its impact on our mental faculties, Mercury is the celestial patron of the art of communication. It rules over our ability to translate our thoughts into meaningful expressions, both in spoken and written forms. Mercury's influence shapes our rhetorical prowess, eloquence, and our ability to construct and deconstruct narratives. It empowers us to share our insights, ideas, and stories, enhancing mutual understanding and fostering connections between individuals.

Moreover, Mercury symbolizes the convergence of interpersonal relationships, practicality, and commerce. It is the heavenly body that governs our exchanges, both tangible and intangible. In the sphere of commerce, Mercury's influence touches the practical aspects of buying, selling, and negotiation, facilitating the seamless flow of goods, services, and ideas.

But it goes even beyond physical exchange. Mercury's energy permeates our interactions, helping to navigate the subtle nuances of interpersonal relationships. It helps in understanding others' perspectives, empathizing with them, and effectively conveying our thoughts and feelings. Thus, Mercury assists in creating a network of shared understanding and mutual respect, an invaluable asset in both personal and professional spheres.

Therefore, the correlation between Mercury and Hod is profound, serving as a bridge between the cosmos and human intellect, communication, and commerce. It offers us a broader perspective on how celestial influences can shape our cognitive processes, interpersonal interactions, and commercial activities. Ultimately, this understanding can lead to a more nuanced appreciation of our place within the universe and guide us towards more harmonious interactions within our communities.


Yesod of Assiah: לבנה, Levanah.

Within the celestial tapestry, the Moon, or Levanah as referred in the Qabalistic lexicon, corresponds to Yesod, the foundational sphere in the Qabalistic Tree of Life. The Moon, renowned for its ethereal beauty and subtle influence, governs over the etheric plane. This plane, also referred to as the etheric double, stands as the first substantial level above the physical realm and serves Yesod's defining function of enveloping or scaffolding the physical world.

In the realm of astrology, the Moon is an embodiment of various qualities, illustrating both passive and dynamic aspects of our psyche. Its passive aspect manifests as receptivity, sensitivity, and imagination. These attributes allow us to perceive and interpret the world around us, not just in its tangible form, but also in terms of the emotional and psychological undertones that permeate our experiences. This gentle passivity of the Moon nurtures our capacity for empathy and creative visualization, permitting us to grasp and appreciate the subtleties of our surroundings.

Conversely, the Moon's dynamic aspect is represented through its capacity for fluctuation, adaptability, and responsiveness. This aspect compels us to respond to changing circumstances, to adapt to new environments, and to evolve along with our shifting perspectives. The Moon's constant waxing and waning serve as celestial reminders of life's inherent changeability and the intrinsic human capacity to adapt and evolve in the face of constant change.

Commonly perceived as a symbol of the feminine, the Moon is distinctly different from Venus, another celestial body associated with femininity. Unlike Venus, which represents the lover's aspect, the Moon resonates with the qualities of gestation and maternal care. It symbolizes a protective and nurturing force that provides everything necessary for growth and development.

Moreover, the Moon represents the aspect of receptivity, sensitivity, and intuition, irrespective of gender. These characteristics can manifest in individuals across the gender spectrum, emphasizing the universal relevance and influence of the Moon.

On a deeper level, the Moon serves as a mirror, reflecting our intellectual (Hod) and emotional (Netzach) states. To ensure this reflection is as accurate and pure as possible, we need to strive to keep our minds and emotions unclouded. This notion points towards the importance of self-awareness and emotional intelligence in maintaining clarity in our reflections of self and world.

In a broader sense, the Moon governs over our psyche, significantly influencing our capacity to interact with the realms beyond the immediately perceivable. It aids us in accessing and navigating the abstract, whether it's the landscape of our subconscious or the nuances of the universe's mysteries. Thus, the interplay between the Moon and Yesod offers profound insight into the complex interconnectedness of the celestial, the psychological, and the physical realms.


Malkuth of Assiah: הארץ, Haaretz.

Named the Sphere of the Elements, the sphere of Malkuth holds a distinct place in the metaphysical realms. Traditionally, elements were believed to offer the material aspect on Earth, while celestial bodies were thought to be composed of other more refined substances. However, it's crucial to clarify that Malkuth is not strictly a location but rather a state - specifically, the state of material bodies - permeating the expanse of the Cosmos. In our evolutionary journey within the context of the solar system, Malkuth can indeed be equated with the planet Earth, overseeing everything that transpires within its dominion.

Contrary to initial assumptions, the elements are not matter or substances, and even less so, bodies. They are, instead, qualities or modes of action, the primary forces or energies of creation that permeate the entire Tree of Life, having been prefigured in Kether, the crown or the first sephira. These fundamental elements lay the foundation for more complex manifestations, each carrying an elemental composition, although they might lean more heavily towards one or another of the concrete elements.

It's important to note that the physical or outward manifestation of the elements occurs only in Malkuth, where they achieve stability. As the final point of concretion or densification on the Tree of Life, Malkuth represents the ultimate expression of all forces. Therefore, Malkuth, often referred to as the kingdom, encapsulates the essence of all that exists - it is a compendium of creation in its entirety.

When one refers to earth, water, air, or fire in common parlance, they're usually alluding to the physical manifestation of these elements within Malkuth. The concept of 'earth', in this context, is seen as the amalgamation of water, air, and fire, as elucidated in the Sefer Yetzirah. The fourth element is regarded as the "holy spirit". However, when regarded as qualities, these elements participate in the composition of all the sefirot or emanations, despite each sefira showing a predisposition towards a specific element that best mirrors its nature.

Thus, the sephira of Malkuth in the context of Assiah provides a rich tableau of philosophical and metaphysical concepts that extend beyond the realm of the physical and the tangible. It offers a layered understanding of existence, linking the elemental with the celestial, and the material with the ethereal, establishing an intricate web of connections that span across the cosmos.

アッシヤー、カバラの領域では、物理的な平面を意味する。この次元で作用する主要な力は、宇宙的な視点から、惑星の球体と黄道帯の影響から派生する。これらの存在は、行為の世界におけるセフィロトの代表として機能し、神聖なものと有形の世界との動的な相互交換を反映する。

カバラの視点は、他の精神的・魔術的な世界観と同様に、生命に満ちた宇宙を支持する。すべての物体、すべての存在、そしてすべての生物は、内的および外的な側面を持つ。惑星はそれ自体の意識、生命力、そして独自の進化の軌跡を持つ感覚的な存在と見なされる。

これらの惑星存在は、単なる物理的な物質の蓄積ではなく、さまざまな内的層と存在の平面を持つ多面的な存在だ。彼らは異なる世界を通じて現れ、それぞれが自分自身の霊的な原型に到達しようと努力する。これは部分的に、それらを満たすさまざまな種によって達成され、これらは常に物理的な平面や現実に存在するとは限らない。

人間に類推すると、惑星は同様の身体や乗り物の階層を持つと仮定できる。霊的な世界であるベリアーでは、これらの「霊的な惑星」は宮殿や王の間として知られる。彼らは神の光を原型的な方法で具現化し、神の神秘のマスターである大天使がその頂点に立つ。イェツィラーでは、これらのセフィロト的な現れは「天」や「宇宙の平面」と呼ばれる。各セフィラの主宰する大天使の周りを回る天使の合唱団が、その活発な力として機能する。アッシヤーでは、これらの惑星の物理的な現れは独自の内的な次元を持つと信じられている。彼らがアッシヤーの最終段階で知覚可能になるとき、我々が住む太陽系を形成する。

人間の進化が、自分の下位レベルを整合させて神の火花の進化を助けることを含むように、元素的または下位の惑星存在も、自分たちの大天使のガイドが保持する霊的な原型と一致するように進化しようとすることが推測できる。地球にとって、これは天のエルサレム、メシア時代、その他の類似した構築物として解釈されてきた。

惑星存在の進化は、それを居住する存在によって推進されることに注意すべきだ。現在の地球では、人間が主要な影響力であり、惑星の残りと一致する倫理的・精神的な価値観を持つ社会を作る責任がある。これにより、王国の原型がすべてのレベルで輝き、個人の成長を人類全体に課せられた集団的な責任と結びつける。

古代の世界観では、平らな地球を宇宙論モデルの中心に置き、元素の球体が密度の降順で上に層状に配置されている。地球の上には、地球から観察される周期的な運動に従って配置された七つの惑星球体、月、水星、金星、太陽、火星、木星、土星がある。これらの惑星球体に続くのが、恒星の天球であるエンピレイオンで、黄道帯を含む。最後に、具体的な物質的な表現を持たないプルームモービレ、つまり第一動者の天球がある。

科学的にはこのモデルは時代遅れに見えるかもしれないが、意識の地図としては二つの重要な理由から依然として関連性がある。異なるエネルギー周波数を通過する運動をレベルの上昇の旅として心理的に解釈しやすいことと、世界の経験的な理解が地球中心的であり、地球の表面から宇宙を見ていることだ。

この視点は、惑星の時計が世俗的な出来事の時間や、私たち自身を含む内なる世界の表現の条件を示す際の関連性を維持している。すべてのものの本質的な統一の原則を受け入れるとき、私たちの個人的な経験と天体の動きとのつながりを否定できない。

したがって、ある時点で個人に作用する多くの影響は複雑になり得る。個々の魂としてのティクンから派生する個人的な影響に加えて、人類という種の影響、歴史的な進化のサイクル、上位の世界、占星術の影響、そして特に地球という惑星存在からの影響があり、それは元素の王国や他の並行する進化を包含する。これらすべてが物質-エネルギーの枠組みの中で織り交ぜられ、それぞれが独自の法則のセットを持つ。この文脈での達成とは、これらの影響を理解し、それらと創造的かつ協調的に同期して働くことを学ぶことだ。


アッシヤーのケテル: ראשית הגלגולים, 最初の渦巻き。

アッシヤーにおけるケテルのパラダイム、最初の渦巻き(レシト・ハギルグリム)と知られるものは、地球を静止した中心として同心球が取り囲む古代のプトレマイオスの宇宙論に根ざしている。この宇宙論モデル内の最も外側の球体は、プルームモービレ、つまり第一動者を表すと理解されていた。この天体は究極の駆動力、宇宙活動の中心軸であり、宇宙に運動とリズムを注ぎ込むと考えられていた。

深い精神的な洞察を持つ古代のカバリストたちは、現代科学が数千年後にようやく気付く概念をほのめかしていた。アッシヤーのケテルを「最初の渦巻き」と呼ぶことで、彼らは象徴的に銀河の存在をほのめかしていた。それは彼らの時代の科学的理解をはるかに超えた概念だ。

現代的な文脈では、私たちの銀河、天の川、特にその中心を考慮すると、この関連性は特に興味深いものとなる。超大質量ブラックホールを抱える銀河中心は、宇宙活動とエネルギーの渦巻きであり、カバラの教えの「最初の渦巻き」と非常によく似ている。それは収束点となり、巨大な重力的影響を放ち、星や太陽系の形成と軌道を形作り、私たちの太陽系も含む。

さらに、カバラの視点から、銀河中心は単なる物理的・重力的な収束点ではなく、霊的なエネルギーの中枢と考えられる。それは無限であるエインソフのエコーとして考えられ、宇宙の時空間全体に浸透する神の本質だ。したがって、銀河の中心は錨となり、存在の天上的かつ神的な側面を包含する統一の象徴となる。

プルームモービレがプトレマイオスモデル内で天体の動きを駆動する第一動者と見なされていたように、銀河の中心は宇宙の大舞台における第一動者と見ることができる。それは天体の流れを支配し、その動きを導き、その運命を決定する。

したがって、アッシヤーのケテル、つまり「最初の渦巻き」は、古代の精神的な知恵と現代の宇宙論的理解の間の比喩的な橋渡しとして機能し、物理的領域と形而上学的領域の相互作用の洞察に満ちた探求を提供する。


アッシヤーのホクマー: מזרות, マッザロト。

アッシヤーのホクマーの複雑さを解き明かすために、我々はケテルの象徴的な表現、つまり非顕在の中に抱かれた小さな開口部、存在に生命を吹き込んだエネルギーの流れの誕生場所に戻る。このエネルギーは、非顕在の制約から解放されると、形成へと渦巻き、回転する銀河の形を取り、中心軸の周りを永遠に回転する。この終わりなき回転のサイクルは、大きな車輪や巨大な円として視覚化でき、銀河の黄道帯に匹敵する。

この宇宙の車輪の各セクターは、単にその円周の一部を示すだけでなく、時間の要素を象徴する。それを超えて、各部分は広大な霊的な流れの導管であり、中心と円周をつなぐ重要なリンクとして機能する。この相互作用は、銀河全体に響き渡るエネルギーと影響の複雑な網を作り出す。

我々の太陽系の軌道に焦点を当てると、複雑さはさらに深まる。太陽が約2億年の旅を銀河中心の周りに行うにつれて、不確実性が生じる。この軌道の正確な性質はやや不明瞭で、特に他の星形成の周りに小さな軌道を描くかどうかについて。しかし、内的に進化する独自の惑星配置を持つ我々の太陽系にとって、主要な銀河の影響は、惑星軌道の平面を包む星の黄道帯、すなわち恒星黄道帯を通じて伝達される。この天体の織物は主に惑星存在とその広範な進化の物語に影響を与える。

しかし、人間の経験に目を向けると、焦点は恒星黄道帯から熱帯黄道帯に移る。後者は、地球の春分点と至点、および地球と太陽の関係に密接に結びつき、個々の人間の生活を形成する上で重要な役割を果たす。この熱帯黄道帯は、春分点を重要な基準点として、約26,000年のサイクルで恒星黄道帯を徐々に移行する。このシフトは、約2,160年続く占星術時代の出現への道を開く。

黄道帯の天球は、その包括的で抱擁的な性質から、伝統的にホクマーと結びつけられてきた。それは知恵に似ている。黄道帯はパノラマの視点を提供し、存在のあらゆる側面や側面を解釈できる普遍的な意味のマトリックスを提供する。この黄道帯は、存在の全体を覆う毛布のように、多次元の理解の織物を描く。

同時に、それは巨大な放射体として機能し、中心に向かってエネルギーを放出する。これらのエネルギーは、さまざまな宇宙の平面を通過し、異なる惑星のレンズと相互作用する際に変換や焦点化のプロセスを経る。結果として、黄道帯はさまざまな次元を織り交ぜる複雑で相互に関連したネットワークとなり、宇宙とその中での我々の位置を包括的に理解することを可能にする。これは、アッシヤーのホクマーの本質を美しく要約している。すなわち、存在のすべてを抱擁し、銀河の中心をその最も遠いところと結びつける知恵だ。


アッシヤーのビナー: שבתאי, シャッバタイ。

アッシヤーのビナーの複雑な性質を解き明かすために、我々はそれに占星術的に関連付けられる天体、土星に目を向ける。土星は、構造者と形の創造者の両方として機能する。それは、カバラの生命の樹におけるホクマーとビナーの間の動的な相互作用に類似した、天王星との複雑な極性に存在する。各天体は、この関係に独自の特性をもたらし、力の動的なバランスを促進する。

天王星はインスピレーションの供給者であり、天才の火花を点火し、独創性を育み、進歩的な変化を支持する。それは予期しない領域で働き、新鮮で新しいもの、革命的で前例のないものをもたらす。その影響は我々を未来の地平へと駆り立て、その跡に動的な変革を引き起こす。

それに対し、土星は境界と構造の領域を支配し、秩序と方法の範囲内で働く。その領域は法と規則であり、混沌に対する防壁として立つ。しかし、土星の厳格な規制がすべてではないことに注意することが重要だ。天王星の革命的なエネルギーが最終的にそれらを超越し、進歩と進化を可能にする。

ビナーを具現化する土星は、暗く不毛な母、形の規律を我々に授ける痛みのある母親の象徴を採用する。土星の厳しく挑戦的な経験を通じて、我々は人生の試練に直面し、これが古典的な占星術で土星が重要な凶星としての評判を得てきた理由だ。土星の支配はまた、カルマの借金の領域にまで及び、我々に行為の結果を正す任務を課す。

しかし、土星の試練を純粋に否定的な経験として捉えるべきではない。これらの試練は必要性に満ちており、本質的に教育的だ。土星が我々に提示する困難は変装したレッスンであり、人生の構造、規律の意味、結果の性質について教えてくれる。土星によくある「有害な」性格は、これらのレッスンの価値を認識し、それから学ぶときに消え始める。それが提示する試練は、したがって、我々の性格を形成し、個人の成長へと導き、知恵と理解の道へと導くための変革的な道具だ。

したがって、アッシヤーのビナー、土星によって表されるものは、天王星のインスピレーションの性質と明確な対比を提供する。それは、我々の人生に必要な規律と困難のバランスを導入し、個人の進化と発展が構築できる基盤を確立する。人生を進むにつれて、土星の影響を理解することは、我々の試練と苦難に込められた貴重なレッスンを学ぶのに役立ち、知恵と理解を達成する一歩に近づく。


ヘセドのアッシヤー: צדק, ツェデク。

木星の占星術的な意味合いとアッシヤーのセフィラであるヘセドとの間には、驚くべきシンクロニシティが存在する。木星は占星術で「大吉星」として知られ、豊かさ、拡大、成長、そして寛大さのテーマと深く共鳴する。それは心から溢れ出る善意、慈悲と寛大さの具現化を象徴する。

木星は繁栄の自然な流れを促進し、その慈悲深いエネルギーを宇宙全体に広げ、成長と拡大を促すことで知られる。それは、豊かさが成長し増殖する生命のサイクルを象徴し、種が芽を出し木になり、それがさらに種を落とし、生命のサイクルを永続させるようなものだ。木星の影響は、我々に手を伸ばし、境界を拡大し、与える行為に伴う喜びを経験するよう促す。

さらに、木星は社会的な投影も象徴し、公正で賢明な権威の行使に関連付けられることが多い。それは支配と制御を超えたリーダーシップを反映する。代わりに、知恵、公正、理解によって導かれるリーダーシップを抱擁し、各個人の内在的な価値を認識し尊重するリーダーシップだ。木星の影響は、力が責任を持って使用され、従属させるのではなく、高揚させ鼓舞する環境を促進する。

神話的な物語では、木星はしばしば公正で正しい支配者として描かれ、優しさを持って人々を統治し、公共の善のために設計された法律を与える王であった。木星の支配下で、社会は平和が支配する黄金時代を経験した。社会構造は、誰もが他人に隷属しておらず、すべてが平等で、すべてが共同で共有されていた。まるですべての存在が共同の遺産を共有し、調和のとれた存在に結びつけられていたかのようだ。

木星の社会への影響は、組織、道徳、そして宗教の領域にまで及んだ。その影響は統一感を育み、人々が調和して共に生き、互いに分かち合い、気遣うことを奨励した。それは公正と平等に根ざした社会構造をもたらし、個人のニーズが認識され満たされ、共有の責任感が支配する場所を作り出した。

本質的に、アッシヤーのヘセドは木星によって象徴され、一般的に「慈悲」と理解されるすべてを包含する。それは親切、善意、そして思いやりの具現化であり、これらの品質は木星の占星術的な解釈で鮮やかに輝く。ヘセドの本質は、木星の限りない寛大さ、その公正と正義へのコミットメント、そして成長と拡大を促進する能力に反映される。このセフィラのアッシヤーにおける顕現は、世界における愛、寛大さ、公正の無限の可能性を思い出させ、これらの品質が調和と相互尊重に満ちた社会を創造できることを示している。


ゲブラーのアッシヤー: מאדים, マアディム。

ヘセドとは対照的に、火星はアッシヤーのゲブラーの領域に位置し、このセフィラのより個人的な側面を具現化する。火星は原型的なシンボルとして、その運動的で戦闘的な性格で知られる。それは制御、規律、勇気、そして自己犠牲への推進力を表す。火星はまた、苦しみに耐え、それを乗り越えて強くなる能力の象徴でもある。

火星は情熱と本能の平面を支配するとよく言われる。これは、ゲブラーを理解する際に関連し、それはリビドーの負の、形式的な、または暗い極性を表す。一方、ヘセドはこの同じリビドーの正の、または明るい極性として立つ。したがって、火星と木星、ゲブラーとヘセドの二項対立は、成長と変革のプロセスを推進する動的な緊張を生み出す。

太陽中心的には、火星は地球に最も近い惑星であり、もちろん私たちの衛星である月を除いて。しかし、カバラの生命の樹の象徴的な構造を通じて提示される進化の視点から、火星のエネルギーはティフェレットに到達するまで容易に知覚されない。それは太陽を表し、自己認識の中心点として機能する。

実際、ティフェレットは生命の樹の中でバランスと調和の灯台として立ち、啓発された自己の輝かしいシンボルだ。この自己認識の中心に到達して初めて、ゲブラーに表される火星のエネルギーを真に理解し、同化することができる。この自己理解と実現への旅は、より原始的で本能駆動の火星のエネルギーが認識され、直面し、自己の中で調和されなければならないという、魂の進化の旅を反映している。

火星を天体として持つゲブラーの領域は、我々の内なる戦士の精神に深く入り込むよう招く。我々の恐れに直面し、勇気と規律を持って挑戦に立ち向かい、苦しみに堪え忍ぶよう促す。しかし、この道は闘争だけでなく、変革についてもだ。これらの試練と苦難を通じて、我々は成長し、性格を洗練し、真の内なる強さを発見する機会を与えられる。

結論として、アッシヤーのゲブラーは、火星によって象徴され、規律、勇気、制御、そして回復力の個人的な側面の豊かな探求を提示する。それは我々の内なる極性の複雑なダンスへの証であり、光と闇、原始的なものと啓発されたもの、快楽と苦痛、そのダンスから生まれる強さだ。それはすべての闘争が成長と変革の機会であり、真の勇気は我々の挑戦に直面するだけでなく、それらに耐え学ぶ我々の能力を受け入れることにあることを思い出させる。


アッシヤーのティフェレット: חמה, ハンマー。

ハンマー(太陽)によって象徴されるティフェレットによって与えられるパノラマの視点を通してのみ、我々は暗い側面を包含するのに必要な十分な超然性と精神的な腕前を得ることができる。この包含は抑圧を意味するのではなく、深い自己理解と変革を通じて達成される。抑圧は欠陥のある戦略であり、抑圧されたすべてのものは無意識の深みから再び浮上し、さまざまな形で現れ、障害や神経症として現れる。さらに、抑圧から生じる感情的な複合体は、我々の内なるエネルギーのかなりの部分を閉じ込めることで個人の成長を妨げる。

したがって、象徴的な占星術で描かれる進化への比喩的な道は、内なる旅を奨励し、地球の軌道の中心、つまり太陽へと向かう。この中心、すなわち我々の太陽に到達すると、旅は火星から始まる外側の惑星球体へと外向きに続くべきだ。この象徴的な旅は、我々の太陽系の地球中心的および太陽中心的な視点を調和的に統合する。

太陽をティフェレットの惑星球体と関連付けることは、その超越的、エネルギッシュ、輝かしく、啓発的、活力を与える特質から、あまりにも自明であり、広範な議論を必要としないように思える。太陽は、理性と判断の神聖な原理であるロゴスの象徴だ。

占星術的なレベルでは、日常の個人にとって、太陽は基本的な性格を意味する。それは出生図の残りとの関係で、その人の人生と活力の一般的なトーンについての洞察を提供する。また、彼らの個人的な充実感と自己表現の程度を示す。より深いレベルでは、太陽は個性の核心を表し、「自己」を象徴する。

太陽的な個人、すなわち占星術の構成に関係なくティフェレットのレベルに到達した人は、自分自身の太陽系の核となる。このシステムは、彼らの個人的なオーラの磁力によって引き寄せられた状況で構成される。このような個人は内なる光を放ち、周囲に影響を与え、太陽が周囲の惑星体に影響を与えるのと同様だ。

さらに、ティフェレットに到達することは、必然的にある種の啓発をもたらす。それは物事の本質を把握し、表面的なものを貫く内なる直感を点火する。一度この状態に達すると、それを回避し失うリスクを冒すことはできるが、その中に留まり明確に見ないことは不可能だ。ティフェレットにアクセスすることで得られる啓発は、混乱と曖昧さを払いのけ、太陽が闇を追い払うように、我々が明晰さと正確さを持って見ることを可能にする。それは我々の精神的な旅の中で啓発的な灯台となり、自己実現と自己表現へと導く。


アッシヤーのネツァク: נוגה, ノガ。

占星術的な象徴の複雑なモザイクの中で、金星は我々の芸術的な傾向と感情的な構成の背後にある支配的な力として現れる。それは磁気的な魅力、社会的な調和、そして愛のさまざまな色合いに関連する天体だ。金星は、情熱の激しい熱から友愛の暖かな輝きまで、陶酔的な熱情から愛情の優しい絆まで、広範な感情スペクトルを支配する。

このような多様な感情的なニュアンスは、金星の管轄下にある唯一の属性ではない。この惑星はまた、喜びの表現、快楽の追求、娯楽の楽しみにも関与する。それは優雅さの具現化であり、芸術家や夢想家に創造を促す宇宙のミューズとして機能し、それによって我々の世界に美と優雅さをもたらす。

さらに、金星は物理的な領域だけでなく、それを超えた美の絶え間ない探求に関連付けられる。それは我々に美を追求し、感謝するよう促し、それは視覚的な美学だけでなく、抽象的な概念、さらには霊的な理想の超越的な領域においてもだ。このような追求は我々の心と精神を高揚させ、我々の死すべき経験を神の領域へと高める。

金星の影響下で、我々は自然への深い愛も育む。この感情は単なる自然風景の美的な魅力への賞賛を超える。生態系の微妙なバランス、成長と衰退の複雑なパターン、そして自然が提示する生の、未加工の生命力の魅惑的な光景へのより深い理解と尊重を含む。

本質的に、これらのすべての属性は、カバラの生命の樹の重要なノードであるネツァクのセフィラの多様な側面を表す。ネツァクは永遠、剛毅、そして勝利の原型的な属性を象徴する。占星術における金星は、これらのネツァクの原型の天体の具現化だ。それはセフィラの本質を内包し、その深い霊的な属性を我々の人間の経験の有形の現実に反映している。

したがって、金星をネツァクの占星術的な対応物として理解することで、我々の内と宇宙の中の力の相互作用をよりよく理解できる。それは我々の生来の資質を照らし、周囲との調和のとれた相互作用へと導き、我々の内なる愛、美、そして優雅さの精神を育む。この深い理解は、我々の霊的な旅を高め、自己実現と宇宙との調和へと導く。


アッシヤーのホド: כוכב, コクヴァ。

複雑な宇宙の網の中で、水星はカバラの生命の樹における知性とコミュニケーションのスフィアであるホドに密接に関連する天体のシンボルとして輝く。その天体の影響は我々の精神的な能力に深く影響を与え、我々の認知プロセスやコミュニケーション能力を形成する。

占星術的には、水星の支配は我々の意識的および無意識的な心の働きにまで及ぶ。それは我々の推論、知覚、そして我々の思考の複雑な迷宮を支配する。我々のアイデアや視点が生まれ、育まれ、そして最終的に表現されるのは、この複雑な精神的迷路の中だ。したがって、水星の認知的な影響は、我々の現実の理解や経験の解釈を形成する能力に影響を与える。

我々の精神的な能力への影響を超えて、水星はコミュニケーションの技術の天体の守護者だ。それは我々の考えを意味のある表現に変換する能力を支配し、話し言葉と書き言葉の両方でだ。水星の影響は我々の修辞的な腕前、雄弁さ、そして物語を構築し解体する能力を形作る。それは我々が洞察、アイデア、そして物語を共有し、相互理解を高め、個人間のつながりを促進する力を与える。

さらに、水星は人間関係、実用性、そして商業の融合を象徴する。それは我々の有形および無形の交換を支配する天体だ。商業の領域では、水星の影響は、購入、販売、交渉の実際的な側面に触れ、商品、サービス、そしてアイデアの円滑な流れを促進する。

しかし、それは物理的な交換を超えていく。水星のエネルギーは我々の相互作用に浸透し、人間関係の微妙なニュアンスをナビゲートするのを助ける。それは他者の視点を理解し、共感し、自分の思考や感情を効果的に伝えるのを助ける。したがって、水星は共有された理解と相互尊重のネットワークを作り出すのを助け、個人と職業の両方の領域で貴重な資産となる。

したがって、水星とホドの相関関係は深く、宇宙と人間の知性、コミュニケーション、そして商業の間の架け橋として機能する。それは天体の影響が我々の認知プロセス、人間関係の相互作用、そして商業活動をどのように形作るかについて、より広い視点を提供する。最終的に、この理解は、宇宙における我々の位置をより微妙に評価することにつながり、我々のコミュニティ内でより調和のとれた相互作用へと導くことができる。


アッシヤーのイェソド: לבנה, レバナ。

天体のタペストリーの中で、月、すなわちカバラの用語でレバナと呼ばれるものは、カバラの生命の樹の基礎的なスフィアであるイェソドに対応する。月は、そのエーテルの美しさと微妙な影響で知られ、エーテル平面を支配する。この平面は、エーテル二重体とも呼ばれ、物理的な領域のすぐ上の最初の実質的なレベルであり、物理世界を包み込むか足場を組むというイェソドの定義的な機能を果たす。

占星術の領域では、月はさまざまな品質の具現化であり、我々の精神の受動的および動的な側面を示している。その受動的な側面は、受容性、感受性、想像力として現れる。これらの属性は、我々が周囲の世界を知覚し解釈することを可能にし、それは単に有形の形態だけでなく、我々の経験に浸透する感情的および心理的なニュアンスの点でもだ。月のこの穏やかな受動性は、我々の共感や創造的な視覚化の能力を育み、我々の環境の微妙さを把握し、評価することを可能にする。

逆に、月の動的な側面は、変動、適応性、そして反応性を通じて表現される。この側面は、変化する状況に対応し、新しい環境に適応し、変化する視点とともに進化することを促す。月の絶え間ない満ち欠けは、人生の本質的な変化性と、絶え間ない変化に直面して適応し進化する人間の内在的な能力の天体のリマインダーとして機能する。

一般的に女性性のシンボルとして認識される月は、もう一つの女性性に関連する天体である金星とは明確に異なる。恋人の側面を表す金星とは異なり、月は妊娠と母性的なケアの品質と共鳴する。それは成長と発達に必要なすべてを提供する保護的で養育的な力を象徴する。

さらに、月は受容性、感受性、そして直感の側面を表し、性別に関係なくこれらの特性は現れる可能性がある。これらの特性は、性別のスペクトラム全体の個人に現れる可能性があり、月の普遍的な関連性と影響を強調する。

より深いレベルでは、月は鏡として機能し、我々の知的(ホド)および感情的(ネツァク)な状態を反映する。この反映ができるだけ正確で純粋であるために、我々の心と感情を曇らせないように努める必要がある。この概念は、自己認識と感情的な知性が、自己と世界の反映における明瞭さを維持する上で重要であることを示している。

より広い意味では、月は我々の精神を支配し、即座に知覚できるものを超えた領域と相互作用する我々の能力に大きく影響を与える。それは我々が潜在意識の風景や宇宙の神秘の微妙さにアクセスし、ナビゲートするのを助ける。したがって、月とイェソドの相互作用は、天体、心理学的、そして物理的な領域の複雑な相互接続の深い洞察を提供する。


アッシヤーのマルクト: הארץ, ハアレツ。

元素の球体と名付けられたマルクトのスフィアは、形而上学的な領域において独特の位置を占める。伝統的に、元素は地球上で物質的な側面を提供すると信じられていたが、天体は他のより洗練された物質で構成されていると考えられていた。しかし、マルクトは厳密には場所ではなく、むしろ状態、具体的には物質的な身体の状態であり、宇宙の広がりに浸透していることを明確にすることが重要だ。太陽系の文脈での我々の進化の旅では、マルクトは確かに地球と同等であり、その支配下で起こるすべてを監督する。

初期の仮定とは異なり、元素は物質や物質ではなく、ましてや身体でもない。代わりに、それらは品質や行為のモードであり、創造の一次的な力やエネルギーで、生命の樹全体に浸透し、ケテル、つまり王冠または最初のセフィラで予示されている。これらの基本的な元素は、より複雑な現れの基礎を築き、それぞれが元素的な構成を持ちながら、より具体的な元素の一つまたは他に傾倒している可能性がある。

元素の物理的または外的な現れは、マルクトでのみ起こり、そこで安定性を達成することに注意することが重要だ。生命の樹の最終的な具体化または密度化のポイントとして、マルクトはすべての力の究極の表現を表す。したがって、しばしば王国と呼ばれるマルクトは、存在するすべての本質を内包し、創造の全体の概要となる。

一般的な言葉で地、水、空気、または火と呼ぶとき、それらは通常、マルクト内でのこれらの元素の物理的な現れを指している。この文脈での「地球」の概念は、『セフェル・イェツィラー』で説明されているように、水、空気、そして火の融合として見られる。第四の元素は「聖霊」と見なされる。しかし、品質として考えられるとき、これらの元素はすべてのセフィロトまたは発現の構成に参加し、各セフィラがその性質を最もよく反映する特定の元素への傾向を示しているにもかかわらずだ。

したがって、アッシヤーの文脈でのマルクトのセフィラは、物理的で有形の領域を超えた哲学的・形而上学的な概念の豊かなタペストリーを提供する。それは存在の層状の理解を提供し、元素的なものを天体と結びつけ、物質的なものをエーテル的なものと結びつけ、宇宙全体に広がる複雑なつながりの網を確立する。

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